Pactos con el diablo

“Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes. Si no cumples con lo pactado ya puedes esconderte en el infierno.” Cuando la democracia ha llegado a su fin, el populismo es corrupción, es práctica delictiva que, al margen de la ley, compra, intercambia votos para ser utilizados en la toma del poder. Decisiones bastardas y sus consecuencias negativas, demoníacas, perjudican a quienes se dejaron llevar por ofrecimientos de riqueza, o, simplemente, disfrutar de ese mando. Goethe y su Fausto con Mefistófeles es un referente, que ha tomado actualidad, pues, infinidad de personajes venden su conciencia a otros diablos, únicamente por beneficios ilícitos, lamentablemente, principios éticos y morales pasan a segundo plano. Es importante la renovación política, “El diálogo, sin duda es el instrumento válido para todo acuerdo, pero en él hay una regla de oro que no se puede conculcar: no se debe pedir ni se puede ofrecer lo que no se puede entregar porque, en esa entrega, se juega la propia existencia de los interlocutores.” Silencio, fraude, injusticia, pactos, conculcan la libertad, más, si la corrupción mercantiliza los recursos del Estado, el complot con el diablo, es igual a la mafia con su objetivo principal: disuadir procesos legales, mantener su alienación ideológica, recuperar confianza aduciendo el pacto social con demandas recurrentes: empleo, productividad, competitividad, salud, educación, seguridad jurídica y pública, vivienda, menos pobres y una interminable mentira. Racionalizando la economía estatal, evitando el despilfarro en la función pública, transparencia sin diablos, reduciendo la deuda oficial, multiplicando el empleo, asumiendo obligaciones será respuesta contundente de patria y pueblo.