Las emociones, ¿Pueden ser historizadas?




A partir del año 2015, varios académicos han intentado crear diálogos entre la psicología y la Historia. A simple vista, parece que son campos que no tienen relación alguna. Sin embargo, recientemente se ha desarrollado la rama de la historia de las emociones. Los académicos de esta área parten de unas simples interrogantes: ¿Las emociones pueden ser historizadas? ¿Pueden depender de las condiciones materiales y de la época histórica? ¿Las emociones están relacionadas al contexto cultural en las que se presentan?



Un ejemplo a ser estudiado
Para ejemplificar este planteamiento, nos vamos a remontar al Ecuador de finales del siglo XX. En el año 1999, la economía del país estaba en condiciones críticas. Entre otras cosas, la crisis causó una migración masiva de ecuatorianos a países como España, Estados Unidos, Italia, etc. En el antiguo aeropuerto de Quito, se podía ver todos los días familias enteras que se separaban, pues algún integrante migraba para buscar trabajo y enviar dinero a los que quedaban en Ecuador. Hubo muchos niños que quedaban a cargo de sus abuelos o hermanos mayores, ya que sus padres tuvieron que salir del país, huyendo de la crisis.

En este aeropuerto, surgió una clase de “procesión” hacia las rejas de la cabecera sur. Los familiares de los viajeros veían desde ese lugar el despegue del avión. Eran escenas diarias, y bastante desgarradoras, pues la migración en los años 90 significaba la desarticulación de núcleos domésticos. Tomando en cuenta que aún no había redes sociales ni la tecnología de hoy en día para comunicarse, la migración masiva implicaba la ruptura de familias enteras.

En la televisión se transmitían varios videos cortos, en los que se decía: el familiar seguramente encontrará trabajo, pero ¿a qué costo? Cierto es que aquellos migrantes enviaban remesas de dinero para mantener a las familias; sin embargo, toda una generación de niños creció sin sus padres a causa de este fenómeno. Varios de ellos tuvieron problemas psicológicos por el desapego y abandono.

Las emociones están ligadas a una época
Entonces, regresando a la pregunta central de este artículo, ¿Hasta qué punto se pueden historizar las emociones? ¿Se puede decir que la nostalgia y el desapego en los años 90 son distintos comparados con los de hoy en día?
Personalmente, opino que las emociones sí pueden ser historizadas, y que estas están relacionadas con las condiciones materiales e históricas de cada época. En los años 90, el desapego y la nostalgia eran más profundas, ya que, la tecnología de ahora ayuda a sentir cerca a la persona que se marchó; en aquel entonces, la migración masiva implicaba un verdadero desafío respecto a las relaciones sociales. Asimismo, hay mucha literatura acerca de las familias fragmentadas. Los niños tenían problemas de concentración, y sentían el vacío de no estar con sus padres.

Cierto es que los migrantes encontraban con mayor facilidad un trabajo, pero ¿a qué costo? Había dinero para sustentar a la familia, pero ¿cómo se encontraban psicológicamente las personas acá? Al final ¿valió la pena ese sacrificio?



No es posible generalizar
Me parece que cada núcleo doméstico es un caso distinto, y no sería bueno generalizar. Sin embargo, considero que las emociones no están por fuera de las condiciones materiales e históricas, y que los avances en la tecnología marcan una enorme diferencia, pues implican cierto alivio respecto a ese desapego que hay cuando algún integrante de la familia se va al extranjero en busca de más oportunidades laborales.
Finalmente, los sentimientos y las emociones de quienes fueron actores de este drama ¿Hacen posible realizar una certera historia de las emociones?

Más preguntas que respuestas
¿Ustedes creen que es viable estudiar las emociones tomando en cuenta el momento histórico en el que se desatan? Aparte del caso ecuatoriano a finales del siglo XX, se podrían pensar otros ejemplos en los que las emociones están directamente relacionadas con el materialismo histórico. Planteando esto, dejo abierto el debate sobre los posibles diálogos que se pueden realizar entre la Psicología y la Historia.