Vergüenza ajena

Rocío Silva

Empieza el asambleísta José Fernando Cabascango Collahuaso su intervención, con unas miradas de soslayo, se frota las manos, con muchas pausas y recurriendo a un refrán, hace un saludo forzado a Quito, para nada se refiere al motivo de la celebración que es la fundación española, una intencionalidad muy sesgada lo siguen orillando hacia un discurso revanchista, coloca al fatídico octubre 19 entre los históricos levantamientos indígenas. Sí, por el momento se ha convertido en el niño que está rindiendo una lección mal aprendida, se siente solo, se siente en la mira, sabe que está en vilo su espacio político, ese, que lo ha logrado con la memorización de todo un argot emergente de barricada.

Su intervención leída sobre el informe Pandora Papers como presidente de la Comisión, avanza entre justificaciones, rémoras, trastabillas; el camino le resulta demasiado empinado al asambleísta José Fernando Cabascango Collahuaso en la Sesión 747, esos 28 minutos no se sabe si se le hicieron larguísimos a él o quienes seguíamos su intervención por las redes sociales, y no era para menos, se empezó a sentir como la vergüenza ajena nos invadía.

Cabascango nos evocó al Tin Hurtado, esa evocación vino entreverada en una serie de aclaraciones mentales, unas que partieron del sentimiento cristiano de la compasión, de aquello que aprendimos a no reírnos de la desgracia ajena; por otro lado acudía la objetividad de la responsabilidad social, que nos recordaba que Cabascango es un funcionario público que, que debería cumplir a cabalidad con su tarea y rendir cuentas a la ciudadanía, y la forma es a través de la comunicación oral eficiente y diáfana, sin  dificultades, con fluidez en palabras más complejas; su lectura lamentable, con errores de equivalencia fonológica, en la que omite palabras o trozos de palabras, con silabeo, deja entrever, que no repasó en ningún momento su intervención. No faltará quien diga que por ser kichwa-hablante Cabascango tiene dificultades de expresión en el idioma español, que cualquier consideración que se haga a la falta de cuidado en resolver sus problemas de lectura expresiva, se debe a una condición de odio o racismo, si vergüenza ajena. [email protected]