Testimonio «LAB Arte Mujer: mi aporte a las trabajadoras del arte»

Gabriela Granda Rojas

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Cuando escribo los textos de sala para las exposiciones que gestiono, cumplo la regla de escribir en tercera persona, pero en esta ocasión me resulta inevitable hablar sobre mí, y en primera persona, para relatar la propuesta del LAB Arte Mujer.

Como mujer, he desarrollado varias “estrategias de supervivencia” para no sucumbir ante los avatares de la vida. He aprendido a ser recursiva, explosiva, inconforme, empática, resolutoria, autoritaria y una larga lista de etc. Siempre he creído en el poder de las mujeres, y en su independencia y suficiencia, porque he ejercido ese poder desde muy joven.

También, he saboreado las tan generalizadas y repetidas injusticias del sistema, del patriarcado y del imaginario social. Desde mi lugar de mujer-artista-madre, he batallado contra un sinnúmero de abusos y prácticas de invisibilización que me han forjado como precursora de procesos de empoderamiento para mis congéneres.

En mi experiencia como trabajadora del arte independiente, he sido testigo de la gran confianza que otras personas –hombres y mujeres– han depositado en nosotras, convencidas de nuestra capacidad para la enseñanza y el cuidado; desde la experiencia de lo público (institucional), en cambio, se ha puesto en tela de duda nuestro profesionalismo, nuestra capacidad para resolver problemas y tomar decisiones. Parece paradójico y hasta absurdo, pero es real.

El camino estaba trazado

Como productora de arte, participé como invitada para exponer en un par de ediciones del Encuentro Arte Mujer Matilde Hidalgo Navarro, espacio impulsado por la Casa de la Cultura – Núcleo de Loja que, desde 2013, ha convocado a mujeres artistas para exhibir sus obras, y a profesionales de otros campos para compartir con la colectividad lojana temas de interés relacionados con el arte y ciencias afines. En ese sentido, siempre sentí que se podía hacer más.

He tenido la oportunidad de coordinar el componente de artes plásticas del Encuentro Arte Mujer desde 2019, como vocal del Directorio de la CCE – Núcleo de Loja y coordinadora de la Sección Académica de Artes Plásticas de la institución. Con la colaboración de varios artistas, en esa edición se intentó dar un aire de actualización al evento, por lo que propusimos bautizar con un nombre específico al componente en mención. Así, en esa ocasión se denominó “Matilde hoy” a la exposición, y con ese nombre propusimos una convocatoria abierta para la exposición de obras producidas por mujeres artistas de la localidad. Por primera vez en este encuentro, se propuso un reconocimiento para una de las autoras, consistente en la operación y logística de una muestra individual de la artista ganadora para el siguiente año. Dos autoras fueron galardonadas: Claudia Cartuche y Ludgarda Negrete.

Desde un cargo de decisión

Luego de recibir la propuesta de administrar los espacios de exposiciones y proyectos institucionales concernientes a las artes plásticas y visuales de la Casa de la Cultura – Núcleo de Loja, acepté ese reto con la experiencia previa de ser artista de profesión, gestora, promotora y emprendedora de proyectos artísticos independientes, y con la libertad que ello implica. En este sentido, administro las salas de exposiciones de la institución con muchas ideas frescas, observaciones a lo establecido, expectativas e ilusiones.

Inicié mi gestión en 2020 y propuse al Directorio de turno otorgar un premio económico a la obra mejor evaluada en el Encuentro Arte Mujer, para estimular la producción artística femenina con algo más que el reconocimiento, el cual, si bien es importante, no significa una retribución, en términos de inversión, para la creación artística. La propuesta fue aceptada, y tras la convocatoria pública para participar en la edición número ocho de este encuentro-concurso, resultó ganadora Karen Espinoza con su obra denominada Soro, una fotografía de cinco desnudos femeninos en un abrazo fraterno.

Por otra parte, cumpliendo con el proceso iniciado el año anterior, se realizó una exposición con creaciones de Claudia Cartuche y Ludgarda Negrete –triunfadoras de la edición 2019–, la cual nutrió al sector artístico de la ciudad con otras visualidades. Específicamente, dos propuestas de instalación provocaron la ruptura del convencionalismo que venía imperando hasta entonces en el evento. La primera artista propuso una instalación denominada Cucxs y tijeras, en la que los espectadores podían interactuar mediante el tradicional juego de las “cucas”, vistiendo de un modo libre y aleatorio a figuras humanas construidas desde varios cuerpos de hombres y mujeres. Por su parte, Ludgarda instaló un gran número de fotografías dispuestas en cubos metálicos; varias de ellas tenían intervenciones con bordado y mostraban el universo íntimo de su familia y amigos a través de un juego de repeticiones visuales y vinculaciones con las nuevas tecnologías.

Confirmación de percepciones: preocupación fundamentada
Movida por mis percepciones, hasta entonces externas, y como parte de mi propuesta de fin de Máster en Gestión y Emprendimiento de Proyectos Culturales, accedí a los escuetos registros del Salón de Noviembre Guillermo Herrera Sánchez, también organizado por la CCE – Núcleo de Loja desde 1974, e inmediatamente llamó sobremanera mi atención el hecho de que hasta 2019 solo había 6 mujeres entre los 56 artistas ganadores de premios, lo que representa solo el 10,71 %. Contrasté esta información con las cifras registradas en la memoria del VI Encuentro Iberoamericano de Arte, Trabajo y Economía (2020), denominado “Cuidarnos: cara a cara, cuerpo a cuerpo”, editado por ARTEACTUAL FLACSO y propuesto por la Universidad de las Artes, institución que, en primera instancia, ha decidido hacer un diagnóstico sobre la presencia de artistas mujeres en los principales espacios culturales y artísticos en Perú, Colombia y Ecuador. En dicho documento se muestra que la representación de artistas mujeres en premios nacionales es de apenas el 5 %.

Otras cifras destacables son las que arrojó en 2018 la Bienal de Cuenca “Estructuras vivientes”; en ella participaron 69 artistas, de los que solo el 36,7 % fueron mujeres. Así mismo, en la ciudad de Cuenca se evaluaron galerías independientes y estatales, y se conoció que mujeres artistas participaron en exposiciones en un 14 % en 2017, 42 % en 2018 y 33 % en 2019. Esto contradice los porcentajes de mujeres y hombres que estudian arte, puesto que el número de mujeres es ligeramente superior, lo que devela una desigualdad injustificada.

Empoderar desde el conocimiento

Después de todo, mis percepciones no estaban alejadas del panorama regional. Esta realidad alarmante y sostenida demandaba acciones concretas que no se quedaran únicamente en una exhibición simbólica y eventual para las mujeres artistas. Sabía que debíamos empoderarnos desde el conocimiento, desde la validación de las prácticas femeninas como lenguajes artísticos, con acciones que empezaran a pagar la histórica deuda que los Estados tienen con las mujeres respecto al cumplimiento de las políticas de igualdad y leyes de género. Como respuesta, diseñé la propuesta del LAB Arte Mujer 2021 –apoyada por un grupo de amigas artistas–, espacio que planteaba un proceso de formación para la producción de obras con contenidos y metodologías pensados por y para mujeres en el arte. Por supuesto, necesitábamos una artista/educadora para liderar este proceso; luego de revisar varios perfiles del contexto nacional, nos pareció idóneo invitar a Pamela Pazmiño Vernaza, quien, con sobra de méritos, cumplía con los requerimientos del proyecto.

Así, abrimos la convocatoria que, para esa edición –la octava del Encuentro Arte Mujer–, estaba dirigida a artistas, gestoras, educadoras, estudiantes e investigadoras en artes. Luego de la etapa de inscripciones, iniciamos un recorrido que duró alrededor de tres meses, durante los cuales, mediante una modalidad híbrida de encuentros tanto virtuales como presenciales –con la dificultad que suponía la pandemia del COVID-19– dotamos a quince mujeres de herramientas teóricas y prácticas que nos permitieron consolidar una comunidad de artistas, educadoras y gestoras que buscaron deconstruir el lenguaje y las concepciones patriarcales desde las emociones, la visibilidad, los nuevos debates, y los saberes y conocimientos de las colectividades hiladas por las prácticas artísticas personales, comunidad a la que la educadora-curadora propuso denominar “Humanas”, nombre con el cual también se bautizó a la exposición final de ese primer laboratorio, en el que aquella conquista de otorgar un premio económico a la obra más destacada se mantuvo e, incluso, mejoró. La obra Identidad, de la artista Marcia Guaillas, fue la ganadora. A la par de la exposición colectiva, se realizaron encuentros en plataformas virtuales en los que destacados artistas del contexto nacional e internacional abordaron temas de interés para las mujeres artistas.

Aprender desde la presencia

La novena edición del evento nos enfrentó a la “nueva normalidad” pospandemia, lo cual exigía repensar la metodología del Laboratorio, de modo que la presencialidad permitiera un mayor aprovechamiento de contenidos, prácticas y experiencias. En esa oportunidad, decidimos invitar a Gabriela Vázquez para que liderara el Laboratorio, quien integró a los artistas Sofía Acosta y Juan Carlos León, con quienes se desarrolló un espacio reflexivo y de formación experimental en torno a las artes visuales mediante un proceso de formación teórico-práctica. Se continuó con diversos conceptos relacionados con los estudios de género, feminismo y representaciones de la mujer en el ámbito social del arte, lo que permitió pasar a un análisis más profundo sobre estos en los dos últimos siglos, y su desarrollo en el contexto nacional. Finalmente, se implementaron metodologías para la redacción de ensayos y textos interpretativos que aportaron a la construcción conceptual de los proyectos materializados en el Laboratorio y expuestos en la muestra final de cierre, a la que se denominó “Veinte miradas”. En esta exposición resultó ganadora la artista Jaileni Moncada con su obra “Entre humos y sombras”, elaborada con 3 995 colillas de cigarrillo y una pieza de madera (200 cm x 107 cm). Para su creación, la autora realizó búsquedas en toda la ciudad de Loja y recogió colillas de cigarrillos acumuladas, sobre todo, junto a funerarias.

Este año desarrollamos la décima edición del Encuentro, y con el mismo entusiasmo volvimos a invitar a Pamela Pazmiño como curadora-educadora del LAB Arte Mujer 2023. La artista Sandra Armijos obtuvo el premio económico con la obra “Espacio vacío”, una acción pública diseñada para llevarse a efecto durante una semana en una plaza de la ciudad de Loja, consistente en bordar colectivamente los nombres de la personas desaparecidas en Ecuador sobre telas blancas de gran formato. La exposición final de este proceso se denominó “Experiencias excéntricas”.

La transformación en cifras

Ha sido muy gratificante cosechar los frutos de un proceso constante y comprometido con las mujeres artistas de nuestra ciudad. Varias participantes del Laboratorio han tenido presencia, incluso, en otros espacios de competición, tanto en los ámbitos local como nacional. Prueba de ello es el hecho de que dos mujeres obtuvieron premios en las ediciones 2020 y 2021 del Salón de Noviembre Guillermo Herrera Sánchez. Otro indicador del compromiso que hemos asumido con las mujeres artistas, en el sentido de aplicar buenas prácticas de democratización de espacios para la exhibición de obras, es justamente priorizar la ocupación de las salas de exposiciones de la institución con propuestas de exhibición que integren a mujeres. Así, en 2023 tuvimos la presencia de mujeres en 15 de las 18 exposiciones de la agenda institucional anual; es decir, el 83,3 % de presencia de mujeres en exposiciones mixtas, de las cuales el 38,8 % corresponde a exposiciones exclusivamente de mujeres.

El compromiso sigue vigente

Deseo concluir este relato sobre mi aporte al sector cultural de Loja con una idea socializada por Paulina León, una de las ponentes que apoyó el último proceso de Arte Mujer. Como mujeres, debemos procurar la visibilidad no solo de nuestras obras de arte, sino también de nuestros esfuerzos, de nuestro trabajo, y de nuestras conquistas y luchas, porque las trabajadoras del arte tejemos redes que sostienen a la sociedad desde los afectos, desde el cuidado y desde la empatía, y eso es digno de difundir y promocionar.

El LAB Arte Mujer es mi aporte personal y profesional a las mujeres artistas de mi ciudad, que hago visible mediante este modesto texto. Gracias a quienes me han apoyado y me han permitido contribuir con ahínco y talento desde esta maravillosa, aunque desafiante, condición de mujer-artista. Mi compromiso se renueva con el inicio de cada día, y con él, también mi convicción de que este espacio de formación para mujeres artistas –el LAB Arte Mujer– se sostendrá y se mantendrá en el tiempo gracias a la gestión pública o privada.