Cartelización vs globalización

Autor: Dr. Alan Cathey | RS 74


Estamos asistiendo a un lamentable proceso, a nivel planetario, de cartelización en las economías del mundo, al crearse, ya sea de manera oficial, o extraoficial, limitaciones al acceso a recursos, de toda naturaleza, que son indispensables para producir una vasta gama de bienes, desde los de uso doméstico, a los de las especializadas tecnologías de la informática, comunicaciones y defensa.

Comercio y progreso
El progreso del mundo, el desarrollo de ideas y su aplicación para aumentar y mejorar los productos de uso y consumo, desde textiles a alimentos, maquinarias, herramientas, está basado en las relaciones comerciales que se han establecido y construido, con dedicación y esfuerzo, durante siglos, sino milenios, que hoy constituyen una red mundial, un tejido de intercambios altamente complejo, en campos tan dispares como la fabricación, que implica la logística necesaria para proveerse de los insumos físicos para esta, materias primas, maquinaria, energía para moverlas, y los medios para transportar esa producción a los mercados, internos o externos, por barco, tren o avión, o alguna combinación de éstos.

Comercio y riqueza
El comercio es la última fase del proceso de creación de riqueza para la sociedad, y en tal medida integra la faceta más positiva de las sociedades humanas, la más virtuosa, pues su propósito es actuar como vehículo para la satisfacción de las necesidades de quienes fabrican o producen y de quienes los requieren. Sin este vehículo, producir más allá de lo que se requiera para autoconsumo, carecería de sentido, con las obvias consecuencias que de aquí se desprenden, una sociedad primaria y reducida a lo elemental, expuesta a cualquier cambio menor, que podría ser catastrófico.

Riesgos del aislamiento
El autor californiano Jared Diamond, en su libro “Armas, gérmenes y acero”, establece claramente la importancia de los contactos, a todo nivel, incluso biológico, para los grupos humanos a lo largo de la historia, señalando los riesgos del aislamiento, que van desde la vulnerabilidad ante virus y bacterias, al atraso científico y tecnológico, por ignorar el avance que en otros lugares se ha dado, justamente porque el contacto permite retroalimentación, lo que acelera el desarrollo, al evitar repetir desde, cero, todo el proceso de investigación que cada nuevo campo demanda. “Si he llegado tan alto, es porque vengo a hombros de gigantes”, será lo que el gran Newton dice a sus pares de la Royal Society en Londres, al ser aclamado como el gran científico que fue, y esa frase es el reconocimiento de la deuda que mantenemos con todos quienes, a lo largo de la historia, y por esos contactos, con sus mayores o menores aportes, han sido la base de la pirámide del conocimiento al que se ha llegado.

Comercio e ideas
El comercio no es tan sólo el traspaso de bienes de unos a otros, también es, y de manera fundamental, el agente del traspaso de ideas, inventos, cosmovisiones y hasta de dioses y leyendas. El comercio es la única alternativa racional a la guerra, pues, por la naturaleza de esta, su consecuencia será la destrucción, de vidas primero, y de bienes y riqueza después.

Las globalizaciones
Los avances más significativos de la historia humana han sido generados por las varias globalizaciones que se han producido en la historia, pues esos momentos han logrado acercar y conectar al mundo o a partes de él, a través del comercio y el intercambio de las ideas. Desde la gran expansión del helenismo a Medio Oriente, al Asia Central y a la India, que provocó un gran crecimiento de los contactos y productos de regiones antes muy aisladas, y el crecimiento de la riqueza, por la demanda de producto de otro mundo, novedosos y atractivos, a la globalización que se produce tras el viaje de circunvalación de Magallanes y Elcano y de la Edad de los Descubrimientos, al incorporarse al mundo dos continentes que habían estado en condición de aislamiento del resto de este, América y Australia. Recién con la segunda, se puede decir que el mundo está completo, que finalmente somos conscientes que, de una u otra manera, somos compañeros de un viaje cósmico y que ese mundo es nuestro hogar común.
Comercio y revolución tecnológica
La expansión del comercio mundial, a raíz de los descubrimientos geográficos, se produce de la mano de la revolución tecnológica y científica que se dispara con el Renacimiento y que precipita el más extraordinario crecimiento de la riqueza y el bienestar que la humanidad ha experimentado en su historia, a lo largo de los últimos 250 años.

El retorno de China
A finales del siglo XX, con la reintegración de China al escenario económico planetario, en la década de los 80 del pasado siglo, y con el colapso del Imperio Soviético, a principios de los 90, se configura una tercera globalización, al liberarse unas dinámicas gigantescas, con la emergencia a la economía global, de unos actores que habían permanecido durmientes por largo tiempo, y que representan más de la mitad de la población mundial.

Cambio histórico
Asistimos a un fenómeno histórico de cambio, donde se han conjugado varios factores para hacer posible la revolución que se está produciendo. Este cambio modificó el centro de gravedad del comercio mundial, del océano Atlántico, que había sido su eje durante los últimos siglos, al Indo Pacífico, donde se concentra la mayor parte de la población mundial, que además se ha constituido en el principal fabricante de toda suerte de productos industriales, por su disponibilidad de esos vastos recursos de mano de obra. Si a esto unimos que muchas grandes empresas occidentales y japonesas han realizado transferencias tecnológicas de gran volumen, relocalizando en esa región del mundo sus fábricas, se entiende fácilmente la razón de la creciente importancia comercial del Indo Pacífico, una enorme población, con una creciente capacidad de compra, con la capacidad industrial y tecnológica para poder satisfacerla.

Impulso al progreso
Hasta aquí, todo muy bien, pues hasta se podría decir que el Primer Mundo ha impulsado el crecimiento económico de una región que se hallaba muy retrasada hasta no mucho tiempo. De hecho, el desarrollo chino en los 40 años transcurridos desde que Deng Xiao Ping adopta la decisiva decisión de olvidarse de las taras dogmáticas maoístas y marxistas, que habían sumido a China en la miseria, e insertarse en el mundo, sacando toda la ventaja posible, tanto de una mano de obra desocupada con ingresos infinitamente menores a los del Primer Mundo, a la que su régimen además impediría veleidades como los sindicatos, los paros y las huelgas, con lo que la producción alcanzaría las cotas que en efecto ha logrado. Otros países de la región se han visto también beneficiados con este proceso de transferencia de riqueza, pues eso es el conocimiento y la tecnología, pero de ninguna manera a la escala de China.
El verdadero “Gran Salto Adelante”
Hoy se hace evidente que este fenómeno fue capaz de idear un mecanismo que le permitió a China, ahora sí, dar el Gran Salto Adelante que Mao intentó en 1957, con la consecuencia de más de 50 millones de muertos por hambre. Deng fue capaz de enterrar los dogmas, y adoptar los métodos y las técnicas occidentales, que evidentemente sí funcionan, para sacar a la China del pozo al que se había metido.

Agenda oculta
Pero también es necesario ver que China tenía una agenda oculta de agravios y resentimientos, curiosamente con quienes, por sus propias razones, abrieron la puerta para la recuperación de China, los países occidentales del Primer Mundo, y Japón.
Ambición y avaricia
Está claro hoy que China utilizó la ambición, hasta de la avaricia, de los empresarios occidentales, para copiar las tecnologías y desplazar, poco a poco, a esas mismas empresas, al aprovechar lo que éstas sembraron, en términos materiales, con las fábricas montadas, en humanos, al capacitar y entrenar a una mano de obra ignara, y al regalar siglos de desarrollo científico y tecnológico.
Empresas “privadas”
Paralelamente al crecimiento de la economía, cada vez más acelerado, el gobierno chino impulsó a sus empresas “privadas”, a salir al mundo a buscar para China los recursos estratégicos que se les iban revelando como indispensables de cara al futuro, los minerales y “tierras raras”, sin los cuales no son viables los desarrollos en la vanguardia de la tecnología. Evidentemente, esta planeación requería del decidido apoyo político, cuyos objetivos no se centran en el corto plazo de un balance anual, sino pueden medirse en décadas.
Control estratégico
Paulatinamente, China se convirtió en el principal productor de esos materiales estratégicos, y se hizo además con el control de éstos fuera de China, por medio de sus compañías “privadas”. Hoy por hoy, el control chino de estos elementos es monopólico, convirtiéndolos en factores políticos y económicos de presión, alterando así cualquier concepto de libertad de mercado.

Cártel estatal.
El gobierno chino se ha convertido, con este tipo de manejo, en un cártel, con capacidad de manipular y afectar las economías de otros países, sea con la restricción de éstos elementos, o con precios prohibitivos, lo que pone fuera de mercado a empresas que no son chinas.
Manipulación geopolítica
Durante las discusiones que tuviera hace algunos años con Japón por las Islas Senkaku, China detuvo intencionalmente las entregas de “tierras raras”, para presionar al Japón, convirtiendo su monopolio además en un arma geopolítica, que en este momento se está aplicando a Estados Unidos, en medio de la agria controversia que los involucra, por las restricciones establecidas por los Estados Unidos a las exportaciones o uso de los chips producidos en el país o con su tecnología, a China, lo que ciertamente constituye, también, una violación a la libertad de comercio.

Nubarrones al comercio
Con estas medidas, los nubarrones que se cernían sobre la globalización se agravan y auguran tormentas a futuro. La configuración de bloques comerciales cerrados unos a otros avanza, y con ella, la de barreras para el comercio, cuyo precio final lo pagamos todos por volverse más reducido el universo de opciones que el libre mercado produce. Las barreras, traducidas en aranceles o en sutiles “normativas” de varias naturalezas, impiden al ciudadano de a pie escoger lo que más le conviene, dejando tal decisión en manos de burócratas. Bástenos recordar los costos que hace 10 años pagábamos por algún producto europeo, y lo que pagamos hoy, tras la firma del acuerdo de libre comercio. Sería triste un retroceso a ese pasado, pero resulta bastante probable, dada la pugna de poderes que está en curso.
Lucha por la hegemonía
El enfrentamiento entre Estados Unidos y la República Popular China, trasciende el marco comercial y económico, convirtiéndose en uno existencial, como los principales países del mundo, económica y militarmente, que se enfocan en una cerrada competencia por una hegemonía decisiva. Ante esta lucha, dejan de ser importantes los valores y principios de libre mercado, que alguna vez fueran bandera del mundo occidental, y que hoy los exhibe China, jugando con doble standard, según su conveniencia.

Doble discurso
Le indigna que le impongan restricciones, pero no duda en imponer por su cuenta monopolios. Habla de la libre determinación de los pueblos hasta cuando se le pide aplicar el mismo criterio a Taiwan, a Hong Kong o al Tíbet; es defensora de la soberanía, hasta que su aliado se lanza a una guerra de conquista, cuando hace mutis por el foro. Exige que todos le abran su mercado, mientras ella cierra el suyo con campañas públicas de desprestigio contra las empresas extranjeras que operan en China, a cuenta de supuestas acciones hostiles. En ese entorno, las posibilidades de escalada a una nueva “guerra fría” se acrecientan cada día, junto a las tensiones internacionales en los muchos escenarios abiertos.
Buscar alternativas
Para el mundo occidental se vuelve esencial buscar alternativas urgentes para garantizar su independencia geopolítica, puesta en riesgo por el control alcanzado por China en numerosos campos, desde las mencionadas tierras raras hasta las medicinas, que en un 85% le llegan de China. La diversificación de productores y proveedores, en el marco de un libre mercado es la mejor garantía de seguridad para todos. Hacia allá deberán apuntar los esfuerzos de todos. Las alternativas, el aislamiento, o peor aún, la guerra, son inaceptables.