Recetas para salir del pozo

Manuel Castro M.

FELICIDAD Y ESTABILIDAD ECONÓMICA

Andrés Oppenheimer ha escrito un libro titulado “ ¡Cómo salir del pozo!” que trata esencialmente de las nuevas estrategias de los países y las personas en busca de la felicidad. El autor ha investigado el tema durante varios años en diversos países, y ha entrevistado a los máximos conocedores del tema de la felicidad. Cuenta lo que ha visto en países como Dinamarca, Finlandia, Suecia, Reino Unido, India, Bután, Israel, Japón, Nueva Zelanda, Estados Unidos, y otros países que hacen cosas que llaman la atención para aumentar la satisfacción de vida.

Es evidente que el descontento recorre el mundo, y cada vez menos personas se sienten verdaderamente felices. Observación que en el Ecuador no necesita ni demostración ni evidencias: inseguridad, corrupción a todo nivel, narcotráfico, crisis fiscal, desempleo y poco crecimiento económico, por el momento ciertas.

Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, ocupan los primeros lugares entre los países más felices. No sorprende que dichos países gozan de gran estabilidad económica, que prueba hasta cierto punto que el dinero ayuda a ser feliz hasta cierto punto, pues, según el Premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, citado por Oppenheimer, se ha comprobado que el dinero produce felicidad hasta que la gente alcanza un nivel mínimo de ingresos para tener una vida digna, y que de allí en más la incidencia de la riqueza en la satisfacción de vida es cada vez menor. De esta prueba o aseveración se puede concluir que primero hay que tener atendidas las necesidades básicas para hablar de la existencia o alza de la felicidad. El mencionado Premio Nobel lo dice en una entrevista a Oppenheimer: “El dinero no te compra felicidad, pero la falta de dinero te compra miseria”, que completa el mismo Oppenheimer: “Sin tranquilidad económica -como la que existe en los países más desarrollados- es difícil estar entre los países con mayor satisfacción de vida.”

PROBLEMAS DE LA FELICIDAD O SU AUSENCIA O DISMINUCIÓN

Un exparlamentario danés, conocido como uno de los izquierdistas de la legislatura, exalta el modelo del Estado de bienestar de los países escandinavos, como un ejemplo para el mundo, y admite que las diferencia en Dinamarca entre la izquierda y la derecha son mínimas. Los daneses tienen varios secretos (parece que entre ellos el que son gobernados por mujeres) para su felicidad y también sus graves preocupaciones, que están expuestos en el libro comentado, pero que no es objeto de este artículo.

Noruega, el país con mayor ingreso per cápita del mundo, gracias a su fondo de inversiones de su industria petrolera, sale primera en el ranking de los países más felices, debido a que desde hace varios años su vida la rige por “balance” y prudencia, o sea su culto por la mesura, de hacer las cosas que produzcan un efecto de armonía y serenidad.   Sin embargo, sorprendió ese primer lugar pues los noruegos tienen fama de introvertidos, de poco roce social, nada comunicativos. Circulaba la broma de que los noruegos habían logrado    vencer la epidemia del covid-19 “gracias a que venía practicando la distancia social desde tiempos inmemoriales.” La explicación que da detalladamente Oppenheimer es que influyen ciertas características de los noruegos: modestia, desdén por el lujo y la ostentación,

Suecia, potencia industrial de los países escandinavos, es el país menos corruptos del mundo. Tiene una palabra, que explica al igual que los noruegos, porque es uno de los países más felices del mundo: “balance”, “prudencia” o moderación”, y su afán de hacer las cosas para que tengan un efecto de armonía y serenidad. Así se explica el carácter nórdico de los suecos: desde la sencillez de los muebles hasta el rechazo social a la ostentación y a los lujos desmedidos.

El Reino Unido no figura entre los diez países del mundo en el “Reporte mundial de felicidad”, pero es uno de los países más avanzados en materia de políticas gubernamentales para aumentar la felicidad, y como receta que para combatir la infelicidad primero hay que medirla, mediante encuestas preguntas e investigaciones serias. Aparecen como causas la soledad y la depresión entre los más jóvenes, cuya solución es atenderlos con cosas sencillas como el transporte, ser bienvenidos por parte de los grupos ya establecidos en los centros deportivos, etc. Y en lugar de pastillas antidepresivas, actividades comunitarias.

BUTÁN, ¿EL PAÍS MÁS FELIZ DEL MUNDO?

El reino budista tiene apenas 770.000 habitantes, aislado por decisión propia, rodeado de potenciales enemigos. Lo curioso es que el reinado de Bután sostiene que desde su nacimiento como Estado budista la felicidad ha sido una meta nacional, que no le interesa el producto interno bruto (PIB) sino el producto bruto de la felicidad, manteniendo como mecanismo “mantener una visión budista de la vida”, centrada en la espiritualidad, la generosidad y la armonía con la naturaleza. Sin embargo, está ausente en el ranking anual de países del “Reporte mundial de la felicidad”, basado en la encuesta Gallup, cuyos datos según los gobernantes de Bután afirman son ficticios. Es interesante como los niños butaneses meditan cinco veces al día, como fuente de su felicidad, pero el problema es que crecen y ya jóvenes la mitad se van de Bután a Australia y Canadá, y explican que se iban por necesidad económica, pues lo que ganaban no les alcanzaba para vivir en Bután”.  Y se observa algo evidente: “lo próximo que podría venir (a Bután) es una mayor fuga de capital humano y una crisis financiera, sino no hace reformas económicas”.

LA DIEZ RECETAS DE OPPENHEIMER PARA AMÉRICA LATINA ¿APLICABLES EN EL ECUADOR?

En el capítulo 9 del mencionado libro su autor da diez recetas para salir del pozo sobre todo a los países latinoamericanos, a base de conclusiones que ha sacado de lo que ha visto en los países citados y de las entrevistas a los “máximos gurús” de la nueva ciencia de la felicidad.

Primera: Hacer crecer la economía, pues sin crecimiento económico no hay reducción de la pobreza y que   líderes populistas han tratado de minimizar su importancia, en el fondo para disfrazar sus fracasos. Da ejemplos: AMLO, Maduro, Fernández en Argentina, Rafael Correa en el Ecuador quien “copio la ocurrencia de Maduro y creó la Secretaría del Buen Vivir” con una gran cantidad de”. funcionarios que “pasaban buena parte de su tiempo durmiendo la siesta”. La receta para ese crecimiento no es un misterio y son aplicables para el Ecuador: promover la inversión extranjera ofreciendo seguridad jurídica, mejorar  la educación para poder exportar bienes de mayor valor agregado, insertarse en el mercado global, crear una cultura de veneración a los innovadores, ahorrar en los años buenos (ojalá lleguen al Ecuador, pues ya dejó pasar la oportunidad) para poder mantener subsidios sociales en los años malos y hacer una distribución más equitativa de los ingresos. La situación actual del Ecuador impide aplicar totalmente tal receta, pero debe ser la meta si queremos expandir nuestra economía y reducir la pobreza.

Segunda: Vivir en democracia. Los países más felices del mundo, además de sus altos ingresos, son democracias. China figura en el puesto 64, Rusia, en el 70, Venezuela, en el 88 y Afganistán, régimen talibán, en el último lugar. Cuba ni aparece en los rankings porque su gobierno no permite encuestadoras. Los grandes enemigos en el Ecuador de la democracia son el narcotráfico, los políticos populistas y la ausencia del un Estado de Derecho, tenemos que conformarnos con elecciones y una Constitución que más propicia el anarquismo, el autoritarismo y la corrupción que buscar el perfeccionamiento de una auténtica democracia liberal.

Tercera: Combatir la corrupción. Hay que enseñar a los niños en la escuela a combatir las prácticas deshonestas, mediante historias constructivas. En el Ecuador se tiene conciencia y se ve el peligro de la corrupción y las consecuencias de la impunidad en la actualidad. En los primeros lugares del ranking de la felicidad, como Finlandia, Dinamarca y los que le siguen, son también los más honestos y los menos corruptos. Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional, dice: “Es lógico que así sea, porque la existencia de la corrupción y la vigencia efectiva de la democracia contribuyen a una mejor calidad de vida, y eso conduce a la felicidad”.

Cuarta: Dar clases de felicidad en la escuela. Se sugiere que en las escuelas de Latinoamérica se tendría que empezar a dar clases de felicidad de 40 minutos diarios, como se lo hace en la India, y hacerlo por lo menos gradualmente, pues -se señala- que gran parte de herramientas que tenemos para defendernos en la vida, y ser más felices, son las que aprendemos en la escuela.

Quinta: Medir la felicidad. La medición de la felicidad es fundamental para tener un diagnóstico que permita la satisfacción de la vida. Los organismos en el Ecuador se han dedicado principalmente a medir el crecimiento económico que es prioritario, pero también hay que medir la infelicidad, y actuar en consecuencia. En el Ecuador se debe aplicar una de las principales máximas enseñadas en las escuelas de negocios sobre el manejo de las empresas: “no se puede administrar lo que no está medido”.

Sexta: Tener un propósito. En Finlandia, Dinamarca y Suecia, hay un consenso social de ser países altruistas. En Bután, hay un mandato constitucional de incrementar la felicidad nacional bruta. En Israel siempre ha habido un sentimiento de cohesión social, en parte producido por las amenazas externas. En el Ecuador con el avance del narcotráfico, el crimen organizado, la inseguridad, las limitaciones económicas, están surgiendo un sentimiento de unidad y un propósito común: acabar o disminuir el narcotráfico, estabilizar la economía, aceptar a las autoridades legítimas, depurar las afectadas por el soborno, confiar en sus fuerzas armadas y policiales; unidad en la que participan los empresarios, los ciudadanos comunes, las instituciones privadas, la justicia (en parte)  la fiscalía general y el Gobierno como guía y ejecutor. Es de esperar que se mantenga.

Séptima: aumentar las actividades comunitarias. Los escandinavos tienen una vida comunitaria intensa, socializan menos con sus familias y más con los grupos que comparten afinidades. Hay que buscar ayudar a otros, ya sea asistiendo a la familia, compañeros de trabajo, amigos o extraños, o participando en actividades comunitarias. En el Ecuador muchos van a misa y ahí termina su aporte. Se está avanzando en actividades sociales y comunitarias como los grupos de ejercicio físico, de hobbies y servicio de voluntarios (más las mujeres) que fomentan un sentido de pertenencia, significado y propósito. Hasta en el fútbol generalmente somos hinchas de un equipo cuando es triunfador, a momentos nos divide hasta el regionalismo u odios absurdos entre los mismos. Esta receta contribuye a crear capital social a un paso del económico y de la felicidad.

Octava: más espacios verdes. El jefe del Departamento de la Universidad de Cornell, Thomas Gilovich, había documentado que hacer un viaje aunque sea de pocas horas produce más felicidad que comprar algo: “Cuando las ciudades crean más parques, vías de bicicletas y paseos, de caminatas para facilitarle a la gente tener experiencias, aumenta la felicidad de la población”. Los países y las ciudades en el Ecuador deben tratar de crear espacios verdes y promover los deportes. Aprovechar los terrenos baldíos, pues ayuda a la gente común a sentirse mejor, y así evitar que las ciudades sigan siendo junglas de cemento. Los demás que sigan en sus clubes exclusivos, hasta con canchas de golf.

Novena: estar menos obsesionados con el estatus. Los países que sobresalen en la obtención de la felicidad en todos ellos hay una menor obsesión colectiva por el estatus social. En América Latina esta virtud solo sobresale en Costa Rica. En el Ecuador se debe luchar para que no se busque por todo medio, lícito e ilícito, mejorar el estatus o rango social, que lo único que produce es stress en nuestra gente. Se sugiere ridiculizar, respetando la libertad, ya que esta conducta social que no tiene ninguna utilidad.

Décima: Mirar para adelante: Tenemos que pasar un susto para mirar hacia delante, y tener un pensamiento positivo real, admitir que todo es temporal (la pobreza, la inseguridad, la violencia). Pero poco los ecuatorianos lo hacemos sistemáticamente. Mucho miramos hacia atrás. Lo inmediato es nuestra vidas, experiencias y futuro, sin olvidar nuestra historia, éxitos y fracasos, sin detenernos en hechos efímeros, debemos lanzarnos a las novedades y a los cambios. Emons, un investigador de la gratitud,  dice: “Las emociones positivas duran tan poco como el olor del auto nuevo”, Oppenheimer concluye que con los niños tendríamos que planificar el futuro, pero mientras eso los hacemos, como sociedades tendríamos que identificar las dificultades permanentes y diferenciarles aquellas que son temporales y, por lo tanto, solucionables, tal como lo dice Seligman, el padre de la psicología positiva: “La idea de que los problemas son permanentes nos tumba el ánimo y nos lleva a abandonar sin ni siquiera intentar las cosas”.

Finaliza el autor, como para que repitamos y así actuemos los ecuatorianos: ¡Sólo con más crecimiento económico y medidas concretas que aumenten la felicidad podremos salir del pozo!”