Cumbre G20 – 2022

A semana seguida de la Conferencia de la ONU sobre el clima, celebrada en El Cairo a partir de la segunda semana de Noviembre, los países miembros del G20, que agrupan a las 20 economías más importantes del planeta, que controlan cerca del 85% del comercio mundial,

(( Escuchar el artículo ))

y representan dos terceras partes de su población, se han reunido el 14 y 15 del presente en Indonesia, para mantener contactos cara a cara entre sus líderes, en un afán por buscar las alternativas más razonables para relanzar y normalizar las actividades productivas y las relaciones entre sus miembros, profundamente afectadas por la pandemia del COVID 19 primero, por las tensiones internacionales que alcanzaron un pico inusitado por la competencia, cada vez más cercana a la rivalidad, entre China y USA por la supremacía geopolítica y económica en el mundo, y por la guerra en Ucrania, que ha generado graves impactos a nivel global, en la provisión de alimentos, dada la enorme producción, principalmente de cereales y de aceites vegetales, de los contendientes. Si se suman las producciones de trigo ucraniano y ruso, son los segundos productores globales, detrás de la UE, con la diferencia que ésta lo hace para suplir a sus 500 millones de habitantes, mientras rusos y ucranianos suman algo menos de 200, lo que determina unos excedentes exportables importantes.

Crisis alimentaria global.
De hecho, las dificultades para la salida del trigo por el Mar Negro, han originado una escasez mundial de trigo, con la consiguiente elevación de los precios, cuyos mayores afectados son los países más pobres del mundo, que reciben apoyo internacional para su supervivencia, sea por situaciones de clima, por los cada vez más agudos efectos del cambio climático, manifestado en unas sequías o inundaciones cada vez más severas, como en el Cuerno de Africa y en el Sahel, o en conflictos militares como Yemen o Siria, cuando no por la evidente ineptitud de algunos estados para lograr alimentar a su población, por bloqueos ideológicos, como en Norcorea, que opta en utilizar sus escasos recursos en la fabricación de misiles, bombas nucleares, y toda suerte de armas, en lugar de hacerlo en agricultura, ganadería y pesca.

Los ausentes.
La cumbre ha congregado a la práctica totalidad de los líderes de este selecto Club, con la notoria excepción del presidente Putin, que optó por no viajar, ante la seguridad de que habría sido segregado por los líderes de los países occidentales, que responsabilizan a Rusia por su agresión a Ucrania. Tampoco lo han hecho los presidentes de México y de Brasil, las principales economías de America Latina, por desconocidas razones en el caso del presidente López, más preocupado por denostar a la oposición por las masivas marchas de protesta en todo el país por sus cada vez más evidentes intentos por “meter la mano” en la justicia electoral, y ponerla bajo su égida, eliminando un gran modelo electoral, fuera del control del Estado y de los políticos, que ha conducido con absoluta transparencia y pulcritud todos los procesos electorales del país desde hace bastantes años, incluso aquellos en los que el propio López Obrador y su partido ganaron las elecciones. En cuanto al presidente de Brasil, Jaír Bolsonaro, seguramente desistió de asistir por similares razones a las de Putin, el temor a desaires, a sabiendas además de su próxima salida del cargo tras las elecciones.

La guerra dominó el escenario.
Como cabía esperar, el tema de la agresión rusa contra Ucrania, ha sido uno de los temas más complejos en las discusiones, pero al parecer, reconociendo que el foro no tiene entre sus alcances el de la resolución de conflictos, se adheriría a la resolución de las Naciones Unidas, condenando la agresión a Ucrania, y exigiendo la retirada de las fuerzas ocupantes, del territorio Ucraniano. De darse una declaración mayoritaria en tal sentido, la imagen internacional de Rusia, ya venida muy a menos por sus indiscriminados ataques a la población civil, y más aún, por las crecientes evidencias de crímenes de guerra, sufrirá un nuevo golpe. Seguramente por esta razón, el presidente Putin prefirió no asistir, enviando al Canciller Lavrov para que sea él quien deba asumir la condena, tal como hizo con el ministro de defensa Shoigu, a quien envió a cargar con el muerto por la debacle rusa en Jerson.

Los ejes de la Cumbre a segundo plano.
Los temas eje del G20 en Indonesia, hacen referencia a la seguridad alimentaria, a la construcción de sistemas de salud más sólidos, tras la dura experiencia del COVID, y a enfrentar los riesgos simultáneos de inflación y recesión mundial, que por la guerra en Ucrania se han agudizado, ante la disparada de los precios de la energía y los alimentos.
Inevitablemente, el tema de la guerra domina el escenario, y las exigencias para detenerla son comunes a todos los miembros.

Encuentro Biden-Xi Jingpin
Toda la atención mundial se centró en el encuentro, y extenso diálogo posterior, entre el presidente Biden y su homólogo chino, el presidente Xi Yinping, que retornaba, tras los 3 años de la pandemia, al escenario político internacional en persona. Xi llegó tras haber sido nombrado para otro período de 5 años en el poder, consolidado absolutamente con el nombramiento de sus hombres de mayor confianza para los más importantes cargos y funciones del gobierno, y la eliminación de la ya casi inexistente oposición. El retiro de su antecesor, Hu Jintao, por guardias de seguridad, del pleno del congreso del PCCH, no dejó lugar a duda alguna del total control que Xi ejerce hoy.
Por su parte, el presidente Biden llegó muy aliviado, tras los resultados electorales de medio período, en los cuales a su partido le fue por encima de todas las expectativas, que le auguraban una contundente derrota, tanto en la Cámara de Representantes, como en el Senado. Éste último está ya bajo control del partido demócrata, y en Representantes, el resultado es muy estrecho a favor del partido republicano.

No a la amenaza nuclear.
Al parecer, la reunión fue cordial, destacando las declaraciones respecto del rechazo a las amenazas de uso de armas nucleares en el conflicto ucraniano, o en cualquier otro.
Ciertamente, la variedad y profundidad de las diferencias no puede resolverse en tres horas pero las expresiones de interés de ambos líderes por superar las discrepancias y evitar una nueva “guerra fría”, son alentadoras, de cara a la enorme influencia que las 2 mayores economías del planeta ejercen en la política y economía mundiales. La anunciada visita a China del secretario de estado Blinken en los próximos meses, es una señal alentadora adicional.

Taiwan, la piedra de toque.
Xi fue sinembargo enfático al establecer unas “líneas rojas” en relación a Taiwán, que será la piedra de toque en las futuras relaciones, y que constituye uno de los más graves riesgos para la seguridad regional y mundial.

Difícil consenso de textos.
Habrá dificultades para consensuar el texto de las varias declaraciones, como ya la hubo respecto de la tradicional “foto familiar”, con los líderes presentes o sus delegados. De lo que se ha comentado, muchos líderes se han negado a aparecer en dicha foto con el Canciller ruso, con lo que éste documento gráfico no será parte del dossier final.

El susto del misil.
El día martes, la Cumbre fue sacudida al caer en Polonia un misil, que, razonablemente, se supuso sería ruso, al producirse en medio de un inusitado, incluso para criterios rusos, ataque masivo contra las infraestructuras eléctricas ucranianas, convertidas en objetivo principal de los misiles rusos. La intención es bastante evidente, desmoralizar a través del terror al pueblo ucraniano, de un nuevo tipo de terror, mucho más amplio, que el de los horrores encontrados tras las retiradas rusas, del norte de Kiev primero, cuando asomaron las primeras evidencias de asesinatos contra civiles atados, enterrados en fosas comunes por las fuerzas rusas ocupantes, aplicando su tradicional manera de hacer la guerra, para revelarse como una estrategia sistemática al liberarse zonas y poblados al noreste de Jarkov, con la contraofensiva ucraniana, y en Jerson y su hinterland, tras la precipitada retirada rusa, donde también se documentó la comisión de crímenes de guerra y contra la humanidad por parte de las indisciplinadas tropas rusas. Repentinamente, la caída del presunto misil ruso en una granja polaca, con el saldo de dos muertos, encendió las alertas, pues ése era uno de los más impredecibles y temidos escenarios para una escalada en el conflicto, pues un país de la OTAN parecería haber sido atacado, lo que implicaría un ataque a toda la Alianza, con los riesgos tan temidos de que las reacciones se salieran de control. Afortunadamente, pronto se pudo establecer que se trataba de un accidente y no de algún ataque intencional. La prudente y mesurada reacción de la OTAN permitió que las tensiones se reduzcan, para finalmente establecerse que el misil antiaéreo había sido disparado por la defensa ucraniana, saturada por más de 100 misiles disparados por Rusia contra las ciudades y sistemas de generación eléctrica del país. El intento ruso de dividir a la OTAN aduciendo un complot para culpar a Rusia, quedó desvirtuado por el salvajismo de su ataque indiscriminado. Pretender que Ucrania no intente defenderse derribando los misiles que pueda, es ridículo, y así lo ha entendido el gobierno polaco y la Alianza. Las palabras del Primer Ministro holandés son el mejor resumen de la percepción occidental. No habría caído ningún misil en Polonia, si Rusia no hubiera lanzado más de cien contra la población civil ucraniana. El gobierno ruso, jugando como siempre el juego de mentiras y medias verdades en que es tan hábil, carece ya de cualquier credibilidad, tras mentir una y otra vez desde el inicio de su guerra, hasta en su incapacidad de llamar a las cosas por su nombre, guerra, no “operación especial”, derrota, no “retirada estratégica”.

Un activo Xi.
De gran importancia han sido las reuniones del presidente Xi, que ha estado muy activo en reuniones bilaterales con varios líderes europeos, para buscar restablecer relaciones, o al menos distenderlas, tanto en lo político como en lo económico, que se manifestaron durante la pandemia, y ahora con la guerra. Seguramente, el tema de cadenas de suministros, que afectan gravemente a las industrias europeas, al depender de China para su provisión, habrá sido importante en los diálogos. La dolorosa experiencia de la dependencia del gas ruso, debe haber hecho pensar al liderazgo europeo acerca de la conveniencia de buscar otras alternativas confiables y más cercanas, para proveerse de tales insumos. El interés de Xi habrá sido el de disipar dudas.

Por su parte, el presidente Biden también ha desplegado gran actividad, entendiendo que la presencia de Estados Unidos en el nuevo eje comercial del mundo, es absolutamente indispensable para sus esfuerzos por mantener su influencia en la región. Ya en la reunión de la ASEAN la pasada semana, se vió una actividad importante de diplomacia, para asegurar a los socios de este pacto de seguridad, del compromiso de los Estados Unidos con la región, donde existen varios escenarios de conflicto entre los estados miembros y China.

Fantasmas a la vista.
La extrema polarización de la política norteamericana, resulta desgraciadamente una incertidumbre para aquellos países que cuentan con ella. La experiencia vivida durante los 4 años de la administración Trump, significaron unos daños profundos en los históricos vínculos con cercanos aliados en Europa y Asia. Los esfuerzos de Biden por recomponer esas relaciones y restañar las heridas que Trump con su prepotencia generó, han logrado en algo restablecer la confianza, en especial tras su frontal liderazgo para enfrentar a Rusia y apoyar decididamente a Ucrania. Europa ha podido ver, en hechos y no palabras, a su aliado principal firmemente manteniendo sus compromisos. Curiosamente, la postura del presidente Biden, junto con la agresión rusa, han sido decisivas para que, finalmente, los estados europeos parte de la OTAN resuelvan asumir con seriedad sus obligaciones para invertir en su defensa significativamente. Lo que no lograron las pataletas e imposiciones del ex presidente Trump, lo logró Putin en un mes, despertando en Europa el recuerdo de otro tirano que no fue detenido a tiempo. Los 70 años de paz que ha vivido Europa, por el paraguas norteamericano en buena medida, han sido valorados en toda su dimensión. La decisión de hacerse cargo de su seguridad colectiva, es un enorme paso que da Europa para buscar también espacio de maniobra y voz en decisiones vitales. Pero el espectro de Trump resurge, al volver a postularse para la presidencia, y con el vuelven los fantasmas de su admiración por Putin y su desprecio por sus aliados y por los valores de la democracia y la importancia del liderazgo, del compromiso y de la palabra.

El mensaje de Guterres.
El Secretario General de Naciones Unidas ha expresado con claridad el papel que el G20 debe jugar, al sostener que la Cumbre llega en “el momento más precario que el mundo haya atravesado en generaciones”, y aludió a su propuesta de un acuerdo de Solidaridad Climática, para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5 % grados, dado que el G20 representa el 80% de las emisiones globales. Pide también apoyo financiero para los países emergentes para su transición a energías renovables.

Habrá que ver cómo se desenvuelven los encuentros, y las resoluciones finales. Sus resultados pueden ser de importancia mundial. Que se logren consensos serios y que se los aplique, es un anhelo de un mundo que, con una mezcla de alarma y esperanza, acaba de alcanzar, este 15 de Noviembre, el día de clausura de la Cumbre, los 8 mil millones de habitantes.