Chilenos no quieren a su país partido en dos, como Ecuador

¡Somos famosos! Nuestro país incidió para que la mayoría de chilenos votara en contra de la nueva Constitución porque no querían un Chile partido en dos, como Ecuador, con una legislación para mestizos y otra para indígenas.

“Creo que esto fue lo que más pesó al momento de votar”, nos dijo el integrante de un grupo de clase media con el que conversamos. A su criterio, el gobierno de Gabriel Boric “perdió el plebiscito porque se interpretó la plurinacionalidad como la división del país. Al sistema de justicia indígena se identificó como contrario a la igualdad de todos los chilenos ante la ley”. Otra persona agregó: “Los indígenas mapuches y otras etnias iban en primer lugar, nosotros (mestizos) en segundo”.

Según el artículo titulado: ‘Los 10 principales pueblos indígenas de Chile’, de marcachile.cl., junio 24, 2021: “Más de 2 millones de chilenos se declaran pertenecientes al pueblo indígena”. O sea, alrededor del 10% de la población de Chile que suma algo más de 19 millones. “De ellos, 1,7 millones se declaran pertenecientes al pueblo mapuche, y 156 mil se declaran aymaras, y 88 mil se reconocen como diaguitas, los tres pueblos más numerosos de Chile, de acuerdo con cifras del último Censo (2017). El Estado de Chile, mediante la ley 19.253, reconoce como principales pueblos indígenas de Chile a los Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Atacameños o Lickan Antai, Quechua, Colla, Chango, Diaguita, Kawésqar y Yagan”. El criterio de los clase media coincide con el de varios analistas chilenos y de otros países. El Dr. Carlos Sánchez Berzain, abogado politólogo y ex ministro de gobierno sintetiza en este párrafo la causa para el voto en contra: “Lo que han tratado de poner en Chile es copia de los textos propuestos en Bolivia, Cuba, Venezuela, el Ecuador de Correa, con un planteamiento que busca destrozar la nación chilena y sembrar la base de la confrontación permanente”.

¿ECUADOR TIENE DOS PODERES LEGISLATIVOS?

El peso de las confrontaciones y de la duplicidad de funciones ya lo estamos viviendo en Ecuador. Por un lado legisla la Asamblea Nacional y en este momento también tenemos –en otro escenario- a la Conaie y al poder Ejecutivo legislando (con decretos, reglamentos, etc.) para atender las peticiones o, mejor dicho, las exigencias de los indígenas planteadas como condición para suspender el último levantamiento (junio 2022) y no “tomarse Quito”. Regresaron a sus casas para preparar otro levantamiento que ya están amenazando si el Ejecutivo no se cumplen las exigencias que, dicen, beneficia a todos los ecuatorianos. Eso es subjetivo, como se ve en esta anécdota: un amigo que es súper urbano y trabaja en el corazón urbano de Quito movilizándose en una camionetota último modelo, ya anda preguntando dónde queda la Conaie para ir sacar un certificado de ‘agricultor’ y beneficiarse con el subsidio de la gasolina.
Esto trae a la memoria las palabras de un intelectual que, pese a ser de izquierda, era equilibrado y decía: “Las leyes que benefician a un sector con subsidios, exoneraciones, etc., propician injusticias y resentimientos”. Ya los estamos viendo.

CHILENOS NO DEJARON METER MANO EN LAS JUBILACIONES

“Otra razón poderosa por la que votamos en contra de la Constitución, fue que querían pasar el dinero de la seguridad social a manos del Estado. Boric se iba a meter con las AFP, Administradoras de Fondos de Pensiones (aseguradoras privadas) donde los trabajadores tienen su dinero de las jubilaciones. Cuando le meten la mano al bolsillo, la gente salta”.
Los chilenos tienen razón. En Ecuador, las aseguradoras estatales con piel de autónomas, han sido botín de todos los gobernantes. Saquearon al IESS y le tienen al borde de la quiebra. Robaron al ISSPOL y ni los policías que son sus dueños pueden capturar a los ladrones de cuello blanco. Hasta el ISSFFAA parece que tiene problemas.

La decisión de los chilenos deja una lección: cuando los gobernantes nos llamen a consultas, plebiscitos, no debemos votar por votar, hay que razonar, analizar lo que hace bien a un país, lo que une a sus ciudadanos. Lo contrario alienta la violencia.

Mariana Neira López