Evocaciones para Sara

Rocío Silva

Y hubo un grito revolucionario de a de veras, el más influyente ocurrido en París-Francia, entre mayo y junio de 1968. No se perseguía llegar al poder sino cambiar la sociedad, un movimiento para reivindicar más libertades en la esfera privada que cuestionó la esfera pública.

Nadie lo intuyó, nadie pudo detenerlo. Un 3 de mayo los estudiantes de la clausurada Universidad de Nanterre, se trasladaron a la Sorbona. Ni siquiera los cientos de detenidos, pudieron frenar el ímpetu de esos jóvenes. A ellos se unieron millones de obreros que secundaban la huelga general convocada por los sindicatos en una paralización sin precedentes en la Francia de las postguerras, en mayo 68 había una Francia temblorosa. La calma regresó en junio, pero nada volvería a ser igual; se habían puesto de manifiestos causas diferentes como el ecologismo, la libertad sexual, la educación igualitaria o el feminismo y todas fueron impulsadas como nunca antes. El mayo francés transformó ideas y valores morales, no cambió el poder ni el sistema. Fue una eclosión de libertades y causas.

Los derechos civiles, el antinuclearismo, la revolución sexual, el antibelicismo tuvieron cobijo bajo un paraguas que reclamaba una nueva moral y una nueva sexualidad. Las perspectivas libertarias se canalizaron posteriormente en el feminismo, la ecología, la lucha contra el racismo. El espíritu de mayo del 68 atacaba a las discriminaciones.

Había emergido una cultura juvenil rebelde, una propuesta filosófica que hizo nido en la Academia, nunca cómoda, nunca cómplice, nunca corrupta. “Ni el mundo ni la vida volverán a ser como eran”, dijo un atrevido joven que interpeló al ministro de Educación que fue a Nanterre a presentar el libro blanco de la universidad francesa. Hoy usted, Sara Velasteguí, vivifica esas experiencias, usted no usa adoquines, ni barricadas, usted empuña su valentía a través de su cuenta de Facebook, se arma de la solvencia de su frase: “No me callo nada”. Cuando esto haya pasado, se sabrá que ya nunca más la Universidad Técnica de Ambato volverá a ser como es, hubo alguien que empezó a dar el grito.