El ciclo de cultivo de esta fruta es de siete meses y se logra buena productividad.
Quizá la más importante de las características del durazno, desde el punto de vista de la producción, es que es una fruta que se puede sembrar en cualquier época del año en Ecuador.
Las zonas de cultivo más apropiadas para el durazno son las áreas correspondientes a los valles interandinos e, incluso, las zonas altas, hasta los 3.000 msnm. Su raíz tiene una gran capacidad de adaptación que hace que la planta pueda adaptarse fácilmente desde suelos arenosos hasta arcillosos.
La variante mejor desarrollada en el Ecuador es la diamante, que fue introducida en el país desde Brasil, a partir de 1992 y que ha tenido gran adaptabilidad a las características del clima ecuatoriano y que logró buenos estándares de productividad, por lo que es la preferida de los agricultores nacionales.
La altura de la planta puede llegar a medir entre 2,5m y 3,5m. Una vez que inicia el enfloramiento, este puede llegar a ser abundante. La flor se autofecunda en un espacio de 10 días y en un período de siete días se inicia la caída de los pétalos, que es indio de que hay que abonar la planta para asegurar buenos frutos.
Las recomendaciones para sembrar los árboles de durazno es que se pueden plantar 1.000 tallos por hectárea. Se recomiendan prácticas de defoliación química para la buena salud de la planta, una poda especializada y un manejo adecuado del riego para que no reciba demasiada agua.
Las enfermedades más comunes son la cloca, la monilla y la mancha del fruto, que deben ser tratados con urgencia y con especialistas de Agrocalidad.
El ciclo total de esta fruta es de siete meses y, una vez cosechada, tiene un periodo de almacenamiento de 4 a 5 días en temperatura ambiente y 19 o 20 días en una refrigeración de 4°C, esta es una de las características más importantes en términos de productividad. Usualmente, el fruto en la variedad diamante es bastante grande, con un diámetro de entre 5,5 cm y 6,5 cm. (JRI)