Año nuevo, vida nueva…

Alfonso Espín Mosquera

Todo inicio es obra de un fin y el comenzar es la posibilidad de enmienda y mejoría. El Año Nuevo tiene la potestad de reorganizar la existencia, cosa posible solamente cuando hay la voluntad de los actores sociales y, en el caso del país, de los políticos que tienen en sus manos nuestra suerte. Si pensamos en los asambleístas y en los dirigentes de los movimientos políticos; igual que en los líderes indígenas o en los cabecillas de los grupos de presión, al parecer, estaríamos liquidados y a merced de sus intereses particulares.

Todos debemos hacer un mea culpa: empresarios y obreros; gobernantes y gobernados, sindicalistas, movimientos indígenas, asambleístas, funcionarios públicos, para redefinir nuestro papel en la vida del país y poner fin a las paralizaciones, a la irresponsabilidad, a la corrupción, a la destrucción de los bienes públicos y privados, a los atropellos, a la impunidad, a la grosería, a la vulgaridad y más vicios que sonsacan las conciencias de tantos entes de la vida pública, causantes del desastre de todos.

No se pueden repetir acciones, ni políticos prepotentes y autoritarios que desde una visión populista, alimentan los odios entre los grandes sectores y potencias mundiales, a costa de la pobreza, del fanatismo ideológico que tanto daño nos causó en la mal llamada década ganada y que sigue haciendo estragos en otros pueblos de la región.

Vale preguntarnos muy honestamente sí aún pensamos en el país como el lugar de nuestras realizaciones o, los malos ejemplos han desvirtuado nuestra conciencia, al punto de convertirnos en seres ajenos, quemeimportistas de nuestra realidad y por ende enemigos de la Patria.

Habrá que volver a creer en Ecuador, en nosotros mismos, en nuestra gente, en la unión familiar, en la prosperidad y la ética en la administración pública; en la sabiduría de la edad adulta; en el compromiso de los políticos con su pueblo y no con los financistas de sus campañas, para así construir una nación de provecho, equidad y armonía.

[email protected]

Alfonso Espín Mosquera

Todo inicio es obra de un fin y el comenzar es la posibilidad de enmienda y mejoría. El Año Nuevo tiene la potestad de reorganizar la existencia, cosa posible solamente cuando hay la voluntad de los actores sociales y, en el caso del país, de los políticos que tienen en sus manos nuestra suerte. Si pensamos en los asambleístas y en los dirigentes de los movimientos políticos; igual que en los líderes indígenas o en los cabecillas de los grupos de presión, al parecer, estaríamos liquidados y a merced de sus intereses particulares.

Todos debemos hacer un mea culpa: empresarios y obreros; gobernantes y gobernados, sindicalistas, movimientos indígenas, asambleístas, funcionarios públicos, para redefinir nuestro papel en la vida del país y poner fin a las paralizaciones, a la irresponsabilidad, a la corrupción, a la destrucción de los bienes públicos y privados, a los atropellos, a la impunidad, a la grosería, a la vulgaridad y más vicios que sonsacan las conciencias de tantos entes de la vida pública, causantes del desastre de todos.

No se pueden repetir acciones, ni políticos prepotentes y autoritarios que desde una visión populista, alimentan los odios entre los grandes sectores y potencias mundiales, a costa de la pobreza, del fanatismo ideológico que tanto daño nos causó en la mal llamada década ganada y que sigue haciendo estragos en otros pueblos de la región.

Vale preguntarnos muy honestamente sí aún pensamos en el país como el lugar de nuestras realizaciones o, los malos ejemplos han desvirtuado nuestra conciencia, al punto de convertirnos en seres ajenos, quemeimportistas de nuestra realidad y por ende enemigos de la Patria.

Habrá que volver a creer en Ecuador, en nosotros mismos, en nuestra gente, en la unión familiar, en la prosperidad y la ética en la administración pública; en la sabiduría de la edad adulta; en el compromiso de los políticos con su pueblo y no con los financistas de sus campañas, para así construir una nación de provecho, equidad y armonía.

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Alfonso Espín Mosquera

Todo inicio es obra de un fin y el comenzar es la posibilidad de enmienda y mejoría. El Año Nuevo tiene la potestad de reorganizar la existencia, cosa posible solamente cuando hay la voluntad de los actores sociales y, en el caso del país, de los políticos que tienen en sus manos nuestra suerte. Si pensamos en los asambleístas y en los dirigentes de los movimientos políticos; igual que en los líderes indígenas o en los cabecillas de los grupos de presión, al parecer, estaríamos liquidados y a merced de sus intereses particulares.

Todos debemos hacer un mea culpa: empresarios y obreros; gobernantes y gobernados, sindicalistas, movimientos indígenas, asambleístas, funcionarios públicos, para redefinir nuestro papel en la vida del país y poner fin a las paralizaciones, a la irresponsabilidad, a la corrupción, a la destrucción de los bienes públicos y privados, a los atropellos, a la impunidad, a la grosería, a la vulgaridad y más vicios que sonsacan las conciencias de tantos entes de la vida pública, causantes del desastre de todos.

No se pueden repetir acciones, ni políticos prepotentes y autoritarios que desde una visión populista, alimentan los odios entre los grandes sectores y potencias mundiales, a costa de la pobreza, del fanatismo ideológico que tanto daño nos causó en la mal llamada década ganada y que sigue haciendo estragos en otros pueblos de la región.

Vale preguntarnos muy honestamente sí aún pensamos en el país como el lugar de nuestras realizaciones o, los malos ejemplos han desvirtuado nuestra conciencia, al punto de convertirnos en seres ajenos, quemeimportistas de nuestra realidad y por ende enemigos de la Patria.

Habrá que volver a creer en Ecuador, en nosotros mismos, en nuestra gente, en la unión familiar, en la prosperidad y la ética en la administración pública; en la sabiduría de la edad adulta; en el compromiso de los políticos con su pueblo y no con los financistas de sus campañas, para así construir una nación de provecho, equidad y armonía.

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Alfonso Espín Mosquera

Todo inicio es obra de un fin y el comenzar es la posibilidad de enmienda y mejoría. El Año Nuevo tiene la potestad de reorganizar la existencia, cosa posible solamente cuando hay la voluntad de los actores sociales y, en el caso del país, de los políticos que tienen en sus manos nuestra suerte. Si pensamos en los asambleístas y en los dirigentes de los movimientos políticos; igual que en los líderes indígenas o en los cabecillas de los grupos de presión, al parecer, estaríamos liquidados y a merced de sus intereses particulares.

Todos debemos hacer un mea culpa: empresarios y obreros; gobernantes y gobernados, sindicalistas, movimientos indígenas, asambleístas, funcionarios públicos, para redefinir nuestro papel en la vida del país y poner fin a las paralizaciones, a la irresponsabilidad, a la corrupción, a la destrucción de los bienes públicos y privados, a los atropellos, a la impunidad, a la grosería, a la vulgaridad y más vicios que sonsacan las conciencias de tantos entes de la vida pública, causantes del desastre de todos.

No se pueden repetir acciones, ni políticos prepotentes y autoritarios que desde una visión populista, alimentan los odios entre los grandes sectores y potencias mundiales, a costa de la pobreza, del fanatismo ideológico que tanto daño nos causó en la mal llamada década ganada y que sigue haciendo estragos en otros pueblos de la región.

Vale preguntarnos muy honestamente sí aún pensamos en el país como el lugar de nuestras realizaciones o, los malos ejemplos han desvirtuado nuestra conciencia, al punto de convertirnos en seres ajenos, quemeimportistas de nuestra realidad y por ende enemigos de la Patria.

Habrá que volver a creer en Ecuador, en nosotros mismos, en nuestra gente, en la unión familiar, en la prosperidad y la ética en la administración pública; en la sabiduría de la edad adulta; en el compromiso de los políticos con su pueblo y no con los financistas de sus campañas, para así construir una nación de provecho, equidad y armonía.

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