Países y hombres en busca de destino

Autor: Manuel Castro M. | RS 83


Una frase común española es: “El destino está a la vuelta de la esquina, pero que hay que ir a buscarlo”. “No hace visitas a domicilio”, completa un personaje del novelista Ruiz Safón. La picardía española afirma que al chorizo (la comida), las mujeres, y al vendedor de lotería, hay que salir a la calle,
a buscarlos.

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Esta pequeña filosofía es interesante, pues los humanos somos radicales, generalmente afirmamos que nuestra vida buena -o mala- está dada por los genes, por la educación, por la sociedad, y, algunos exagerados, por los Estados Unidos. La historia, desde los tiempos bíblicos, habla de los cuatro caballeros-jinetes del Apocalipsis: el hambre, la guerra, la peste, la muerte. La realidad es que han sido indetenibles. Hoy, una parte de los habitantes humanos sufre hambre; la guerra, asola el mundo, por ejemplo, la invasión de Rusia a Ucrania: la peste, cuando se creía superada las pestes, hemos vivido -exagerando el verbo- el COVID, con fallecimientos por miles en todos los continentes.

El pueblo vive a diario
“Como a mí no me toca” una parte del pueblo no se interesa por aquellos funestos jinetes. Con malicia aseguraba un ciudadano socarrón: los cuatro jinetes son Ejército, Matrimonio, Iglesia y Banca. Lo cual, si bien es observación diaria, es y no es cierto. En la época actual y política los ejércitos de Venezuela, Cuba, Nicaragua, en América Latina, se han sometido y sostienen regímenes totalitarios. Otros, defienden fronteras. En la II Guerra Mundial, miles de soldados dieron su vida por la libertad, incluidos algunos -pocos- generales-; en el matrimonio hay parejas que les ha ido muy bien, otras han muerto en el intento de ser felices; La Iglesia, bien orientada es el refugio de las almas piadosas, cuando ha buscado el poder y la sumisión se ha desprestigiado; y la banca, mal o bien, presta dinero con algún interés, lo malo es que hay que pagarlos en los plazos convenidos.

No ve claro el destino
Cuando con mayor o menor análisis se afronta la realidad, la desesperanza se apodera de los pueblos de América Latina, de sus intelectuales, de sus periodistas. Se culpa a los políticos sin excepciones. Se atribuye a ellos, las desigualdades, la miseria, la deficiente educación, la insurgencia de la narco delincuencia, de la inseguridad. Como toda afirmación tajante caben objeciones: siendo realidades comunes a esta parte del mundo las anotadas, la responsabilidad es colectiva e individual. Cierto es que hay desgaste de la clase política y el rechazo que genera en la sociedad civil, que es el ciudadano común y corriente. Por ello los pueblos han buscado -y explica la existencia del populismo- líderes mesiánicos, más o menos desconocidos como Chávez, Correa o permanentes como Perón, Castro, el Che Guevara con resultados desgraciadamente funestos: disminución del aparato productivo, inversiones internas y externas bajas, nivel de vida y de salud inhumanas, Estado dadivoso al principio, ausencia de libertades. Romanticismo e idealismo -en el mejor de los casos- que no ha acabado con el hambre, no nos ha sacado del tercer mundo.

El hombre en busca de sentido
El doctor Viktor E. Frankl es el autor de una obra -sumamente comentada en el mundo- con este título. Si bien es un consejo o una terapia individual, individuo y sociedad, casi son los mismo, tanto que desaparecemos y se mantiene la sociedad. El doctor Frankl estuvo prisionero durante años en los desalmados campos de concentración de los nazis, por ser judío. Sus padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de concentración, sin embargo, aceptó que la vida era digna de vivirla, a pesar del hambre, del frío, de las brutalidades que padeció. El lector aprende de estos hechos autobiográficos lo que hace un ser que lo ha perdido todo para encontrar sentido a su vida, en una mezcla de emociones y apatía, donde acude a la mente una curiosidad fría por nuestro destino.

La vida del hombre es dolor y sufrir, lo que es innegable con instantes de felicidad y de plena realización. “Sobrevivir es encontrarle sentido al sufrimiento, Si la vida tiene algún objeto, este no tiene objeto sino el de sufrir o morir. Pero nadie puede decirle a nadie en que consiste ese objeto; cada uno debe hallarlo por sí mismo y aceptar su respuesta que la responsabilidad le dicta. Si triunfa en el empeño, seguirá desarrollándose a pesar de todas las indignidades”, afirma el doctor Frankl.

El encuentro del sentido de la vida
Cuando todas las metas de la vida han sido arrancadas de cuajo lo único que resta es “la última de las libertades humanas” y es la capacidad de “elegir la actitud personal ante el conjunto de circunstancias”.

En resumen: aferrarse a objetivos: el amor que les ata a los hijos, un talento, una habilidad sin explotar, Dios para el creyente, unos recuerdos que merecen la pena de rescatar de la vida. El doctor Frankl narra que sentía el amor de su esposa, que no estaba presente o no sabía si continuaba viviendo “lo que de algún modo -dice-dejó de ser importante”, y hasta conversaba mentalmente con ella, para soportar las bestialidades del campo de concentración. A pesar de esas tristes experiencias el doctor Frankl no es pesimista ni antirreligioso, “para ser un autor que se enfrenta de lleno a la omnipresencia del sufrimiento y a las fuerzas del mal, adopta un punto de vista sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades y descubrir la verdad conveniente y orientadora”, concluye su prologuista Gordon W. Allcort.

La vida nos pone a prueba
En aquellos campos de concentración nazis la selección de los “capos” era negativa: se buscaba a los más brutales y se daba un proceso de selección pasiva entre los prisioneros, se prefería a los que tras largos años de sufrir en los campos de concentración habían perdido los escrúpulos y recurrían a la fuerza bruta, al robo, a la traición o a lo que fuera con tal de salvarse. Lo más malvados eran precisamente judíos escogidos por las SS. Una aguda observación lleva a la conclusión que la maldad existe, la ejercen unos malos naturales, otros se convierten en tales por las circunstancias y, generalmente, por falta de ética para beneficio propio. Se comenta que hay gente mala de verdad, pero el malo es distinto al imbécil. El mal presupone una predeterminación moral, intención y pensamiento. La imbecilidad es más nociva porque actúa a ciegas. Malos hay de todas las especies: Hitler, Stalin, lo fueron por amorales pero sus intenciones eran claras, además que tenían talentos indiscutidos y liderazgo. Los imbéciles son los que los siguen, son los escasos de razón, y son los más peligrosos pues tienen aptitudes psíquicas rudimentarias.

Dirige y orienta su destino
La forma en que el hombre acepta su destino, dice el doctor Frankl, y el sufrimiento que éste conlleva, le da muchas oportunidades para añadir a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad su generosidad. O bien, en la lucha por la supervivencia puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal. Asienta el doctor Frankl: “Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo”. Estas experiencias le llevaron a descubrimiento de la logoterapia: técnica que propone que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano, que antes no ha sido explorada y ahora se encuentra en auge, a través de “Sanar a través del sentido”, descubrir el sentido de la vida que implica -lo importante- el sentido en cada momento de la vida.

La puebloterapia
Los pueblos, los ecuatorianos desde luego, colectivamente debemos dar sentido a nuestras vidas. Latinoamérica está en crisis, atrapados en la pobreza, el atraso, la violencia, cierta política negativa totalitaria, el crimen organizado, la exigencia de un Estado dadivoso, pero debemos afrontarlos, es posible superarlos, lo han hecho otros países, primero no hay que tener complejo de inferioridad ante ningún país, no huir del propio. Las elecciones democráticas son un buen camino, por supuesto que una buena porción de malos votarán por malos, la historia lo confirma, pero al final se impone la mayoría de los buenos, por eso el mundo ha avanzado económica, social, educativamente, ha ampliado las libertades, falta mucho por cierto, pero debe haber consenso para obtener esa mayoría, sino es oportuno un dicho popular español que se remonta al siglo XIV: “Y vinieron los sarracenos/ y nos molieron a palos/ porque Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos”. En síntesis: que las refriegas las ganaba, generalmente, el bando más numeroso. Venía ser una arenga para conservar sus haciendas, religión y costumbres, renunciando a sus comodidades de granjeros para presentarse unidos a un enemigo implacable y cruel. El sentido que debería tener el ecuatoriano: amar su Historia, mejor Patria para sus hijos, civismo y ética. Podrían ser los grandes motivadores para un país mejor.