Humanidad en época de cuarentena
De un día a otro todo cambia, dejamos la rutina. Un café se ha cambiado por un mensaje, un abrazo real por uno virtual, un beso por un emoticón enviado a través de redes sociales. Hay quienes se desvelan y pasan por tiempos prolongados frente a pantallas: juegos en línea, videos, series, películas, descargas de la App del momento, entre otras tantas; mientras hay quienes buscan reflexionar, leer, dormir, relajarse, arreglar sus espacios y cada quien con el objetivo, quizá, de disminuir el miedo que genera una pandemia nunca antes experimentada, una guerra frente al virus que hace tanto daño.
El teletrabajo forma parte de nuestras vidas de forma paulatina, y al parecer la vida en un instante toma un rumbo distinto. Los niños y jóvenes se encuentran en casa, tienen clases virtuales, ellos con un manejo singular de la tecnología. Las redes sociales muestran gran información y desinformación, llevando inclusive en ciertos casos a estados de ansiedad por parte de quien navega por Internet. En casa, las actividades son compartidas, aprendemos a ver a los ojos a quien está a nuestro lado, empezamos a escuchar y entender al otro, quizá en el momento propicio.
Vivimos en una sociedad inmadura, impactada por el pánico, pero en medio de todo debemos procurar tener una mente compasiva y actitud de empatía y humanidad con el otro, con aquel que por diversas situaciones no cuenta con lo necesario para quedarse en casa; pero también con quienes convivimos. Recordemos, en palabras del padre Jesús Fernández Hernández que “el amor, la amabilidad, la sencillez y el perdonar es lo más hermoso”; por lo tanto, es hora de contemplar el paisaje del ser humano y ver las virtudes que posee, que convierte a la persona en una obra de arte, una obra del amor de Dios. Evitemos orgullos, odios, envidias, rencores y más allá de todo busquemos ser personas nobles y dar al otro parte de nuestra humanidad que tanta falta hace al mundo. (O)
Erika Lucía González Carrión
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