¿Tenemos líderes?

Hubo una época en la que los líderes estaban en todos los gobiernos y los partidos políticos, como siempre los revolucionarios anhelaban ocupar altos cargos en la burocracia pública. La historia del mundo y la política lo describen muy claramente. En los últimos tiempos los “líderes” han llegado a la fama a través del mundo digital; la tecnología ha permitido que los mensajes afirmen o distorsionen la realidad, incluso influyan en los resultados electorales de algunos países llevándolos a la dictocracia. Los gobernantes de los países que han caído en esta distorsión de la democracia intentan aplastar a sus adversarios, a la vez que requieren de su apoyo incondicional, sobre todo cuando exigen controlar sus capitales.

Este tipo de régimen usa las redes sociales para movilizar grupos de activistas alrededor una “causa” sin dar cuenta a nadie, excepto al dueño del grupo dictatorial al que pertenecen; de esa forma, maniobran clandestinamente, organizan el caos, escapan al control de la ley y se victimizan como perseguidos políticos. Ecuador lo vivió en octubre del 2019, cuando la anarquía, la destrucción, el vandalismo y el desconcierto creado por escurridizos dirigentes revolucionarios, astutos y burlones de la justicia, destruyeron las instituciones públicas y privadas en Quito y otras ciudades del país, mediante la agresión de hordas de agitadores insolentes.

Gobiernos dirigidos por demócratas, conservadores, republicanos, laboristas, socialistas, democristianos o socialdemócratas sufren las consecuencias de este tipo de acciones, ya que los inversores emprenden la retirada, los intereses suben y los valores bursátiles caen. El ciberactivismo utiliza herramientas digitales legales o ilegales para sus fines políticos. Esta nueva clase de activistas políticos e independientes actúan a través de las redes sociales como piezas del grupo de piratas informáticos.

La dispersión del poder político y la ineficiencia de los actores públicos es una alerta, para que instituciones del Estado y funcionarios electos por votación popular cuenten con profesionales capaces y utilicen estrategias de comunicación idóneas para que puedan actuar en democracia.