Desde la perspectiva de expertos, se explora la importancia de tejer sólidos lazos entre el hogar y la escuela, un llamado a repensar y transformar la educación para construir cimientos sólidos que guíen el desarrollo integral de los más jóvenes.
En la compleja trama de la sociedad actual, la relación entre la familia y la educación se presenta como un hilo conductor esencial para el desarrollo saludable de niños y jóvenes. En medio de este tejido social, exploramos la perspectiva y las reflexiones de expertos en la materia, entre ellos, Xiomara Carrera, directora de la maestría en Educación con mención en Orientación Educativa y Orientación Familiar de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).
La pandemia ha evidenciado la necesidad de un cambio en el enfoque, con un mayor énfasis en el entorno durante la primera y segunda infancia. Este desarrollo busca una transformación coordinada entre la influencia de la familia y la escuela, fomentando la implementación de hábitos positivos y socioemocionales. Es imperativo comprender esta necesidad y abordarla mediante una orientación efectiva dentro de cada institución educativa.
El papel de los padres en este proceso educativo es crucial, ellos deben liderar la orientación en el entorno educativo, y la familia y la escuela deben colaborar para fomentar una conexión sólida. Las instituciones también deben trabajar en estrategias que aborden aspectos socioemocionales. Es esencial construir una base familiar que no transmita noticias impactantes a los niños y jóvenes, sino que se comunique de manera positiva y busque generar espacios que contribuyan a un desarrollo positivo.
En referencia a los jóvenes que irrumpieron en un canal de televisión, Carrera enfatiza la importancia de entender cómo se manifiestan estos trastornos, algunos de los cuales pueden surgir desde la primera infancia. Un buen diagnóstico es importante, subrayando la necesidad de orientación tanto en el ámbito educativo como en el familiar para prevenir problemas más graves.
Generar confianza como padres implica desarrollar la autoestima y promover hábitos positivos en el hogar. De esta manera, los niños y jóvenes pueden lograr un bienestar emocional y adquirir nuevas habilidades. Aquí es donde el papel del orientador cobra relevancia al observar y motivar estas habilidades, proporcionando herramientas a los padres para impulsar las capacidades de sus hijos. La figura del orientador es esencial para ofrecer un apego seguro y fomentar la comunicación afectiva, convirtiendo estas habilidades en competencias.
Todas estas acciones la han impulsado a través de estas maestrías ofrecidas por la UTPL, que pretenden cambiar toda esta problemática, para generar estrategias de transición y preparación para la vida, que les permita integrar a estos niños y jóvenes a la realidad, al mundo real.
Para un nuevo cambio entre la educación y la parte social, todas estas maestrías las pueden realizar tanto como educadores y como padres de familia, son cortas con una duración de un año, con educación de calidad y sobre todo en una universidad Católica, la profesional invitó a la comunidad a que puedan ingresar a la página https://utpl.edu.ec/maestrias/ y ser parte de este cambio.