Asesinos al volante

Asesinos al volante
Asesinos al volante

El micoles 24 de julio, Rosa Guadalupe Montero salia las 07h30 de su casa, ubicada en el sector de La Gasca, al norte de Quito. En sus brazos llevaba a su peque hijo de apenas dos as de edad.

Montero, de 22 as, jam llega su destino final. Un pesado bus perteneciente a la Cooperativa Trans Alfa, cuyo conductor se dio luego a la fuga, se encargde cegar su existencia. El hijo de Rosa salvsu vida de milagro.

El hecho en el que murila mujer, se dio en las calles Humberto Albornoz y Diego Narvz, al norte de Quito. Aparte de Rosa, otro ciudadano perdila vida. La Cruz Roja por su parte atendia 20 personas.

El informe presentado por la Polic dice que el conductor abusdel freno, pues el carro, modelo 1997, estaba en perfectas condiciones mecicas. Este hecho no es aislado. En tan solo la tima semana se produjeron en la capital cinco accidentes graves, ocasionados por buses, que dejaron igual nero de muertos y m de 15 heridos.

En el resto del pa, se contabilizaron 12 muertos y no menos de 60 heridos.
Las cifras son aterradoras: en so los primeros seis meses de este a han perecido por accidentes de trsito 817 personas, es decir un promedio de 136 por mes, o casi 5 diarios. Posiblemente las m altas del mundo, comparativamente con otras naciones con mayor nero de habitantes y mayor extensi que el Ecuador.
Los ciudadanos que han sufrido heridas o han quedado incapacitados por los accidentes, suman hasta ahora m de 2 mil.

Nadie responde

Lo peor de todo es que nadie responde por ninguno de los atropellos que se producen. Los choferes huyen de los lugares de los accidentes, al parecer obedeciendo una consigna en tal sentido de sus patrones, y los propietarios de los vehulos jam han llegado a cancelar ni una aspirina de un herido y mucho menos compensar econicamente a los deudos de quienes perecen.

No faltan los bujses que se estrellan contra casas, postes o puentes. Tampoco sus propietarios saldan las deudas y, por el contrario, son varios los casos en quienes reclaman resultan m perjudicados, por los gastos en abogados y juzgados tras presentar la correspondiente demanda.

Ni siquiera el Estado intenta que se cancelen los das de bienes como puentes, postes, alumbrado eltrico o telefico y rotura de hidrantes.
Otro aspecto es el de la fuga de los responsables de accidentes. Ninguna autoridad realiza una verdadera investigaci para dar con el paradero de estos criminales.

Preguntas sin respuesta

Co es posible que, cuando un chofer huye, el propietario del bus o la cooperativa respectiva no sepan qui es, dde vive y cu su nero de identificaci? Es la pregunta que se hace todo el mundo.

Como tambi se preguntan por quvehulos que muchas veces acaban, prticamente, de salir de una revisi tnica en la Polic de Trsito, pueden ocasionar los accidentes por fallas mecicas. Se deduce, entonces, que no hubo una verdadera revisi.

Y existen m interrogantes:
Por qumanejan los buses, y no pocas veces, los mismos jenes que sirven de ayudantes y controladores y quienes, casi siempre, carecen de la respectiva licencia?
Por quse otorgan licencias profesionales a quienes ni siquiera pueden aspiran a una tipo ‘sport’ para vehulos livianos?
Qui o quienes toman los respectivos exenes y firman los documentos?

Secreto a voces

Otras fallas de los conductores de buses tienen quver con el repetido rompimiento de las leyes de trsito. Para ellos no hay semoro que valga.
Ni parada que se respete. Los pasajeros deben bajar y subir «al vuelo» -lo que ocasiona no pocos accidentes- y, adem, bajarse donde al conductor le de la gana, luego de viajar un tramo «como si fuamos bultos de papas», como dijo uno de tantos pasajeros agredidos. A ello se completa el miedo por la velocidad que los choferes imprimen a sus muinas. Calles y avenidas donde se supone que la circulaci no debe exceder un lite de 50 kiletros por hora, son tomadas como autromos por los bbaros del volante. Y en las carreteras, ni se diga: los buses interprovinciales o interparroquiales pasan como bidos, sin importarles ni los pasajeros ni los otros vehulos. Por eso los accidentes son constantes.

A romper las reglas

Muchos ignoran, inclusive, que deben transitar siempre por la derecha. Pero, al intentar rebasar a otro bus, lo hacen por cualquier lado. Si es por la derecha, el ayudante saca el brazo para avisar a los otros vehulos de la maniobra, prohibida, por cierto. Y si es por la izquierda, muchas veces ni siquiera ponen en funcionamiento las luces direccionales respectivas y, al parecer, ni siquiera dan una mirada al espejo retrovisor.
Por eso, quienes conducen su auto cerca a un bus, lo hacen con temor. Y si alguien se atreve a reclamarles, los buseros simplemente responden con tranquilidad pasmosa y una varilla en la mano: «Oiga, tal por cual: usted tendrla v, pero yo tengo el bus!».
Lo peor de todo es que entre el caos y el peligro originado por los autobuses, reina la impunidad. En las propias narices de los polics se cometen las contravenciones y…no pasa nada.

Dues de las calles

La fuga del conductor, las supuestas «idas de frenos», las contravenciones, en general, parecen ya algo normal. Empero, detr de estos percances existen asuntos tambi preocupantes, que de no ser tomados en cuenta amenazan con convertirse en una verdadera bomba de tiempo.

Es un rumor a voces que la mayor de los choferes llamados profesionales adquirieron sus licencias de forma fraudulenta. «Su formaci es empica. No saben nada de la Ley de Trsito y peor de mecica. Esa es una de las causas para que se produzcan graves accidentes de trsito», asegurun oficial de la Polic que pidila reserva.

La cultura del irrespeto

Para el Director General de Trsito, general Jorge Poveda, en el Ecuador existe una cultura del irrespeto a la ley y m a a la de trsito.
Seg Poveda, los dues de las unidades de transporte por ganarse unos centavos m, prticamente abusan de sus empleados, en este caso los choferes.
Y es que, en opini del alto oficial, tener a una persona 16 horas sentada detr de un volante constituye un acto criminal. Con este criterio coinciden los socorristas de la Cruz Roja, pues seg ellos, el agotamiento del chofer hace que el hombre pierda las facultades de reacci, especialmente en caso de una emergencia.

Al hablar de cultura del irrespeto, no se debe dejar pasar por alto el elevado nero de accidentes de trsito, que se producen anualmente por culpa de la embriaguez del conductor.

De acuerdo con datos de la Polic de Trsito, cada a se realizan campas que hablan sobre el tema, pero parece que la gente solo hace caso cuando le sucede algo raro.

Para Poveda, las cosas cambiar cuando los ecuatorianos aprendan a respetar la ley, es decir, a tener una cultura de respeto hacia los dem, pues por ahora, es como si cada conductor se creyera due de la calle.

M de 17 horas manejando

El cansancio de los choferes y el procenaje que se les paga son tambi causas para los accidentes.
Los transportistas urbanos permanecen al volante hasta 17 horas diarias y a veces m. Apenas tienen entre 15 y 20 minutos de descanso al final de una vuelta. Al d deben cumplir entre 5 y 7 recorridos dependiendo de la distancia de la ruta y de la congesti vehicular.

RenMeneses, tiene 30 as y desde hace siete trabaja como chofer en la Cooperativa Pasquisha. El se levanta a las 04h30 para iniciar la jornada. A las 05h00 llega al barrio La Planada, ubicado al noroccidente de la ciudad para empezar su trabajo.
Debe llegar hasta la Mar y retornar a La Planada. En este trayecto se demora entre dos horas y diez minutos y dos horas y media. Al llegar a la parada, icamente tiene tiempo para ir al ba, lavarse la cara y tomar fuerzas para la segunda vuelta.
El resto de recorridos es similar. A la tercera vuelta almuerza, ridamente, porque debe salir ya que el despachador le indica que se terminel tiempo de descanso.
Durante el d tiene que soportar el sol, el ruido, la contaminaci, la congesti vehicular y hasta el mal humor de los pasajeros. Estos factores hacen que Rencambie de carter y aunque sostenga lo contrario, el cansancio se refleja en su rostro.
Meneses termina el trabajo cerca de las 22h00. «Todo depende del due del carro», manifest Existen propietarios que obligan a los conductores a realizar una vuelta adicional, pero en otros casos el propio conductor desea trabajar m, con la finalidad de obtener mayor ingresos.

Meneses, generalmente, llega a la casa ubicada en el Condado a la media noche, lo que significa que duerme unas cuatro y cinco horas porque el mismo horario debe cumplir al siguiente d.

Carlos Junca, otro conductor, sostiene que el propietario del bus que conduce le insin que si quiere ganar m, debe correr m. «Y por los accidentes, no se preocupe» vuese, no m que mi abogado arregla el resto», asegura que le recomienda su patr.

El porcentaje

La mayor parte buses urbanos son conducidos por choferes, que ganan un porcentaje de lo que se obtenga al d, y que va del 10 al 18 por ciento. Este es el motivo para que los transportistas empiecen a competir entre ellos, con el objetivo de recoger m pasajeros. Mientras m personas lleve m ingresos recibir Meneses y Junca ganan entre 12 y 15 dares diarios. Con este dinero deben mantener a su familia. En el caso de Meneses, tiene tres hijos, su esposa no trabaja y vive en arriendo.
El no estde acuerdo con trabajar menos tiempo porque esto implicartambi menos ingresos econicos.

Washington Hoyos, vicepresidente de la Cooperativa Pasquisha, indicque los choferes no aceptan trabajar por un sueldo porque no les conviene. Ganando un porcentaje reciben m. «Yo les he ofrecido pagar 200 dares mensuales m los beneficios de ley», apunt

Respecto a las horas de trabajo, Hoyos mencionque los transportistas trabajan un d y otro descansan. Descartla posibilidad de contratar dos choferes para un mismo d porque, seg , existen problemas al entregar el dinero. «Los dos choferes empiezan a culparse», explica.

El mercado, saturado

Armando Calle es propietario de un bus urbano que trabaja en la Cooperativa Calder (interparroquial), No justifica la imprudencia de los choferes que protagonizan autticas carreras de buses por ganar pasajeros, «porque eso atenta a la vida de los dem». Sin embargo, deja entrever que en determinadas horas los choferes se «desesperan porque hay pocos pasajeros y la demanda de buses es grande». Por ello se queja de que algunos ds los ingresos sos muy bajos, que «a duras penas alcanzan para cubrir la deuda del bus, el pago del chofer y los insumos (repuestos, lubricantes, neumicos, etc.)».

Por lo general el empleado entrega al due de la unidad entre unos 120 y 150 dares, seg la propia fuente, de esto se deduce el pago al chofer (15 dares) y al ayudante (8 dares), ascomo llenar el tanque de combustible (20 dares). «Pero diariamente debemos ahorrar para cancelar una deuda que muchas veces no podemos cubrir mensualmente», sela Calle, al recordar que los pagos mensuales oscilan entre 800 y 1.500 dares.

Guayaquil o el caos

La ciudad m poblada del pa, Guayaquil (sobre los 2 millones de habitantes) vive un caos similar al de Quito con el transporte. Es com ver circular a los buses en forma rauda sin mantener ning respeto al peat, al pasajero ni a los conductores de otras unidades.

«Aqunadie controla esto, para nosotros es normal ver estas escenas. Para ser pasajero hay que estar bien del coraz y del sistema nervioso», dice un taxista. Adem cuestiona la gesti de la CTG, cuyos elementos reemplazan a la Polic Nacional en el control del trsito durante las 24 horas.

Las coimas, el abuso y poco control que ejerce esta entidad policial en las carreteras, han dado lugar a policas y cuestionamientos. Sin embargo, su estructura y operatividad continn inalterables. De su control se encargan varios representantes de organismos colegiados tanto de las entidades gubernamentales como de la sociedad civil.

Un gran porcentaje de choferes urbanos iniciaron como ayudantes seg explicaron los transportistas.

Cada semana se sancione hasta 10 conductores en la Cooperativa Paquisha por diferentes causas.

Los choferes m jenes corren m en las calles y avenidas que los mayores.