MUJER: ENTRE EL PODER SER Y QUERER SER

Ecuador en particular, ha creado y utilizado frases pretendido reducir el ser mujer a: menstruar, ser la sombra y posesión del hombre, dar vida, ser incomprendida e intocable no por el derecho básico universal como el respeto sino por ser el sexo “débil”.

SOY MUJER

“Se hizo mujercita” “Atrás de un gran hombre hay una gran mujer” “Los declaro marido y mujer” “Mujer fuente de vida” “A las mujeres hay que amarlas, no entenderlas” “Está en sus días” “A una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa” Desde lo empalagosamente romántico hasta lo excesivamente machista, el mundo en general y el Ecuador en particular, ha creado y utilizado frases como estas que han pretendido reducir el ser mujer a: menstruar, ser la sombra y posesión del hombre, dar vida, ser incomprendida e intocable no por el derecho básico universal como el respeto sino por ser el sexo “débil”.

DEFINICIÓN DE MUJER

La mujer, ha sido: objeto de estudio para la ciencia; musa de melodías y poemas para los artistas; personaje bíblico protagónico para la Iglesia con connotaciones polarizadas que van desde las referencias más negativas como Eva, causante del pecado de Adán, pasando por la prostituta juzgada, apedreada y defendida por Jesús, hasta la virginal madre del Salvador; y, para la Real Academia de la Lengua Española (RAE), una palabra de cinco letras cuya definición parece ser, se ha escudado de los pasos lentos y pequeños, pero pasos al fin, que las sociedades están dando hacia la tan ansiada equidad. Y aquí detengámonos un momento, porque el arte y la religión responden a la subjetividad y a las creencias personales, pero la Real Academia es la institución con personalidad jurídica propia que tiene como ”misión principal velar por que los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico” y si bien ha ido incluyendo nueva terminología que responde a esta premisa redactada en su estatuto, no ha actuado de la misma manera con la definición de MUJER.

Por lo tanto, según la RAE – palabras más, palabras menos -, mujer es la persona del sexo femenino que ha llegado a la adultez, que es esposa y con características “propias” de la femineidad como el amamantar. Entonces, si por alguna condición médica no menstrúo, ¿no soy mujer?; si no me caso con un hombre, ¿no soy mujer? y si no amamanto ¿no soy mujer? La respuesta parecería obvia pero no lo es, no, en una sociedad como la nuestra en la que todavía se sigue “peleando” para que parte de la agenda política y social sea el incluirnos a la fuerza reduciendo a números, nuestra “participación”.

Para ser esposa, madre y alimentar se requiere de un “otro” razón más que suficiente para comprender que esos roles no nos definen y como mínimo deben rechazarse porque basta partir de lo más elemental que es: mujer = individuo = independiente del otro.

¡Qué grandioso! sería finalizar con esa frase este artículo. Simple, la mujer es un individuo, único e irrepetible y que no depende del otro para ser y definirse. Pero, todo lo contrario, tenemos en el entretenimiento, la literatura, la cinematografía, la música, los medios de comunicación, la publicidad, la política, la academia, la Iglesia, la empresa, la escuela, el barrio, los amigos y la familia fuentes incansables de estereotipos a los cuales las masas les seguimos el juego, avalándolos a través del consumo, la ideología, la ¿fe?.

Sería injusto decir que no se ha avanzado; el trabajo incansable de colectivos sociales, feministas, organizaciones no gubernamentales, líderes mundiales entre tantos otros, están logrando que hagamos la tarea y vayamos construyendo una agenda donde la narrativa y las acciones, se visualicen y tangibilicen en políticas públicas que conserven y defiendan nuestros derechos, entre ellos el más fundamental, el derecho a vivir.

LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN CIFRAS

En Ecuador desde 2014 el femicidio es un delito; en Ecuador desde ese año hasta el 2021, solo el 35% de los casos finalizaron en condena. En Ecuador hasta junio del 2022, 118 mujeres fueron asesinadas, solo por ser mujeres, 118. Este delito que es la máxima expresión de violencia de la que es víctima una mujer y, que en la mayoría de los casos proviene de su pareja o familiar cercano, es una problemática que está enraizada en nuestra cultura al punto de ser considerado uno de los países con mayores niveles de normalización de la Región, esto, dicho por ONU Mujeres.

Entonces, la agenda nacional sobre la MUJER debe partir de lo elemental hasta lo más complejo: el derecho a vivir, el derecho a sobrevivir, el derecho a acceder, el derecho a escoger, el derecho a decidir y, ¡el derecho a ser el ser, que le venga en gana ser, en libertad, respeto e independencia!

AGENDA COMPARTIDA

Esta agenda, debe ser participativa y no excluyente. Para dignificar a la mujer no se requiere atacar al hombre. Toda causa que dentro de su discurso esté la violencia verbal o física, pierde validez para muchos y los comprendo, pero también entiendo la impotencia de esas madres cuyas hijas fueron asesinadas o desaparecidas, o de las jóvenes que están hartas de ser acusadas de “provocar” al género masculino por su manera de vestir y comportarse. Sin embargo, creo firmemente en el poder de la palabra y de los hechos, creo en la paz y el diálogo y estoy convencida que este camino hacia la equidad debe venir de la mano no solo con la exigencia al hombre de que querer aprender sino también la exigencia a la mujer de querer enseñar. Lo sé, no debería ser así, no tendríamos por qué estar explicando, luchando, debatiendo, muriendo, pero es lo que hoy por hoy tenemos, quizá las futuras generaciones no tengan que hacerlo, quizás…mucho dependerá de lo que hagamos nosotros, en el hoy.
La perspectiva con enfoque de género, hoy tan en boga, no es una moda, no es un requisito que debe cumplirse, no es una panacea política para lograr votos y definitivamente no es solo dejar de creer que, si no está casada, debe estar loca; que, si no tiene hijos es porque está dañada; o que si tiene un cargo “importante” se acostó con el jefe.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Seamos esos hombres y mujeres multiplicadores de conocimiento y generadores de soluciones. Combatir y erradicar la desigualdad y la inequidad es un desafío, pero no es un imposible. Para ganar esta batalla, no caigamos en lo que tanto rechazamos, la crítica, el juzgamiento, la etiqueta. Con maquillaje o cara lavada, con tacones o deportivos, aprendiendo valet o jugando fútbol, todo se vale, lo uno no excluye lo otro. Si quieres ser solo profesional, está bien, si quieres ser esposa, madre y profesional, también está bien. En esta reivindicación de derechos y de levantar la voz a todo pulmón, creo que también hay que hacer un mea culpa y reconocer que hemos invalidado a la mujer que por decisión sí quiere ser mucho de lo que otras, no.

YO SOY MUJER

Yo soy mujer, he sido acosada sexualmente en más de una ocasión; he sentido lo que es petrificarse por el miedo a ser violada; he sido criticada por renunciar al matrimonio y a la maternidad y he sido juzgada por ser profesional. Pero también he sido bien remunerada por mi capacidad no por mi género; he sido respetada por colegas masculinos por mi talento y no por mi sexo; he servido a este país, no por ser fémina sino por ser ciudadana. Yo soy mujer, completa, realizada y en paz. Pero, sobre todo, yo soy SER HUMANO y deseo para nuestra sociedad que hombres y mujeres logremos alcanzar un debate de altura asumiendo derechos y obligaciones para direccionar adecuadamente nuestras luchas que se enfoquen en garantizar, un mundo justo y equitativo tomando en cuenta que, para la mujer indígena, la mujer negra, la mujer pobre, la mujer trans, la mujer gay, la batalla aún no ha empezado.

Por: Gilda Figueroa