Un regreso silencioso y sin sonrisas a la nueva normalidad

Mercado Mayorista, Ambato, nueva normalidad, covid19, reapertura
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Toda la cuadra fue rodeada por policías, vallas, cintas de peligro y militares, el conductor del taxi tiene llena la parte de atrás de eucalipto, dice que eso y su fe son remedios eficaces contra el coronavirus, prefiere no acercarse al mercado Mayorista de Ambato porque “no es legal” y evita los puntos de control de tránsito.

En las calles hay cientos de personas, caminan desconcertadas, no tienen el carnet que les permite ingresar al mercado. Un grupo de estibadores ecuatorianos y venezolanos bromean arrimados a un carro, cambian de conversación y hablan de que hoy tampoco podrán trabajar.

El panorama es diferente, los buses repletos de pasajeros ya no circulan, los vendedores cambiaron los productos habituales por mascarillas lavables y guantes, afuera de una casa un maniquí hecho de palos sirve para mostrar un traje de protección color anaranjado, un hombre de alrededor de 30 años lo vende con sus dos hijas de no más de 10.

La dinámica del Mayorista ha cambiado de manera extrema, hay silencio, los vendedores informales de las veredas no están y quienes compran en pequeñas cantidades no pueden entrar.

Tres mujeres cogidas de las vallas miran con tristeza hacia adentro, añoran los días en los que podían trabajar, conversan de que hay una feria improvisada cuadras más arriba y que esperan comprar algo para revender con el poco dinero que les queda.

Ingresar al mercado es lo más parecido a una película de pandemias, primero se debe pasar por la carpa médica donde profesionales vestidos con trajes blancos apuntan el termómetro a la frente, luego se debe caminar distanciado de los demás por un callejón de vallas, para terminar en túneles aspersores de un líquido que huele a detergente.

Adentro el panorama tampoco es alentador, la sección minorista está abandonada, no hay las caseras que con halagos invitaban a comprar, pocos estibadores contemplan las naves casi vacías, algunos productores están desde la madrugada a la espera de los compradores, no están contentos y solo quieren acabar sus productos para irse a casa.

Pero esta es la nueva normalidad hoy palpamos como será esta dinámica a la que estamos obligados a acostumbrarnos, es la primera vez que una feria es tan callada y triste. Hoy sentí que perdimos algo.

Fotos y texto: Alex Villacis