Conocer al vecino: La Princesa que abolió la esclavitud

Autor: Revista Semanal | RS 68


A pesar de que Brasil, es el país más extenso de Sudamérica y que sus linderos topan con casi todos los países de esta región, excepción hecha con Argentina, Chile y Ecuador, es muy poco lo que se conoce de la historia de este gigante dormido.

A más de que su idioma es el portugués y que ha sido, en 5 ocasiones, campeón mundial de fútbol, los sudamericanos de los otros países desconocemos a las figuras importantes que forjaron a ese país: Pedro I; Pedro II y la princesa Isabel Cristina son figuras que apenas sobreviven entre los estudiantes que cursaron la universidad en uno, de las decenas, de los centros de educación superior que existen en su territorio.
Pero, si revisamos la historia de este inmenso territorio, la sorpresa es mayor, pues, nadie fuera de Brasil, (excepto claro está de los estudiosos del mismo) conoce, o al menos, a oído hablar de personajes como Dandara, Marcal de Souza Tupäi o de Francisco José do Nascimento, peor aún de María Quitéria de Jesús.

Entre los ecuatorianos, Pelé es mucho más conocido que Pedro I, y eso que este último, fue un Rey de Portugal que cruzó el Atlántico para venir a América y gobernar su imperio desde Brasil, mientras que el primero es el Rey del Fútbol.

Inacio Lula da Silva es un referente de los admiradores de la llamada Izquierda latinoamericana, o del Foro de Sao Paulo, pero casi nadie a escuchado mencionar a Dandara, una guerrera afrobrasileña, defensora del Quilombo dos Palmarés.

Neymar es un futbolista conocido, mientras que Jorge Amado, un escritor digno de un premio Nobel, es apenas un referente en el círculo de los lectores de literatura.



Ronaldo Y Ronaldinho son admirados en todo el mundo, incluyendo, claro está, en el Ecuador, pero muy pocos conocen o habrán oído hablar de Vinicius de Moraes, o de Sergio Mendes, dos grandes músicos, poetas y compositores de la bossa nova.
¿Algún ecuatoriano tiene idea de quién fue Antonio Francisco Lisboa, mejor conocido como Aleijadinho? No, claro que no. Ni siquiera entre los estudiosos del arte barroco, a pesar de que Quito es considerada como una ciudad barroca y sus templos son la demostración de esta escuela artística. Aleijadinho es, por su parte, considerado por todos quienes han estudiado el arte barroco, como el mejor exponente de esta escuela en toda América Latina.
Así, entonces, podemos afirmar que somos vecinos desconocidos. Estamos ubicados cerca a Brasil, pero, poco o nada sabemos de él.

UN POCO DE LA HISTORIA DE BRASIL
En 1798 nació en Portugal, Pedro de Braganza, que sería conocido como Pedro IV en Portugal, pero como Pedro I en el Brasil, pues se convirtió en el primer Jefe de Estado de ese país, luego de haber sido declarado como emperador de este territorio. En 1.817 se casó, por poder, con María Leopoldina, hija del emperador de Austria, Francisco I. Ella vino a América a vivir con su esposo y nunca más volvió a Europa.

De su matrimonio nacieron 7 hijos, uno de los cuales, Pedro, sería su sucesor con el nombre de Pedro II.

LA REDENTORA
De este Pedro, es decir el Pedro II, nacería Isabel Cristina, quién, con letras de delicada caligrafía, firmaría un pergamino en el que se puede leer: “Queda declarada extinta la esclavitud en Brasil”, el 13 de mayo de 1888, acabando con más de 3 siglos de vigencia de este sistema inhumano, en ese territorio. Gracias a ese gesto, la princesa fue reconocida como “la Redentora”.

A REVISAR SU FIGURA
Sin embargo, en estos días, esta figura histórica del Brasil está sometida a un profundo escrutinio. “Desgraciadamente lo que conocemos de la princesa Isabel se contó desde una perspectiva muy blanca de la historia de Brasil. Parece que un lindo día se levantó y dijo ¡se acabó la esclavitud!, dejando en un segundo plano una serie de luchas que marcaron Brasil desde 1865-1868 hasta la abolición”. Quién así lo afirma es la historiadora Ynaê Lopes dos Santos, autora del libro Racismo brasileño.

La ley Áurea, como es conocida la ley firmada por Isabel Cristina, según algunos autores no respondía a la voluntad de la princesa, sino a las presiones políticas internas e internacionales que pesaban sobre su gobierno. “No le quedaba otra opción”. La norma supuso formalizar algo irreversible. Los periódicos de la época hablaban incluso de guerra civil. Los movimientos insurgentes, las fugas en masa o las invasiones de fincas proliferaban por todo el país. Las provincias de Amazonas y Ceará ya habían abolido la esclavitud años antes, las presiones internacionales, sobre todo de Inglaterra, ya eran insostenibles, y sobre la élite de terratenientes sobrevolaba el fantasma de Haití, único país donde la rebelión negra triunfó y desembocó en una república independiente.

Esta revaloración de la figura de la princesa y de su acto de manumisión, está presente y creciendo en el ambiente intelectual y político de ese país. El actual gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva rebautizó un galardón llamado Orden del Mérito Princesa Isabel, por el de Luiz Gama, en homenaje a un abogado autodidacta que fue esclavizado durante diez años y que gracias a sus conocimientos jurídicos logró la libertad de más de 500 personas, convirtiéndose en uno de los más destacados líderes abolicionistas.
Así, entonces, la princesa Isabel Cristina, mujer adorada por los descendientes de los esclavos en el Brasil, a la que le dedicaban canciones de carnaval y ofrendas como a una diosa, está entrando en el limbo de una nueva generación de historiadores, intelectuales y políticos que buscan reescribir la historia de su país, mientras que Roberto Carlos y Neymar siguen en la mente de millones de seres humanos de esta tierra sudamericana.