Nos vamos a quedar viringos de nuestra cultura Afro Jakson Ayoví Quiñónez

San Lorenzo su todo, el lugar en donde abrió los ojos. Jakson Ayovi Quiñonez, lo apodan “Potente”, salió del vientre de su mamá en una comunidad, en donde sube la marea todos los días, de  Puja y de quiebra (marea baja y marea alta), allí los pájaros vuelan en las copas de los mangles y acelerados se introducen desde el cielo al mar.

 

Llegó a la edad de diez años a un San Lorenzo sin celulares y de pocos carros que puede contarlos con los dedos de sus manos. Ese San Lorenzo de los personajes de los cuales aprendió todo lo que hoy sabe y transmite del folklore afro, Julio Cuero, de Sabina Estacio, De Remberto Escobar, De Cecilio Torres, Marimberos Jututos (es la persona que posee los conocimientos) de esas orillas.

 

En esos mismos capítulos de su vida, “Potente” sin zapatos caminaba las calles desde la plaza. A veces cuando lo mandaban de muchacho a comprar canchimala (pescado de baja categoría), ya que su familia no contaba con dinero como para comprar corvina o pargo.

 

Era ese el trayecto que él esperaba para quedarse boquiabierto, atrapao por las sonoridades de los instrumentos que encontraba en el camino.

 

El pequeño, pero “Potente” muchacho interpreta los sonidos del cununo como “pendejo, pendejo”, y de la marimba  “oro pipi pipi”, le entonaban su regreso a casa con el mandao.

 

Él quedaba cautivo cada vez que pasaba por el agua potable que estaba diagonal al Berejú donde apilados se encontraban un montón de muchachos ojones con grande manifestación de munición en sus cabezas, con camisas amarradas a su ombligo, pipones con miradas precisas a aquel mayor que alistaba sus tacos y registraba su marimba, mientras que los cununos macho y hembra acomodaban sus voces para entrar al próximo Patacore, Caramba o Torbellino que interpretaban.

 

”Potente” entraba en un estado de trance, no entendía qué pasaba solo se sentía encantao y desde allí inició su romance, su pasión por los instrumentos ancestrales desde su elaboración y entonación.

 

Comenzó haciendo mandao, le iba a comprar tabaco a su tío Julio o a mojar los cueros para hacer Bombo para Manuel Cortéz, veía cómo los mayores se preparaban para el siguiente día curar el Potro (canoa pequeña)  con la brea, con la vaciante empujarlo y salir a pescar y llevar a sus esposas a conchar, el niño solo observaba como conversaban y fumaban sus cachimbas.

 

Ha investigado el origen de su apellido “Ayoví”, deriva de Togo en África.

 

Entrevistar a Jackson me voló la cabeza, y me deja el compromiso conmigo y con la audiencia del Diario La Hora Esmeraldas en hacer el mejor uso de este medio para comunicar y transferir los saberes ancestrales. Me pegó mi sacudida la palabra “viringo” que significa desnudo, muy utilizada en nuestro universo verbal ancestral que se van apagando sus estrellas y que las vamos a encender con mucho más brillo en la inmensidad.

 

Él expresa “ay nuestro hablao Esmeraldeño” como un lamento, siente mucho que todo lo aprendido de sus mayores esté para las sillas vacías que esperan por los jóvenes negros en sus aulas.

 

Ha construido con sus alumnos de la Universidad Central del Ecuador la marimba con todo el proceso desde el respeto de los tiempos para el corte de la guadua y en  luna para que sea como dice la canción “suena marimba”

 

El hacer de Jackson  en el hoy, es una oportuna invitación a despertar muchas cosas que nos hacen ser esas personas solidarias que la gente recuerda, nuestra alegría, música y folklore.

 

No tomemos la historia para lamentarnos de lo que fue, vamos por más y seamos gestores culturales desde donde estemos.

 

Nos queda un camino que será largo o corto en la medida en que nosotros como Esmeraldeños rescatemos nuestros saberes.

 

Imagina a tu abuela viva y con su bata puesta, carajito, en estos tiempos saldría a poner orden, daría latigazo volado al que es y al que no es y, diría: “esto no les hemos enseñado”, honremos la memoria de nuestros ancestros para que se sientan orgullosos de nosotros.

 

Hagamos nuestra parte, la que nos toca con elegancia espiritual.