Tres claves para aprovechar la inteligencia artificial

Una de las claves es saber quién está detrás del desarrollo de las aplicaciones.
USO. Una de las claves es saber quién está detrás del desarrollo de las aplicaciones.

Tres especialistas explican la necesidad de comprender el origen, las limitaciones y las posibilidades de esta nueva tecnología para su uso seguro y ético. No se trata de huir de ella, sino descubrir cómo sacarle provecho, sin caer en ninguna ‘trampa’. 

EL DATO
El analfabetismo digital en el Ecuador alcanza el 8.2%.

Un aporte de: Ecuador Verifica

Se trata de Jorge Cruz, coordinador de la maestría en Comunicación Estratégica e investigador del Observatorio de Comunicación de la Universidad Católica de Quito; Oswaldo Moscoso, director de la maestría en Ciberseguridad y coordinador de las carreras en línea de la Universidad UTE de Quito; y Marcelo Ayala Vargas, licenciado en periodismo y comunicación digital por la Universidad Católica de Brasil, con más de una década de experiencia como reportero, community manager y director de proyectos editoriales.

Estos expertos coincidieron en puntualizar al menos tres claves para aprovechar, de forma ética y segura, las nuevas herramientas de inteligencias generativas:

Primera clave 

Comprender cómo se construyeron estas herramientas y quiénes son las personas responsables de su creación.

Los tres especialistas consultados argumentaron que la alfabetización digital no solo implica el dominio de las herramientas tecnológicas, sino también la capacidad de comprender cómo se generan y se difunden los contenidos digitales. Esto, agregaron, permite a la gente identificar y resistir la propagación de desinformación y la manipulación informativa.

Jorge Cruz consideró indispensable empezar a abordar este tema formulando una pregunta aparentemente sencilla, pero de gran complejidad en la actualidad: ¿Comprendemos de dónde proviene la información que utilizamos?

Cruz dijo que la inteligencia artificial nos proporciona información, pero es importante comprender cómo esa información llega a la máquina mediante un proceso de ‘Machine Learning’ (aprendizaje automático) y luego cómo la máquina la utiliza, teniendo en cuenta elementos como la distorsión o las particularidades de las bases de datos.

“Para que una máquina diga algo con inteligencia artificial, hubo un ser humano que, no sólo creó el algoritmo y las fórmulas matemáticas, sino también un proceso de aprendizaje. La máquina aprendió a partir de los datos que se ingresaron, ya sea en un proceso cuidadoso o sin suficiente ética. Y los resultados dependen de esto”, resumió.

Moscoso aclaró que las dos herramientas de inteligencia artificial generativa más conocidas y usadas en todo el mundo (ChatGPT de Open AI y Bard de Google), todavía funcionan con versiones en desarrollo; por tanto, siguen aprendiendo mediante algoritmos que captan y relacionan información de grandes bases y repositorios de datos, como Wikipedia.

“En algunos casos funciona bastante bien, mientras que en otros presenta errores. Por lo tanto, la alfabetización digital se vuelve aún más necesaria en la actualidad, para que las personas puedan comprender que no todo lo que consumen, generado por la tecnología, es preciso”, indicó Moscoso.

Segunda clave

Comprender el rol de asistente o complemento, en lugar de reemplazo, en las decisiones humanas y en el trabajo propio del ser humano.

El ser humano tiene, no sólo el rol principal, sino el juicio, responsabilidad y la precaución, que son características humanas, sobre la producción y el consumo de contenidos confiables y verificados, sostuvo Moscoso, luego de recordar que los contenidos generados por las inteligencias artificiales más avanzadas aún presentan errores e imprecisiones.

“Aportan mucho en temas de educación, pero es fundamental indicar que el contenido generado por estas plataformas proviene de ellas, para que las personas estén conscientes de su origen y sepan que podrían existir errores en lo que están viendo y leyendo”, sostuvo sobre la responsabilidad de los generadores de contenidos de advertir claramente la autoría de los mismos.

Tercera clave

Mantener siempre una actitud abierta y dispuesta a aprender.

Según Cruz, este desafío es de gran magnitud para todos, pero, especialmente, para la academia, debido a su responsabilidad en la formación profesional de las personas. Las universidades jesuitas, por ejemplo, se encuentran en plena etapa de investigación y desarrollo de nuevos enfoques de educación superior, considerando los límites y las posibilidades de las inteligencias artificiales, sostuvo.

Para la academia es necesario evaluar el actual estado de las competencias digitales y mediáticas de sus estudiantes y cómo renovarlas y actualizarlas ante las exigencias laborales y sociales de los nuevos tiempos, indicó.

“Esta es una tarea viva que siempre debe estar modernizándose para entender las nuevas lógicas”, sostuvo, luego de señalar que en materia de impacto social de estas tecnologías “no hay una verdad absoluta”.

Similar criterio formuló Ayala, quien recordó que, a pesar de su creciente uso de estas nuevas tecnologías, para una gran cantidad de gente no es fácil entender las implicaciones y consecuencias en diversos ámbitos laborales alrededor del mundo.

«Tenemos que ser más cuidadosos y mantener un enfoque crítico hacia el uso de la tecnología digital, ya que ahí radica la clave de la alfabetización digital», afirmó.