Cita médica

Yadira C. Torres

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Asistí a una cita médica la semana que concluyó y la percepción que sentí de contacto médico paciente fue un tanto displicente o incapaz de sostener amablemente una conversación que despeje dudas y sugiera alternativas para atenuar el malestar. Acudieron a mi mente ciertos rumores que circularon por la ciudad (caso Alejandra), mentalmente asentí que se trataba de una racha de prevención.

Al margen de esto, en mi memoria tengo las jornadas emprendidas por los grupos involucrados, que con consignas recorrían el centro de la ciudad, en busca de sensibilización y justicia. ¿Habrá primado el sentido común con estas actitudes? A mi criterio, se perdió cuando encontraron eco en la prensa y lo llevaron al descrédito a través de las redes o, como en Derecho se diría revictimizaron a la víctima haciéndola vivir una experiencia traumática al ser receptora de tratos injustos por parte de quienes no coincidieron con su actuar; factor cronificante y potencialmente dañino para su psiquis.

Se hablaba de vulneración de derechos, injerencia en la justicia, de que el perfil no encajaba con la perversión aducida, del precedente jurídico en caso de que el médico sea condenado culpable. Una clase médica dolorida emocionalmente y a merced de los futuros lineamientos políticos y jurídicos del país. Dos grupos enfrentados: uno feminista en busca de que se respete sus derechos, y; otro profesional en busca del respeto clasista y seguridad para el desenvolvimiento en labores a ellos encomendadas.

Una mezcla de lo irrecuperable, de lo perdido, de formas y actitudes que destejen y tejen la vida; susurros que circulan en una sociedad que en parte antepone el morbo tapado con un fingido qué pena, desplazando a la verdadera solidaridad por intereses particulares. Viví una cita médica con sabor a inseguridad. (O)