En una mañana de martes, en la Universidad Central del Ecuador (UCE), un grupo de jóvenes se detiene para alimentar a ‘Ninfa’ y a ‘Negrito’. Ellos son dos de los 25 perros que a diario pasean por el campus.
Los peludos son los consentidos de la comunidad universitaria que, a través del colectivo Manada UCE y la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) han adecuado espacios para perros y gatos en situación de abandono.
Casas por facultad
Cristian Chávez, presidente de la FEUE, señala que el colectivo Manada UCE trabaja desde hace largo tiempo a favor de la fauna que se adentra en la universidad.
La FEUE decidió unirse a esa labor, para colocar una casa con agua y comida en cada facultad. “Nosotros dotaremos de todos los materiales. Ellos nos aportan con su experiencia”, indica. Al momento hay 14 casas y faltan siete para cumplir la meta.
Volverse más humano
Eliana Betancourt, estudiante de Comunicación, se acerca a una de las casas y juega con los perros mestizos y les acerca un plato con comida. “Son muy lindos, nos transmiten paz y alegría”, comenta la joven de 22 años, quien desea sumarse a la campaña.
Sandra Viteri, secretaria del decanato de la Facultad de Comunicación, siempre está pendiente de los perros. Considera que los animales son los seres más indefensos, por lo que “un verdadero ser humano es aquel que los respeta”.
Nuevas oportunidades
En los espacios exteriores de otra facultad se puede ver a ‘Maggy’, una cachorra color café que tiene un listón rojo en el cuello. Eso significa que está esterilizada.
Chávez señala que parte de la campaña consiste en esterilizar a los caninos, no solo de la ‘U’ sino a los que deambulan en las afueras. Luego se inicia la búsqueda de adoptantes.
Es el caso de ‘Felpudo’ y ‘Renato’, los cuales vivieron varios años en la Central. A ellos les encontraron una familia y ahora viven en una finca en La Maná (Cotopaxi).
Poca empatía
Antes de integrarse a la campaña, la FEUE realizó encuestas para saber si los estudiantes estaban de acuerdo con que se ayude a los animales. El 90% respondió favorablemente. Sin embargo, hay quienes actúan en contra de esta labor.
Viteri levanta un envase de detergente que fue partido a la mitad y que ahora contiene alimento para perro. “Los anteriores platitos se los robaron”, dice con indignación.
Lo mismo sucede en el ‘come-dog’ ubicado en la Facultad de Jurisprudencia, donde hay quienes lanzan colillas de tabaco dentro del agua y a la comida de los animales.
Lorena Izurieta, funcionaria de esa facultad, comenta que se debería dar una cátedra para que la gente aprenda sobre el respeto a la vida animal y las necesidades alrededor de la fauna urbana.
Izurieta es activista desde hace mucho tiempo. Ella se ha encargado de esterilizar a la mayoría de perros que se encuentra en la Central y en su barrio, La Vicentina. (AVV)