Semana Santa: fe, costumbres y religiosidad católica

La celebración de la Semana Santa siempre ha sido parte de las costumbres de los esmeraldeños. En actualidad existen familias que mantienen las tradiciones hace más de 40 años.

Austeridad religiosa

A la entrada del parque 20 de Marzo encontramos a Don Henry Martínez, un hombres que bordea los 70 años de edad, para quien la semana santa en la actualidad no es igual a la celebración de su niñez. —«Se trabajaba hasta el martes o miércoles y de ahí ya no se podía hacer nada. Los hombres tampoco tocaban a sus mujeres porque era pecado».

Los dialectos eran muy distintos: había que arrodillarse para recibir la bendición de los tíos o padrinos y recitarles el “bendito” (una oración). Antes de ingresar a una casa se debía decir ave María, y la persona dentro respondía sin pecado concebido. Todas las provisiones debían quedar listas antes de la llegada de la semana santa. La comida se preparaba en leña y se elaboraba la mazamorra, el cabello de ángel, el shampoo; además, se colgaba en una saca a la entrada de la puerta pan para viajeros y visitantes.

Costumbres

Aida Valdez, también recuerda que, para preparar los platos como el puré de palmito, los ingredientes se compraban una semana antes. Los hombres se encargaban de pescar, recoger el coco, el palmito y el plátano verde.

Por su parte, las mujeres preparaban los alimentos y organizaban la casa para recibir las visitas. «Mi abuelito hacía que nos levantáramos a las 5:00 para preparar los alimentos, porque luego debíamos ir a la iglesia. Pero la comida tenía que estar lista para todo el día, ya que la Semana Santa se vive a través de la comida».

Lucia Garcés, de 34 años, coincide que se debía preparar al menos cinco platillos especiales para degustar durante el día. —«Entre más laborioso era el plato, más gustaba a los invitados y familiares. No podía faltar en la mesa los postres como el chocolate hecho con la mazorca de cacao. Ahora se comparte el almuerzo y se busca un lugar para recrearse como los ríos».

Valdez, recuerda que su padre salía a pescar. Ahora el pescado lo compran en el mercado. Pero las raíces, y las tradiciones se mantienen.

La mayoría de los platillos se elaboran a base de coco, es el caso del encocado: se debe hacer el refrito de cebolla, ajo y tomate. Luego se añade el pescado y el zumo de coco. Para el puré que acompaña, se debe cortar en pedazos la corteza del palmito. Los trozos se cocinan a fuego lento con abundante agua. Cuando están blandos se aplastan y se mezclan con queso, zumo de coco y un refrito de tomate, indicó.

En la comunidad Eloy Alfaro, al norte de la ciudad, la procesión de la Semana Santa inicia a fuera de la iglesia con un disparo al aire. Hay canticos, rezos, bailes, y la algarabía que forman en las calles casi mil personas entre locales y visitantes. Durante toda la procesión se escenifica la crucifixión de Jesús.

En la celebración las mujeres y jóvenes son fundamentales. Los jóvenes simulan ser los captores de Cristo, se les incluyen desde los 12 años en adelante. Las mujeres realizan el simulacro del encuentro en Jerusalén con el grupo de judios que a restan a Cristo (se le denomina el “tope”). La procesión establece que todos deben coincidir en un sitio de la comunidad para encontrarse a una hora determinada.

La organización de la festividad empieza desde febrero. Se arman los grupos por actuación, se seleccionan los actores y se dan responsabilidades. Los integrantes son adultos y jóvenes entre ellos las mujeres cantoras del pueblo y los oganizadores del evento. Durante una semana se narra la peregrinación de la pasión y muerte de Jesús y termina con la procesión del Domingo de Pascua o de Gloria (R.S).