Pasaron de la elaboración de muebles a la de ataúdes

Aporte. Varias familias encuentran en esta actividad un sustento.
Aporte. Varias familias encuentran en esta actividad un sustento.

Luego de más de un mes de para, los motores de las máquinas del aserradero del maestro Marfetán al sur de la ciudad, volvieron a sonar. El pequeño taller permanecía cerrado debido a la disposición de aislamiento por el coronavirus.

Antes de la pandemia el lugar se sostenía de la elaboración de pisos de madera para fruta, pero ahora eso quedó atrás. La necesidad y el hambre le obligó a innovar, pues ahora construye ataúdes de material económico.

“Somos cinco en mi familia y no podemos quedarnos sin comer, soy carpintero y a pesar de que no tengo práctica en los ataúdes me obligué a construirlos”, dijo Luis Marfetán, carpintero de 50 años, al tiempo de asegurar que un amigo es el que lleva los ataúdes a la Costa a venderlos ya que él trabajó en una funeraria.

La iniciativa se dio semanas atrás cuando comenzaron a obtener los materiales y ahora ya con la materia prima y pocos pedidos solo “queda trabajar como negros”, aseguró.

Sus hijos, Alejandro de 15 y Margarita de 13 son sus ayudantes, ellos aseguran que nunca pensaron ser parte de la elaboración de estos cofres.

“Ahora todos tenemos que ayudar para comer, pues la situación esta grave y para que nos pidan pisos nuevos va a pasar mucho tiempo”, afirmó el hijo mayor.

Alternativa

Caso similar es la que vive Luis Sinchiguano, carpintero, quien ante la necesidad de que su trabajo continúe y seguir brindándole un sustento a sus cinco trabajadores emprendió con los ataúdes.

Él comentó que antes de la pandemia su taller era reconocido por la confección de muebles de todo tipo, así como la de pisos e incluso en los momentos más difíciles se las ingeniaban para elaborar casas para perros o lo que sea en madera.

“Hicimos cuarentena 20 días, aguantamos, pero los recursos se acabaron y es ahí que mis trabajadores me preguntaban que cómo vamos a sobrevivir, que algo tenemos que hacer y es por eso que nació la idea de elaborar los ataúdes”, relató.

A decir de Sinchiguano el empeño de sus trabajadores le motivó a trabajar incluso sin tener ningún pedidos.

“Se me hace un poco complicado porque no tenemos experiencia, pero lo importante es que se genere una fuente de trabajo”, aseguró.

Beneficiarios

“Este trabajo me está ayudando para generar algo de dinero para la alimentación de mi familia porque ya no sabía qué hacer porque tenía semanas sin trabajar”, aseguró Mario Toalombo, obrero.

Para él cualquier trabajo es bueno en esta crisis y aunque no le desea el mal a nadie sabe que de una u otra forma los féretros se venderán porque son sencillos y económicos.

Uno de los clientes quien prefirió no revelar su nombre aseguró que en realidad esta opción de ataúdes económicos será de ahora en adelante la mejor alternativa pues, “ya no hay dinero para lujos que nos dábamos incluso sin contar con el dinero”.

Él fue uno de los que prefirió comprar un cofre mortuorio económico en estos talleres. (FCT)