‘Con el Carchi no se juega’

¿Cuál es el precio de una mentira? Pues, en ocasiones las ciencias políticas recurren a conceptos o metáforas recuperadas de otras ciencias para interpretar el impacto de las grandes mentiras. Decir que la ‘arquitectura del correísmo’ tardará unos 50 años en derrumbar toda la corrupción es una perversión ilimitada. Que su estructura subió impuestos para reconstruir zonas afectadas por el terremoto de Manabí y Esmeraldas -cuando en verdad ese dinero se dilapidó- encierra la extensión de la mentira.

Ahora, la pionera provincia del Carchi se levanta con valentía, tras un inusual argumento: IVA al 6% en su territorio y que se declare zona franca a Tulcán. Un espectro fatalista de exigir lo que sea porque el populismo heredado, caduco y mentiroso siempre hará prodigios.

Un enunciado inmarcesible: ‘con el Carchi no se juega’ que inserta vastedad y hartazgo. Al norte bloquearon carreteras, desde el puente en Rumichaca hasta el ingreso sur por Mascarilla. El aeropuerto fue militarizado. La conexión de vías hacia Colombia obstruidas. Los vidrios de edificios públicos rotos. Las imágenes de estudiantes enfrentados contra policías vienen en celulares con música de epopeya. Escudos, toletes y gas lacrimógeno; un patrullero lanzado a un barranco.

El gobernante que patrocina el mensaje apocalíptico de acoger venezolanos y olvida sus ofrecimientos incumplidos de generar millares de empleos. Una visa obligada para el ingreso norteño que abre ahí la entrada irregular por caminos clandestinos.

Es decir, la patología de no superar el correísmo ni convivir con la llegada de extranjeros porque su intensidad es determinante: corrupción, dispendio e impunidad; y, a través de confabulaciones y conjeturas falsas intentar resolver situaciones acumuladas como desempleo y delincuencia. Una especie de enfermedad neurótica que no permite a los pacientes reconocer sus errores y tratar de evadir sus responsabilidades. ¿Quién colocó entonces a ese populista? Lo peor es el negacionismo de los hechos y generar más deuda o el resurgimiento de la violencia colectiva para tapar la mentira política.

El reclamo carchense tiene su contrapartida nacional. El mayor peligro es que enciende mechas en un campo minado. En la provincia de Bolívar ya no será fácil instalar un proyecto minero ni en Quito cobrar a la clase media más multas

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@klebermantillac