El besamanos

Jorge Oviedo Rueda

¿Nos libraremos algún día de esa horrible herencia hispana de besar la mano de nuestros opresores? Leo que la alcaldesa de Barcelona -una dama de apellido Colau- ha declarado que asistirá a una cena con el rey Felipe VI, pero no al ‘besamanos’ -que es una recepción protocolaria en la que se rinde pleitesía al rey- por considerarlo un acto de “vasallaje impropio de una democracia del siglo XXI.”

También leo que un rapero español ha sido condenado por ofensas a la corona y leo por doquier que las monarquías del mundo siguen vivas a más de doscientos años de que fueran decapitadas en el París revolucionario de los jacobinos.

En América Latina no hay monarquías, pero hay democracias que parecen, no tanto por las formas como por las costumbres de los mandatarios. No me cabe la menor duda de que se trata de ese lado oscuro que la conquista española imprimió en el alma de nuestros pueblos.

El ‘Dioselopay, amito’, el ‘mande usted, señor’ y la misma costumbre de anteponer los títulos al nombre de las personas han sido formas habituales de nuestro trato diario. Hoy quizá ya no los escuchamos con tanta frecuencia, pero se hacen evidentes cuando del poder se trata. En este nivel el vasallaje se viste de frac y engrasa las vértebras para que la venia sea más profunda. A nombre del amor a la Patria se archivan los principios y se practica el ‘vasallaje democrático’.

¿Cómo, si no, explicar que un ejército de lacayos que antes rendían pleitesía al monarca Rafael, ahora besan la mano del rey Lenín? Repugna la actitud del actual mandatario que condena a su antecesor y permite que los mismos besamanos de antes se la besen a él ahora. Vivimos un Estado de servidumbre que no encaja con el espíritu de libertad que tiene toda revolución.

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