G7: ¿De Hiroshima a Taiwan?

Autor: Alan Cathey Davalos | RS 68


Concluyó el lunes pasado, en Japón, la Cumbre del grupo llamado G7, de los países más ricos del planeta, que se celebró en Hiroshima del 19 al 21 de mayo de este año

Dos temas dominantes
La Cumbre se enfocó en dos temas, que la marcaron desde un principio: el primero, la postura de los Estados representados en la misma, respecto de las posiciones de China, en varios aspectos, que van de su creciente agresividad hacia Taiwán, pasando por demostraciones de fuerza en el Mar de la China Meridional, en el que se han dado incluso incidentes por el desalojo violento de pesqueros filipinos, de aguas internacionales, por buques de guerra chinos, el hostigamiento a fuerzas navales y aéreas norteamericanas, operando en aguas y cielos internacionales, los ejercicios navales y aéreos, incluido el lanzamiento de misiles de largo alcance, con el claro propósito de intimidar a Taiwán y a los países vecinos con demostraciones desproporcionadas de sus crecientes capacidades militares, y el claro propósito chino de lograr, a marcha forzada, una paridad nuclear con Estados Unidos, a la vez que lanzarse a una carrera armamentista convencional, en tierra, mar y aire.

El otro tema que ha dominado el escenario, y, mucho más, tras el arribo a la Cumbre del presidente Zelensky, ha sido la guerra en Ucrania.

Mensaje desde Hiroshima
La elección de la sede, en la ciudad donde se recordará el próximo agosto, el septuagésimo octavo (78) aniversario del primer bombardeo atómico en la historia, Hiroshima, ciertamente apuntaba a significar y recordar el riesgo y resultado del empleo de armas nucleares en los conflictos presentes o futuros. Evidentemente, el mensaje estaba dirigido a Putin, a sus generales, y a Rusia, que, con ligereza aparente, han mencionado en repetidas oportunidades su disposición al uso de tales armamentos, si se producen, a su criterio, unas condiciones que los puedan llevar a pensar en una posible amenaza para su existencia, lo que, tan laxamente descrito, podría ser un niño lanzándoles unas piedras.

Los actos recordatorios y los homenajes a las víctimas estuvieron cargados de simbolismo, con amplia cobertura mediática. La presencia y participación en ellos, de los cada vez menos sobrevivientes, contribuyó para la obligatoria reflexión sobre la locura bélica.

Resoluciones y reacciones
El comunicado del G7, que expresamente señaló su preocupación por la situación de derechos humanos, particularmente en Tíbet y Xinjiang y la tensión en Taiwán, originaron una airada respuesta china, acusando a los firmantes del comunicado de “desacreditar” y “atacar” a China, y de no criticar a los grupos independentistas taiwaneses.

El vicecanciller chino, Sun Weidong, acusó a Japón de haber intervenido en “asuntos internos” chinos, como definió al tema taiwanés, el tibetano, el de Hong Kong, y obviamente, el de la etnia Uighur en Sinkiang, un sensible tema que, por las evidentes y permanentes violaciones a los derechos humanos que contra esa minoría ha practicado y practica sistemáticamente el régimen, proclamando en efecto, el absoluto derecho del gobierno chino para tratar como le plazca, sea a minorías étnicas o disidencia política, al margen de derechos humanos o libertades. China se contradice incluso al irrespetar principios de autodeterminación de los pueblos, de los que, cuando no se trata de China, se proclama firme defensora.

Enfatizó que China no permitirá que “fuerzas externas” intervengan en temas como Taiwán, Tibet o Sinkiang.

¿Autodeterminación?
En aras del derecho a la autodeterminación, lo correcto y procedente sería proponer un referéndum en las regiones conflictivas, obviamente sin la supervisión china, cuyas experiencias con los mecanismos democráticos dejan bastante que desear, al ser una dictadura de partido único, en la que las nociones sobre la libertad de expresión e información son inexistentes, mucho menos las de autonomía, separatismo o independencia.

La memoria de la matanza de los estudiantes chinos, que demandaban mayor democracia, en la Plaza de Tienanmen en 1998, da la medida de hasta dónde puede llegar el régimen en su represión.

Occidente ya no cuenta
Ostensiblemente, el vicecanciller chino, hizo referencia a la poca o ninguna importancia de las declaraciones que puedan hoy hacer los países occidentales, señalando que “la época en que podían intervenir en otros países ha pasado a la historia”, reafirmándose en la retórica anti occidental que se ha vuelto una característica del discurso oficial chino, en su intento de proponerse como la campeona del Sur global, y su aspiración de convertirse en la primera potencia económica y militar del planeta.

De Ucrania, ni una palabra
El comunicado, además, exhorta a la China a usar su influencia con Rusia para detener la guerra en Ucrania. Sobre éste crucial tema, el vicecanciller evita cualquier declaración, ni siquiera toca el asunto, paradójicamente en clara contradicción con sus proclamas por el respeto a la integridad territorial y al derecho internacional, cuando habla de sus fronteras, que ahí sí son inalienables. Se hace evidente el doble discurso y el doble rasero.

Zelensky, fenómeno mediático
El arribo de Zelensky, el presidente de Ucrania, el día domingo tuvo el habitual impacto mediático que el presidente ucraniano tan hábilmente maneja, con su capacidad de comunicación y empatía, que, en el plano de la guerra de la propaganda, al menos, lo hace amplio ganador, sobre un presidente ruso envarado, arisco y lejano. Zelensky fue muy exitoso, acaparando la atención de medios, y recabando crecientes apoyos para su país, en lo económico, militar y diplomático.

Reunión y No reunión
Tal vez su más importante reunión fue la que mantuviera con el líder indio Narendra Modi, quien se comprometió a buscar, con sus buenos oficios, alguna fórmula para detener la guerra en Ucrania, decisión que es destacable y constituye una toma de posición que lleva a su país al escenario internacional, del cual había permanecido cuidadosamente alejado. Por otra parte, tan importantes son las cercanías, como las distancias, y éstas últimas fueron las que puso el presidente ucraniano con su homólogo brasileño, Lula, dejando en claro que su intervención para mediar en la guerra contra Ucrania no había sido bien recibida, lo que se le comunicó al enviado oficioso de Lula, Amorim, días antes. Nunca se produjo la reunión entre los dos presidentes. Pocas veces ha sido más propia la expresión de que “ningún comedido sale con la bendición de Dios”.



Obviamente, los comentarios de Lula sugiriendo concesiones territoriales de Ucrania, la agredida por Rusia sin provocación alguna, por más que luego tratara de matizarlas, cayeron muy mal en un país que no está luchando por apoderarse de territorios de nadie, sino de sobrevivir como nación, calidad que le es negada por su agresor, que afirma explícitamente que “no existe”.

Otros invitados
También fue importante y reveladora, la presencia en la Cumbre de varios países invitados, fuera de los 7 del grupo, como Australia, Indonesia, Corea del Sur, Vietnam, y la ya mencionada India, en una Cumbre en la que el tema de fondo, como hemos dicho, era establecer una postura común en relación con China en los temas aludidos. Fue muy clara la intención de contar con la asistencia de aquellos países que, en las cuencas del Indo-Pacífico, mayores riesgos y amenazas sienten, por la expansión militar y naval de la China, con Corea del Sur y Japón en primera línea, justamente preocupados, tanto por las acciones y declaraciones chinas, como por las de Norcorea, si no directamente alentadas por el régimen de Beijing, ciertamente no desalentadas.

Peones de brega
Se hace evidente que China está empleando, como peones de brega, a Rusia y Norcorea como primera línea en su enfrentamiento con Occidente, pues a nadie beneficia más que a ella la profunda enemistad creada entre Rusia y el mundo Occidental, originada en la guerra contra Ucrania. Esta brecha ha determinado que Rusia se aleje de su matriz europea, y se arroje en brazos de China, con previsibles consecuencias, que se hacen visibles ante la creciente dependencia rusa de un solo gran “cliente”, China, que podrá establecer, al ser quien paga y tener otras opciones, el precio que le convenga por el petróleo y gas ruso. Ya en este momento, está abasteciéndose de grandes reservas de petróleo, con descuento de hasta el 40%, pagando además en yuanes.

En el corto plazo, Rusia terminará siendo un estado vasallo de Beijing, dependiente de su buena voluntad para seguir vendiendo su gas y su petróleo. Justamente acaba de anunciar Gazprom, uno de los gigantes energéticos rusos, una caída del 40% en sus ingresos por ventas.

Cerco nuclear
Se ha establecido, aquí sí, una especie de “cerco” nuclear en el Pacífico Oriental, al alinear consigo a Norcorea y Rusia, para amenazar e intimidar a Japón y Corea del Sur, que, al carecer de armamentos nucleares, dependen de las decisiones de otro país, Estados Unidos, para una eventual necesidad disuasoria, algo que, de hecho, parece estar generando discusiones para proveerse de tal armamento, al interior de Corea del Sur, ante las provocaciones permanentes de Corea del Norte, dotándose de un arsenal nuclear bajo su control, para disuadir a su vecina del norte de alguna veleidad militarista.

Por su parte, el Japón decidió incrementar sus gastos en defensa drásticamente, para poder defenderse del expansionismo chino sobre varias islas japonesas, así como por el prolongado y siempre latente problema de la devolución al Japón de las Islas Kuriles, que fueron arbitrariamente ocupadas por la URSS luego de la II Guerra Mundial.

¿Fin del pacifismo nipón?
La decisión del Japón en tal sentido, también se agudizó a raíz de los extensos ejercicios aeronavales que Rusia y China desarrollaron en conjunto, mostrando sus capacidades para cercar al Japón navalmente, algo catastrófico para una nación insular, que depende de rutas marinas abiertas para sus importaciones de alimentos y combustibles. Ciertamente, los frecuentes lanzamientos de misiles desde Norcorea, han contribuido también a cambiar la histórica posición pacifista japonesa, tras sus trágicas experiencias en la II Guerra Mundial. Incluso los entredichos que se habían suscitado con Corea del Sur por la memoria de la ocupación y explotación japonesa entre 1910 y 1945, se han logrado superar, ante la necesidad de presentar un frente único a las amenazas.

Vietnam e India, memorias de agresión
La presencia de Vietnam resulta oportuna, con relación al expansionismo chino en el Mar del Sur, que, tal vez por su denominación común, Beijing ya lo considera como un lago propio, lo mismo que al Estrecho de Formosa. Hay además el recuerdo, relativamente reciente, de la agresión china a Vietnam en 1979, por la intervención vietnamita en Camboya para detener el genocidio del Khmer Rojo, un muy cercano aliado ideológico del maoismo más extremo.

Para la India, el tema de sus conflictos con China en el Himalaya, por los que fueron a la guerra en 1962, es, obviamente, un factor que tensa las relaciones, agudizado por el hecho de tener, a poca distancia de sus costas, el puerto de Hambantota en Sri Lanka, construido y financiado por China, totalmente sobredimensionado por ésta, al punto de ser impagable, lo que le ha permitido apropiarse del mismo por las opacas cláusulas secretas, habituales en los contratos de crédito chinos, que se garantizan, sea con materias primas a precios preferenciales, o con la posibilidad de tomar control directo de las infraestructuras, portuarias, energéticas o de ferrocarriles y carreteras, en caso de dificultades de pago de los créditos. El puerto de Hambantota está bajo control chino, pudiendo ser utilizado incluso por sus buques de guerra.

Se logra así completar el cerco de India y su eventual aislamiento y amenaza permanente a las líneas de comunicación marítimas de su territorio.

Expansión china al Pacífico Sur
Por su parte, Indonesia y Australia, presentes en la Cumbre, experimentan preocupaciones por la expansión china en el Pacífico Sur, por las anunciadas intenciones chinas de crear bases navales, en naciones insulares que hoy por hoy han aceptado las ayudas económicas chinas, atadas a unos opacos acuerdos que, de ser necesario, permiten la intervención de las fuerzas armadas chinas en sus territorios, en aplicación de su “diplomacia de la deuda”.

Los BRICS
Brasil e India son miembros del BRICS, que ha expresado su intención de implementar una moneda propia para sus intercambios, lo que habrá que ver sí y cómo se concreta, lo que implicaría un reto al modelo económico internacional vigente. Ambos tienen muchos intereses económicos con Occidente, que con seguridad no querrán afectar.

El “escudo de silicio”
Muchos intereses comunes se unieron en la Cumbre del G7, y se han producido muchos sobreentendidos. El “escudo de silicio” de la isla de Taiwán, o sea su avanzada industria de microchips, el factor esencial y más grave “cuello de botella” de las tecnologías de la electrónica del futuro, inteligencia artificial incluida, ha demostrado su vital importancia para todo el mundo, y ha permitido el mirar más allá de las declaraciones de soberanía que hace China sobre Taiwán. Bastante más importante que unos kms cuadrados y un 1,5% de la población china, parecería ser esa clave tecnológica que se ha desarrollado en la pequeña isla. Apoderarse de ésta parecería tan importante como para arriesgarse a un conflicto de incalculables consecuencias.

Las ásperas respuestas de China y de Rusia, a los comunicados de la Cumbre del G7, así lo revelan.