A mi amigo

Andrés Pachano

“…Platero, tú nos ves ¿verdad? / ¿verdad que tú nos ves?, si… tú nos ves / ahora estás en el prado del cielo… / y llevas sobre tu lomo peludo ángeles de niños…” (Juan Ramón Jiménez). Yo recojo esa voz para él.

¡Es la existencia!, seres que vienen, seres que se van. A nosotros en su momento nos llegó un ser inmejorable, que acompañó, como un bálsamo saludable, el tráfago de vivir. Alteró las rutinas y proscribió tedios, los postergó como presintiendo su corto juntar de sentimientos en nuestro morar; fueron momentos alegres, unívocos, perdurables.

Pronto, muy pronto se adueñó de los quereres e impuso sus voluntades; hermoso en su proceder, infatigable e insistente en sus apetencias, no perdonó jamás sus diurnas caminatas y con su potente voz, reclamó a diario su derecho al juego en el parque, a su encuentro con sus congéneres de disfrute cuando recién rayaban las auroras.

Conoció con exactitud de relojero nuestras rutinas, a las que pronto hizo suyas anticipando sus pedidos de caricias que devolvía con los tiernos arrumacos que, pese a su inmensa corpulencia, los brindó con ternura. Inclemente también fue a la hora de reclamar su derecho a la alimentación y a la golosina.

Nunca escatimó ni rehuyó el abrazo de los niños, que por sincero es saludable, a ellos siempre devolvió, generoso, la caricia; su naturaleza los prefirió.

Este ser maravilloso fue quien, sin interrupción alguna, escuchó esos largos e interminables soliloquios en nuestros diarios paseos cuando las tardes comenzaban a dormirse y dar paso a las penumbras tiernas de las noches. Esos momentos insustituibles, permitieron entender las humanas misantropías. Fueron instantes del ininterrumpido disfrute de años de amistad. Extrañaré siempre esas cálidas caminatas con mi amigo, con Jack mi Perro, que temprano rindió sus fuerzas a la vida.

Recojo en tu honor y para nuestro recuerdo las palabras de Juan Ramón Jiménez a Platero, para decirte amigo: “…¿te acuerdas aún de nosotros?…/ el sol dorará las hojas / dará diamantes al río, / hará un canto de oro y risas / con el viento…”.

Y tu como Platero: “…así: negro…así blanco… así muy pequeño… así muy grande…”.

Así fuiste. Así te fuiste mi amigo.