En Vilcabamba un mexicano exhibe un altar de muertos

Apoyo. Son 5 años que Raúl Hernández cumple con esta tradición en esta parroquia lojana.
Apoyo. Son 5 años que Raúl Hernández cumple con esta tradición en esta parroquia lojana.

Raúl Hernández lleva cinco años mostrando en Ecuador parte de la tradición de su país, una conjugación de culturas.

Redacción LOJA

“Estamos esperando a los muertos”, comenta Raúl Hernández Báez, quien es un mexicano que se enamoró de la parroquia lojana Vilcabamba, al sur del país. Lo dice viendo al altar de muertos que realizó en su restaurante Murano, tradición que la mantiene en Ecuador hace unos cinco años.

El restaurante queda en las calles Sucre y Diego Vaca de Vega, en el centro del ‘Valle de la longevidad’. Muchos de sus amigos y de los turistas, cuando acuden, aprovechan para tomarse fotos y preguntar sobre esta tradición mexicana.

Según Hernández, ubican fotos de personas que fallecieron y a su pie o a los costados ponen los que fueron sus alimentos preferidos y las herramientas que utilizaban para trabajar.

También ubican las catrinas, que son caricaturas y que las hizo José Guadalupe Posada, quien era un pintor de México. “Se burlaba de los estratos sociales, eres rico o pobre, pero vas al mismo lado”, refiere. Por eso, menciona que las catrinas siempre tienen sombreros y vestidos grandes como los aristócratas. Afirma que el primero de noviembre, de acuerdo con la creencia, llegan los niños, y el 2 los mayores. “Es un banquete que les preparamos con la música y las cosas que les gustaban”.

Raúl considera importante mantener la tradición de su país, pues indica que en la parroquia Vilcabamba hay diversidad de extranjeros, quienes comparten sus tradiciones y la cultura de cada lugar, “¿por qué no dar a conocer lo que somos?”, aduce.

Tradición. El altar se encuentra en el restaurante Murano, propiedad de Raúl Hernández, en el que ofrenda a sus muertos.
Tradición. El altar se encuentra en el restaurante Murano, propiedad de Raúl Hernández, en el que ofrenda a sus muertos.

Referencia
Según información del medio de comunicación mexicano 60 minutos, los orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles, quienes tenían una concepción unitaria del alma, concepción que les impidió entender el que los indígenas atribuyeran a cada individuo varias entidades anímicas y que cada una de ellas tuviera al morir un destino diferente.

Dentro de la visión prehispánica, el acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados o inframundo, también llamado Xiomoayan, término que los españoles tradujeron como infierno.

EL DATO
El altar es la representación iconoplástica de la visión que todo un pueblo tiene sobre el tema de la muerte.El viaje duraba cuatro días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlán: Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y su compañera Mictecacíhuatl (señora de los moradores del recinto de los muertos). Estos lo enviaban a una de nueve regiones, donde el difunto permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el Mictlán y llegar así al último piso, que era el lugar de su eterno reposo, denominado ‘obsidiana de los muertos’.

Gráficamente, la idea de la muerte como un ser descarnado siempre estuvo presente en la cosmovisión prehispánica, de lo que hay registros en las nacionalidades totonaca, nahua, mexica y maya, entre otras. En esta época era común conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexicano, iniciando en agosto y celebrado todo el mes.

EL DATO
Los deudos tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con la familia ese día, y así consolarlos y confortarlos por la pérdida.Para los indígenas, la muerte no tenía la connotación moral de la religión católica, en la cual la idea de infierno o paraíso significa castigo o premio. Los antiguos mexicanos creían que el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido y su comportamiento en vida.

Por citar algunos ejemplos, las almas de los que morían en circunstancias relacionadas con el agua se dirigían al Tlalocan, o paraíso de Tláloc; los muertos en combate, los cautivos sacrificados y las mujeres fallecidas durante al parto llegaban al Omeyocan, paraíso del Sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. El Mictlán estaba destinado para quienes fallecían de muerte natural.

Los niños tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche para que se alimentaran.

Los entierros prehispánicos eran acompañados por dos tipos de objetos: los que en vida habían sido utilizados por el muerto y los que podía necesitar en su tránsito al inframundo.

ACOGIDA. Los turistas acuden al lugar para tomarse una foto y conocer sobre las costumbres mexicanas.
ACOGIDA. Los turistas acuden al lugar para tomarse una foto y conocer sobre las costumbres mexicanas.

La época actual
El sincretismo entre las costumbres españolas e indígenas originó lo que es hoy la fiesta del Día de Difuntos. Al ser México un país pluricultural y pluriétnico, tal celebración no tiene un carácter homogéneo, sino que va añadiendo diferentes significados y evocaciones según el pueblo indígena o grupo social que la practique. Así, se construye más que una festividad cristiana, una celebración que es resultado de la mezcla de la cultura prehispánica con la religión católica, por lo que han logrado mantener vivas sus antiguas tradiciones. (DVL)