La anticoncepción masculina

Autor: Sidney Glinda | RS 78


La idea de la anticoncepción está relacionada con la gestación, que es un fenómeno biológico que acontece en la mujer. Así pues, siempre se pensó en la anticoncepción como una prerrogativa de la mujer. Al final, manifiestan muchos hombres, “si no quiere quedar embarazada, ella quién sea la que se cuide”.

De esta forma, la mayoría de los métodos anticonceptivos fueron desarrollados para que fueran utilizados por ellas. Del mismo modo si el hombre se quisiera responsabilizar del método anticonceptivo, los existentes no son muy adecuados. El coito interrumpido es muy desagradable e incómodo el acto sexual, el uso del preservativo está acompañado de un alto índice de fracaso y la vasectomía, a pesar de ser un procedimiento quirúrgico cuando es revertido se acompaña de una pérdida de fertilidad a lo largo de los años.

Mientras tanto, el seguimiento de las pruebas de paternidad va haciendo que el embarazo deje de ser un problema solo de mujeres, pues cada vez más hombres tienen que responsabilizarse de las gestiones sorpresa, muchas de ellas indeseadas. Tal vez sea el motivo por el cual en estudios recientes la contracepción haya surgido como una preocupación en los hombres. En una encuesta realizada el 80% de los hombres ingleses entrevistados escogieron una píldora masculina hipotética como una de sus 3 principales preferencias para su anticoncepción (Brooks 1998). Otro estudio encontró que a más del 60% de los hombres entrevistados en Alemania, Brasil, España y México les gustaría un nuevo método anticonceptivo (Heinemann 2005). En un estudio clínico conducido por la Organización Mundial de la Salud sobre la contracepción hormonal masculina, el 85% de los voluntarios querían continuar el tratamiento en lugar de regresar a los métodos anticonceptivos tradicionales. Esto, a pesar de que el producto aún es experimental y aplicado vía parental y semanalmente (Ringheim 1995).

La gran pregunta es: ¿Las mujeres van a confiar en sus parejas y en sus métodos anticonceptivos? Hoy, muchas parejas con preservativos o con la vasectomía. Además, algunas pesquisas refuerzan este hecho. En un estudio con 450 mujeres escocesas, el 94% afirmó que un anticonceptivo masculino sería una buena idea (Martin 1997). Otra pesquisa que incluyó mujeres de Cape Town, Shanghái y Hong Kong mostró que solamente el 2% no confiaría en sus parejas las tareas de prevenir una gestión (Glasier 2000).

La búsqueda de “la píldora masculina” existe, y aunque poco divulgada, varias estrategias ya fueron investigadas y algunas abandonadas. El caso más célebre es el del Gossipol.

El Gossipol es una sustancia que se encuentra en la semilla del algodón y que desde 1929 se conocía sus propiedades en la fertilidad. Estudios posteriores mostraron que su uso lleva a la azoospermia. Al final de los años 90, el grupo de investigación para el control de la fertilidad masculina, de la Organización Mundial de la Salud, concluyó que el Gosipol no debería ser utilizado como fármaco para la anticoncepción masculina porque produce hipokalemia hasta en un 10% de los voluntarios, mantienen la azoospermia por más de 3 años posteriores al retiro de la ingesta del fármaco en 22% y porque la dosis tóxica era solo 10 veces mayor que la dosis terapéutica (Waites 1998).



Varias líneas de investigación buscan encontrar la manera más adecuada de promover la anticoncepción masculina que tenga los efectos adversos además de que sea reversible y accesible para un gran número de hombres. Como en la mujer, la vía hormonal es la que está más próxima a volverse una realidad, la píldora masculina sería administrada no por vía sino por medio de un implante o por medio de una inyección. El objetivo es tornar el hombre azoospérmico o con un número de espermatozoides en el semen lo más próximo a cero. Existen 3 líneas grandes de que inhiba la producción de testosterona endógena para la supresión de la GnRH y de la LH y consecuentemente de la espermatogénesis; la segunda propone la asociación de un progestágeno de testosterona en los testículos y de la espermatogénesis, con un andrógeno para evitar los síntomas del hipogonadismo; la última propone una asociación de un antagonista de la GnRH y un andrógeno que deprima la secreción de andrógenos y la espermatogénesis (Mclachlan 200).

Uno de los grandes obstáculos al desarrollo del anticonceptivo hormonal masculino es que la respuesta no es igual en todas las razas. Los hombres asiáticos tienen una prevalencia de azoospermia más alta que los hombres caucásicos. La razón de este fenómeno no tiene aún una explicación (Brady 2002).

Otra área de interés es la interacción del espermatozoide – óvulo, sin alterar el eje hormonal masculino, evitando alteraciones en la esfera sexual. Los fármacos que bloquean los canales del Calcio, como el Nifedipino, utilizados en el tratamiento de la hipertensión, inducen una modificación de la membrana del espermatozoide, aunque la cantidad de colesterol y llevando a la pérdida de manosa lectina, impidiendo la fertilización del óvulo (Benoff 1999, 2001). Aún no ha sido realizado algún ensayo clínico de estos fármacos que tienen como objetivo la contracepción, pero existen reportes sobre el fracaso de la fertilización in vitro en hombres y animales expuestos a estos fármacos. Uno de los grandes impedimentos de este método es la dificultad del control en el laboratorio cuando el hombre esté infértil.

Otras sustancias que son candidatas a convertirse en “píldora masculina” son: la Adyudina, que bloquea la interacción de las células de Sértoli y los espermatozoides, impidiendo la maduración de estos últimos. La fenoxibenzamina y una tioridazina que bloquean la eyaculación, produciendo un orgasmo seco, son algunas de las que se disputan el lugar (Population Council 2005) De la misma forma, la terapia genética con la utilización de tecnología con el “: Knock out” de algunos genes importantes para la reproducción debe ser ficción en el futuro (Naz et al. 2009).

Seguramente dentro de algunos años veremos algunos de estos fármacos o algunos similares que, llegando a las farmacias, así como a los hombres asumiendo o compartiendo la responsabilidad de la contracepción con sus parejas.