Peligrosa fama

Agustín Sánchez Lalama
Agustín Sánchez Lalama

El escandaloso proceso investigativo a cargo de la Fiscal General, denominado «Metástasis», ha revelado la estructura mafiosa en el sistema judicial. Aunque este hecho era un secreto a voces, pocos habrán dimensionado el alcance de estos tentáculos, que incluyen a políticos, policías, jueces, fiscales, abogados «reconocidos» y periodistas. Espeluzna leer los chats que forman parte del proceso investigativo, los cuales de forma maquiavélica cuantifican las decisiones de jueces que actúan como peones de la mafia, ventilando nombres de personas incómodas que merecen un «sustito».

Si bien este proceso debe seguir su curso, la ciudadanía debe estar vigilante para que no corra la suerte de los habeas corpus y tantos otros procesos judiciales mencionados en las conversaciones. Es decir, no debe ser manipulado por aquellos que manejan oscuramente el país. También es el momento de evaluar nuestra sociedad, que actúa de manera indiferente y cómplice ante lo que sucede en un Estado que ha dejado de ser de derecho. Los «buenos» abogados son aquellos que no conocen la ley, sino que conocen y transan con el juez. A pesar de su «fama», se opta por este arreglo que asegura costosos resultados. La decadencia ética amenaza con destruir profesiones como la abogacía y el periodismo, convirtiéndolos en mercaderes de influencias que desplazan el verdadero propósito de estas disciplinas. ¿Para qué estudiar si lo único necesario es saber «arreglar»?

Aclaro que nadie debe ser privado de su derecho a la defensa, incluso cuando algunas cosas parecen evidentes, deben ser probadas en un juicio justo. Sin embargo, ¿hasta qué punto el fin justifica los medios? No concuerdo con que una investigación periodística que requiere información de personajes cuestionados deba cerrar los ojos ante los atroces actos que sus entrevistados ejecutan. Tampoco estoy de acuerdo con intercambiar información y blindar mediáticamente a dichos personajes para lograr el objetivo investigativo de intereses sesgados.

Podríamos considerar que estas no son buenas navidades para nuestro querido Ecuador. Pero quién sabe, tal vez se nos dé el milagro y esta «metástasis» termine eliminando por completo esa maligna estructura que ahora tiene los faroles encendidos frente a sus caras, arrastrando consigo a tantos sinvergüenzas que transitan por los pasillos del poder para aprovecharse y servirse de este.