¡Socialcristianos nunca más!

Carlos Arellano

A finales del año 2018, un influyente político ambateño, abandonó su cómoda curul como asambleísta de la provincia de Tungurahua, todo con el propósito de encaminarse hacia la contienda por la Alcaldía de la ciudad de Ambato. Su resolución habilitó el camino para que su descendiente ocupara un escaño en la Asamblea Nacional.

Luego de un corto período desempeñándose como representante provincial, el heredero optó por alzarse como la carta principal en las elecciones legislativas del 2021. El respaldo cosechado reflejó el apoyo que arrastró la candidatura del actual presidente, Guillermo Lasso, en el seno de la coalición entre CREO y el PSC.

En sus dos periodos legislativos, el heredero no escatimó en presentar en múltiples ocasiones un discurso regido por una perspectiva antiderechos: sus posturas tajantes se alzaron contra la despenalización del aborto en casos de violación y la legalización del matrimonio civil entre personas del mismo sexo.

De manera sorprendente, el heredero participó del pacto insólito entre las bancadas de la Revolución Ciudadana y el PSC, con la firme intención de alcanzar la destitución del mandatario en funciones, Guillermo Lasso. Él, así como el resto de los representantes tungurahuenses, apenas desplegaron esfuerzos en pro de la provincia o del país en su conjunto. En los postreros días de su mandato parlamentario, su energía se concentró en fortalecer esta coalición legislativa, cuyas hebras tejieron una porción del tapiz de la crisis política que el Ecuador padece en la actualidad.

Los ataques hacia la prensa revelan otro lado oscuro de su actuar, llegando incluso al extremo de censurar a varios periodistas que osaron escudriñar su desempeño parlamentario. El bloqueo del director de noticias de Diario La Hora en la red de Twitter ejemplifica este antagonismo. En meses pasados, negó rendir cuentas a la ciudadanía a través de este medio de comunicación, sosteniendo como argumento un artículo de mi autoría que le encajó algunos incómodos cuestionamientos.

Y así, cual político que a la Asamblea arribó por obra del azar, cierra su capítulo, tornándose en la estocada final que sepulta al socialcristianismo en la provincia de Tungurahua. El poder, efímero como el rastro de una estrella fugaz, desvanece sus fulgores en el devenir implacable de la historia. ¡Socialcristianos nunca más!