Se viene el estallido

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Javier Milei es un personaje estrambótico, difícil de digerir, incómodo y por todo ello, exitoso a nivel electoral. Dentro de sus muchas extravagancias ha incurrido en una particularmente inusual en la política latinoamericana: sincerar sus intenciones y el alcance de sus medidas. 

Este señor gritón, de mirada exaltada y exagerado amor por sus perros nunca dijo que el inicio de su gestión sería fácil, ni prometió el Edén a la vuelta de la esquina y mucho menos sin sacrificios dolorosos para una población harta de cargar sobre sí los estropicios de una clase política anquilosada en sus privilegios y una burocracia con elefantiasis. Milei siempre fue franco en su intención de recortar con motosierra y sin piedad al Estado, imponer duros ajustes en materia económica y aseguró -roguemos al Señor- que sólo así se podría frenar la decadencia de un país que está muy por debajo de su ego histórico. Lo resumió en su canción: Se viene el estallido.

Cayetana Álvarez de Toledo dijo que los argentinos decidieron entre alargar el infierno o saltar al vacío. Saltaron, y las medidas anunciadas por un gabinete reducido a la mitad de un plumazo son tremendas, sobre todo para la siempre maltratada clase media. Se espera un primer semestre de profundo rigor fiscal, escasez y nulo ahorro. Los argentinos sabían perfectamente cuando se acercaron a las urnas que el camino es pedregoso ¿Madurez política o de desesperación?

Sea como fuere, la expectativa es alta. Si uno de los ejes del populismo más arraigado (el peronismo) es capaz de superar sus miserias tras un arduo esfuerzo colectivo bajo la dirección de este personaje, la historia de nuestra región dará un vuelco de 180 grados. Habrá que ver si es capaz de resistir el estallido que de seguro tomará las calles y los arañazos de la clase política. De hacerlo, estamos asistiendo a un cambio de paradigma en el continente.