Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente

Un breve recorrido por el país nos demuestra que la campaña electoral está en pleno auge. Vallas, publicidad, puentes y carreteras están tomados, especialmente por el correísmo.

Las emisoras de radio y televisión local, así como las famosas redes sociales tanto las se llevaron como las otras, más disimuladamente, hacen reportajes evidentemente tarifados sobre la grandiosidad de la década pasada.

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Nadie puede controlarlas porque el ARCOTEL es ahora una enorme burocracia en la que más del 90 % de sus burócratas fueron nombrados por el correísmo. Al mismo tiempo atacan a sus opositores y ocultan sus latrocinios ya destapados hasta internacionalmente. Activistas, vehículos pintarrajeados, dádivas y regalos son su principal componente a vista y paciencia del CNE tanto nacional como los provinciales.

Están pendientes ya del reparto y las autorizaciones para la publicidad que son vergonzosas ya que abiertamente los que buscan la reelección obtiene permisos para una publicidad aparentemente disimulada de lo bien que lo hicieron. Al ver así tomado el país, se explica donde se gastan los millones que se robaron y que son tan impúdicos que acaba de probarse en Estados Unidos que un sólo funcionario de Petroecuador en el régimen ese, en un puesto aparentemente sin importancia, el Señor Nilsen Arias, recibió la bicoca de 72 millones de dólares y en el país sigue con una simple instrucción previa dormida en la Fiscalía General de Estado que tanta promoción hace.

SABIDURÍA POPULAR

La sabiduría popular, expresada en frases cortas, sentencias, dichos, enseñanzas, recetas y remedios; nace de la experiencia repetida de las personas y se transmiten de generación en generación, formando parte de la cotidianidad de una colectividad.

No requiere la validación en ningún laboratorio, porque recoge las experiencias de todo un pueblo en el transcurso del tiempo y se nutre de la más constante observación de los fenómenos vitales y naturales. Hoy quisiera referirme a una de sus sentencias para aplicarla al momento político que vive nuestro país y ver como coincide y engrana perfectamente en nuestra caótica cotidianidad.

“Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”: Así, apenas en dos frases se anidan enseñanzas de verdades incontrastables.

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UN POCO DE HISTORIA RECIENTE

Hace unos años, la ciudadanía ecuatoriana llegó a hartarse de las triquiñuelas y mentiras de los partidos políticos y de sus dirigentes.

El presidente de aquel entonces, un, aparente, novato de la política comprendió dicho hartazgo y procedió, con leyes y reglamentos de por medio, a atacar no solo a las sociedades políticas sino a todo sistema de agrupación social como los colegios profesionales y las ONG´s y, para ello, no se limitó a desnudar las trafasías de aquellos líderes que, traicionando las ideologías de sus partidos, no recogían las aspiraciones populares, sino que reveló muchas de las de sus ambiciones particulares y de grupos.

¿Resultado de esa guerra?: la desaparición de los partidos políticos y el debilitamiento de la organización social.

Poco a nada quedó de los antiguos partidos Conservador y Liberal, que ya habían desaparecido para dar paso a la Democracia Popular y a la Izquierda Democrática, partidos que también cayeron en picada. Tampoco quedaron huellas del partido socialista, del Partido Roldosista, Adelante Ecuador Adelante, e incluso del Partido Comunista ecuatoriano. El partido Social Cristiano, pudo salvar su presencia, no tanto por su coherencia política cuanto, porque sus líderes se replegaron a dirigir la ciudad de Guayaquil olvidando su vigencia nacional.

Luego vendría el surgimiento de innumerables agrupaciones políticas sin otro afán que el de medrar de la Ley de partidos que les otorgaba cierto financiamiento para sus labores, pero también la oportunidad de “negociar” su bandera a cualquier persona que quisiera ocupar una candidatura al abrigo de siglas y no de ideas.

El Ecuador llegó a tener cerca de 300 partidos y movimientos políticos, algo inaudito, incompatible con el tamaño de su población; y lo que era más grave, ninguno de ellos con una ideología que sedujera a la ciudadanía. Excepto el movimiento de la Revolución Ciudadana que empezó a crecer y creció tanto que sus líderes no tuvieron empacho al vaticinar que gobernarían los próximos 300 años. Tan seguros estaban de su poder que cambiaron la Constitución a su antojo, modificaron las leyes y coparon todas las instituciones, incluyendo la Justicia y las Fuerzas Armadas y Policía.

LA HORA DEL DESCANSO

En algún momento, el líder de este movimiento decidió descansar y cedió la silla presidencial a otro de sus amigotes. No se imaginó que su sucesor no haría nada por defenderlo cuando las pruebas de la corrupción rampante de su gobierno empezaron a aparecer. Varios juicios se incoaron en los tribunales de justicia contra el propio exmandatario y los miembros de su círculo íntimo que terminaron con sentencias ejecutoriadas.

No todos terminaron en la cárcel, pero sus nombres quedaron manchados por el descubrimiento de sus actos ilegales. No era la primera vez que el Ecuador se estremecía al conocer actos de corrupción como estos, en los que estaban involucrados sus más altos funcionarios del Estado, pero si la primera ocasión en que fueron acusados tantos y tan poderosos personajes. Parecía que sería el fin del carismático líder y sus amigotes, pero, luego, las urnas nos dirían lo equivocados que estábamos. Los candidatos que representaban a su movimiento lograron resultados espectaculares, llegando, en las últimas elecciones a finalistas de la contienda presidencial y logrando una mayoría en la representación popular en la Asamblea Nacional.

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Y, AHORA ¿QUÉ?

Cuando se acercan las elecciones seccionales del próximo año, las encuestas ubican a los candidatos de la Revolución Ciudadana en las primeras posiciones, con una gran posibilidad de obtener las Prefecturas, Alcaldías y presidencias de los gobiernos autónomos descentralizados parroquiales de una gran mayoría de las circunscripciones en disputa.

¿Cómo es posible que un movimiento tan ligado a la corrupción se halle en el primer lugar de las fuerzas políticas del país?

Son varios los factores que integran una respuesta coherente a esa pregunta, y quizás cada uno de los lectores tenga la su propia. Sin embargo, hay ciertas pistas que nos conducirían a descubrir la verdadera: bajo el amparo de los privilegios que brinda el ejercicio del Poder se creó una base de afiliados y simpatizantes, lo suficientemente numerosa y fuerte que ha resistido los ataques y denuncias. Quizás también se base en el fuerte liderazgo y del carisma que derrochaba el, entonces, presidente de la República, lo que dió paso a una disciplina partidista inamovible. También debe haber contribuido la desconfianza que desde hace años mantienen los ciudadanos en el sistema de administración de la Justicia, lo que se ha traducido una capa protectora contra toda la evidencia acumulada contra los líderes de la Revolución Ciudadana, creyendo que todo se trata de un montaje para justificar una persecución política.

Pero, ahora, por sobre aquellos factores, quisiera destacar uno que ha sido poco mencionado, pero que, a diferencia de lo que hacen los otros partidos y movimientos políticos, incide directamente en el crecimiento de este movimiento y su permanencia en el tiempo, y es el trabajo infatigable que día a día, despliegan los líderes nacionales y locales de la agrupación.

No pasa un día en que la prensa nacional y local no mencione alguna noticia relacionada con esta agrupación. En publicidad se recomienda que el “producto” debe estar presente en los medios, sin importar si la noticia es buena o mala, lo importante es que ocupen espacios y que la gente hable de ellos. Eso parece que los dirigentes lo han aprendido muy bien, pues, ya sea en la Asamblea, como en la Justicia, así como en las calles y plazas, sus gentes que luego serán candidatos forman parte de la cotidianidad de sus votantes porque la prensa siempre está hablando de ellos.

Eso no sucede con ninguno de los otros partidos y movimientos.

Ahora mismo, cuando se acercan las elecciones seccionales de Prefectos, Alcaldes, Consejeros y Concejales, así como miembros de los gobiernos parroquiales, han iniciado un proceso interno para determinar a sus candidatos; proceso que no es democrático, pues en realidad son señalados “a dedo”, pero que con el apoyo de la directiva nacional aparecen como abanderados de este movimiento, son sometidos a cursos intensivos de adoctrinamiento, retórica, presentación en medios de comunicación, imagen, y, claro, lo más importante: sumisión a los dictados de la cúpula del movimiento.

En Manabí, por ejemplo, son 7 las candidatas a dignidades provinciales y cantonales.

Siete chicas que en sus lugares de origen ostentan los títulos de reinas, de señoritas, o cualquier otro que las haya servido para estar en la palestra de la ciudadanía; generalmente de clase media baja, a quienes se les invita, con gastos pagados, a seminarios de política, de elecciones, de retórica y declamación, de lectura y hasta de gestión municipal.

A la Revolución Ciudadana se le podrá acumular denuncias de corrupción, se le puede acusar de crear un escenario populista donde las bases son escuchadas para seducirlas, se le podrá decir que sus líderes han medrado del erario pública en su propio beneficio y en beneficio de su movimiento; en fin, serán muchas las palabras que se gasten en atacarla, pero ningún otro partido o movimiento muestra una sed de poder y un trabajo tesonero que busca saciar dicha sed.

EL ESFUERZO DE LOS VAGOS

Ante este panorama nos preguntamos: ¿Qué pasa con los otros partidos? Todos coinciden en que el enemigo a derrotar es la Revolución ciudadana, sin embargo, en sus acciones más parecen aliados que rivales.

Su actividad se centra en dividirse. Parecería que par los líderes de estas agrupaciones políticas, su diversión consiste en desacreditar a los personajes de las otras tiendas políticas, y mientras más se atacan, más candidatos aparecen; pero ninguno de ellos con la suficiente fuerza y liderazgo como para enfrentar el vendaval de una campaña electoral exitosa.

Luego, sus prácticas políticas no han variado desde hace décadas; siguen creyendo que basta la palabra de sus dirigentes conquistarán votantes. No imaginan trabajar en una campaña orgánica y moderna que los acerque a los diferentes segmentos poblacionales con mensajes apropiados y novedosos. Aún no se han dado cuenta de que la tarima y las caminatas son apenas un show que sirve para que las masas se diviertan.

No tienen centros de datos, y si los tienen, no funcionan, donde pueda destacarse el listado de sus afiliados, su dirección, su participación, sus intereses, sus anhelos, sus contactos.

Al parecer, tampoco tienen los recursos humanos, técnicos y económicos que el funcionamiento de un partido o movimiento requiere.

Entonces, ¿debe sorprendernos este fenómeno?
Las elecciones intermedias forman parte de un plan mayor destinado a triunfar en las presidenciales. La Revolución Ciudadana está preparada para esta larga campaña en el que se tomarán la Administración de Justicia y, con un recurso de Revisión, los líderes sentenciados por actos de corrupción, serán reconocidos como inocentes y volverán al Poder, pero esta vez, con la intención de cumplir con su palabra de gobernar por los próximos 300 años.

Revista Semanal #38