Un día de estos me va a matar

Jessica Vinueza Crespo

Un día de estos mi esposo me va a matar, le dijo Juana a un policía: ciego, sordo y mudo. Juana no se equivocó. En Ecuador a las mujeres, nos matan por fishficas, por traicioneras, por malas, por brujas. Cada tres días, una mujer es víctima de femicidio en este país. La frecuencia con la que mueren mujeres a manos de hombres y la impunidad del Estado, son una cruel realidad que debemos enfrentar.

Las estadísticas frías, revelan que el 92% de los femicidios que ocurren en el país fueron cometidos por familiares cercanos a la víctima. El 85% fueron sus esposos, parejas o exconvivientes. El 40% de las víctimas reportaron antecedentes de violencia. El 49% de las víctimas eran madres de niños y niñas que crecieron en un ambiente violento, quienes si no reciben acompañamiento psicológico crecerán normalizando que a las mujeres hay que agredirlas, denigrarlas y matarlas.

Cuando Juana escuchó por primera vez a su esposo llamarla bruja, estaba embarazada de 4 meses. Juana conversaba en la puerta de su casa con el vecino. Su esposo llegó, la vio, le pidió que entre a la casa, empezó a insultarla: “eres una bruja mentirosa”, repetía, cada vez que ella intentaba explicar que solo estaba saludando al vecino. Con cada explicación él perdía más el control. La golpeó tanto esa tarde que Juana abortó.

En los siglos XV y XVI, empezó la cacería de brujas. Miles de mujeres alrededor del mundo murieron en la hoguera. En el siglo XXI, el concepto de bruja aún es misógino. Una bruja, es una mujer pecadora, maligna, una mujer que merece morir, y cualquier forma perversa, brutal o violenta de asesinarnos puede ser justificada por nuestra conducta, inmoralidad y excesos.

A Juana su esposo la mató con un martillo frente a su hija de un año, una semana después de denunciarlo en la policía. Juana al igual que todas, necesitaba protección, cuidado y justicia del Estado. Juana no merecía morir.