Revertir el declive poblacional

El temido, pero anunciado, declive poblacional de Ecuador comenzó. La tendencia mundial es que el proceso, mientras más tarde un país lo inicia, más rápido se concreta. En Alemania fue más rápido que en Japón, en Europa Oriental más rápido que en Alemania y en Corea más rápido que en Europa Oriental. Así, probablemente, en Ecuador, y en Sudamérica en su conjunto, sea aún más veloz.

Bajo ninguna circunstancia puede juzgarse como positivo el envejecimiento y la contracción de un pueblo. Peor aún puede sugerirse que ese es el único destino de una nación con mujeres productivas y educadas, como si tener una familia o impulsar una demografía sana fuese propio solo de ignorantes. Así como hay ejemplos de naciones prósperas que están autoextinguiéndose, también hay otras, la más famosa Israel, a cuyos altísimos índices de educación, bienestar, equidad de género y desarrollo tecnológico se suman una demografía en franco crecimiento y una juventud vibrante y numerosa.

Doloroso como es, ningún declive demográfico es irreversible, sino que, como afirman los expertos, existe una ‘marea’ demográfica. El crecimiento volverá, pero el marco institucional y legal de un país debe fomentar o al menos permitir ese retorno. Lamentablemente, en el caso de Ecuador, se insiste en un modelo asfixiante, de una rigidez —laboral, financiera, en seguridad social, en ‘derechos’— que garantiza todo, hasta lo imposible, para los vivos, pero jamás piensa en cómo incluir a los que todavía están por nacer. De insistir en ese modelo, que solo funciona en las mentes de sus creadores, Ecuador seguirá el mismo curso fatídico de tantas otras naciones. ¿Es que acaso alguien quiere eso?