Los altos índices de aprobación del presidente salvadoreño han hecho que varios aspirantes al poder apuesten por las mismas prácticas de mano dura para ganar elecciones
Días antes de que las autoridades electorales lo sacaran de la contienda por la Presidencia de Guatemala, Carlos Pineda —entonces el candidato que encabezaba las encuestas— viajó a El Salvador para mostrar su admiración por el presidente de ese país, el joven populista Nayib Bukele.
“Me vine a El Salvador a conocer la prosperidad de un país cuando el dinero no se roba y alcanza”, escribió en Twitter el político.
La admiración de Pineda por Bukele es una muestra del atractivo que el controvertido mandatario genera entre políticos latinoamericanos, principalmente gente de derecha, que apuestan ganar elecciones con las mismas prácticas de mano dura que el salvadoreño ha implementado y que han hecho que tenga una aprobación del 90%.
Al igual que Pineda, los otros aspirantes presidenciales de Guatemala también han puesto la vista en la estrategia de su vecino para atraer el voto de una población cansada de las pandillas.
Amplia simpatía en el electorado latinoamericano
El mandatario salvadoreño despierta admiraciones en amplios sectores de votantes de Latinoamérica. La revista colombiana Semana dedicó la portada de una de sus ediciones de marzo al mandatario, con un reportaje titulado ‘El milagro Bukele’. En el texto, la revista enumera sus logros en la guerra contra las maras.
“El presidente de El Salvador es hoy el líder político más popular del continente y los expertos lo catalogan como una figura de talla mundial. Tiene apenas 41 años y lo que ha hecho en su país es considerado casi milagroso”, afirma Semana. La figura de Bukele atrae a los colombianos, el 55% de los ciudadanos les gustaría un presidente como Bukele. De hecho, Bukele ha sustituido al conservador Álvaro Uribe como inspiración de la derecha en Colombia.
Lo que queda por ver es si el éxito de Bukele se puede replicar. “La mayoría de salvadoreños miden la democracia sobre la base de la capacidad de las instituciones de resolver sus problemas. Han vivido con sus derechos suspendidos por la imposibilidad de moverse por las pandillas y si ven que hay alivio en esa opresión, esa es la medida que usan para establecer que las cosas van bien”, afirma Tiziano Breda, analista para Centroamérica del Crisis Group.