Una brújula

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Más allá de lo anecdótico que resulta el tema de la farra del presidente en Madrid, del que, dicho sea de paso, no hay pruebas ni pronunciamientos oficiales, creo que podemos sacar partido para reflexionar sobre el punto flaco de un gobierno que se proyecta con gran popularidad interna y expectativas de éxito, con tres duras a pruebas a la vista: la subida del IVA, el fin del estado de excepción y la consulta popular. Sería lamentable, que la imagen exterior de su gestión se vea empañada por los altercados propiciados en la gestión de la canciller Sommerfeld. 

En un área tan sensible hace falta algo más que el cálculo de los balances comerciales y el criterio de eficiencia que desdeña las relaciones políticas porque, en estas artes, son interdependientes. Madrid ha sido escenario de errores de protocolo: la reverencia del presidente al rey o las invitaciones confusas a la embajadora en eventos oficiales. Lo cual revela una falta de atención a esos detalles que impactan en el delicado ejercicio de la diplomacia. Los chascos han sido más vergonzosos en el caso del pedido público a la embajada mexicana para dar de baja su soberanía territorial y capturar al prófugo Jorge Glas, alias ‘Vidrio’. Un intento desubicado para cualquier conocedor mediocre sobre diplomacia, quizás más grave que el impasse con Rusia y Estados Unidos, producto de la triangulación de chatarra para ayudar a Ucrania. 

El desacertado movimiento de remover a Pérez Loose en el Consejo de Seguridad de la ONU o la dificultad de posesionar al reemplazo de Baki porque irrespetaba la tradición de las relaciones bilaterales con USA, son la demostración de la necesidad de ubicar una brújula técnica en la cancillería. Ecuador es un país con gran tradición de buenos diplomáticos, capaces de sostener el multilateralismo y el rigor técnico. Por eso tengo fe en que se haga la luz.