Por dar la contra

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Aunque nunca lo traté personalmente, compartir este espacio con alguien de la talla de Ángel Polibio Chaves ha sido un auténtico privilegio. Su partida nos desafía a quienes continuamos en esta tarea a promover todo esfuerzo cultural, intelectual o político desde el amor a la ciudad, las ideas y la posteridad.
La principal cualidad de un intelectual es en realidad de doble entrada: parte de una curiosidad anti utilitarista y termina en una voraz capacidad crítica.

Si a eso le sumamos una sensibilidad sin sesgos capaz de dulcificar la contradicción adherida a la realidad y el error inevitable, el resultado solo puede ser el hallazgo de la sabiduría.

Ese escalón superior al conocimiento. Esa puerta a la libertad. Podemos asegurar que no es una leyenda gracias al ejemplo de personas como Polibio.
Disfrutó del reconocimiento cálido y cotidiano de la gente en las calles y también de la esquiva gratitud institucional que a penas hace un año ató su nombre al del gran Juan León Mera en un acto de guerra contra nuestra natural desmemoria.
Polibio escribió lo suficiente para ver los cambios que ha sufrido este hermoso oficio. Desde la callada página del viejo periódico blanquinegro a esta cámara de ecos e incomprensión que son las redes y que a veces, solo a veces, hacen de esta ofrenda de letras un mercado de pulgas de las palabras para rectos e insurrectos.
Cuando despedimos a ciudadanos de esta clase solo nos queda desearnos, unos a otros, que su ejemplo sea fecundo y perdurable, que tengamos la valentía de recogerlo y tener más de esos buenos y mejores ambateños y ecuatorianos. Después de todo, el futuro es eso que hacemos con él no como destino, sino como materia.
Y también, desearnos con humildad que, seamos capaces de reconocerlos, de escucharlos y darles su lugar. Aunque solo sea por dar la contra al mandato de lo habitual.