Mala madre

Jessica Vinueza Crespo

Hoy que mi hijo cumple 17, la edad que yo tenía cuando di a luz. Hoy que mi cuerpo recuerda la adolescencia con angustia, con miedo, con un embarazo no planeado en el vientre. Hoy que veo a mi hijo haciendo terapia para sobrellevar la ausencia. La ausencia de una mala madre. La ausencia de un padre que nunca quiso serlo. Hoy que entiendo, que ser madre no es una cuestión innata a lo femenino, que madre y mujer no son sinónimos.

Que la maternidad es una decisión responsable, un compromiso de cuidado, protección y amor. Que la maternidad debe ser deseada en mente, cuerpo y espíritu, o no ser.

La adolescencia, es un período de transición, dejamos de ser niñas y empezamos la búsqueda de una identidad personal camino a la adultez. El cerebro adolescente, aún se está desarrollando, no maduró por completo, por lo que, ante situaciones de estrés, presión o tentaciones, la toma de decisiones es más impulsiva que asertiva.

Si a la crisis de identidad de la adolescencia le sumamos la crisis de personalidad natural en el embarazo, y a eso agregamos que cada mujer en el país experimenta diferentes realidades socio económicas, las crisis solo siguen aumentando.

Porque no es lo mismo ser madre a los 10 que a los 30. No es lo mismo contar con el apoyo de una pareja sana y comprometida con la paternidad en el embarazo a ser abandonada. Debe sentirse distinto cuando el padre de tu hijo te violó. Debe vivirse una pesadilla cuando el padre de tu hija es un miembro de tu familia.

Una madre adolescente puede llegar a ser una madre depresiva, ausente, puede sentirse muy sola y casi siempre está sometida al juicio popular.

Aparentemente todos saben como educar mejor a los hijos de otros. Hasta los hombres que abandonan la paternidad y se deslindan afectiva y económicamente de sus hijas creen tener el poder de juzgar quien es buena o mala madre.

Una madre adolescente no necesita ser juzgada, necesita la protección de su familia, acompañamiento psicológico antes, durante y después del embarazo. Una mujer adolescente embarazada debe ser escuchada. Una niña embarazada necesita que se respete su voluntad cuando no quiere ser madre.

No todas las maternidades son iguales. Mi madre aún conserva el vestido lila que me puso el día de mi nacimiento. Yo en cambio, guardo en mi memoria el momento en que mi hijo recién nacido, acostado en mi corazón, abraza mi dedo índice con su mano diminuta. Lo abrazo. Nos miramos y lloro sin tener idea de cómo y cuándo aprenderé a ser madre.