Y llegamos a una votación totalmente atípica, ahí estábamos entre el miedo de contagio del virus con mascarillas que bien dicen ayudan a tapar la vergüenza del voto ajeno, mareados de tanta desinformación, falsas propuestas, y encima perdidos del centro de votación respectivo. Hasta ahorita no salimos del susto de la incertidumbre del voto, a pesar que a estas alturas ya sabremos si tenemos segunda vuelta o no, el susto es igual.
Si llegamos a segunda vuelta seguimos en ese hilo de anhelo de un mejor país que esperemos ahora si mueva más sincronizados a la mayoría de ciudadanos, también tendremos que soportar un mes más de confrontación de la sabiduría popular, y encima volver las largas filas de votación en el lejano lugar de votación que le tocó a la mayoría.
Como sabemos, a un buen porcentaje de ecuatorianos no hay poder humano y creo ni divino que le permita ver defectos a su candidato, de estar en segunda vuelta la esperanza es que todos quienes repartieron el voto entre tantos otros candidatos, ejerzan su voto con un tantito más de conciencia, menos mal ese otro porcentaje de ecuatorianos tenemos flexibilidad de razonamiento en situaciones críticas como es el escenario político que pronto llegará a su desenlace y esperemos sea para bien del país, y si hablamos del país razonemos desde el territorio, desde la vida, que hacemos con dólares o sin dólares si no tenemos agua en nuestras montañas por dar un ejemplo.
En lo local, los pronósticos ahorraron hasta campaña a unos candidatos, esperemos que los votos lleguen también para quienes, si debatieron con argumentos, expusieron sus propuestas y sobre todo no deben “mucho” a terceros, así se alternen rostros que nos representen en la Asamblea.