Mea culpa

Ángel Polibio Chaves

La democracia es un sistema político que tiene muchas virtudes, pero al mismo tiempo, entre sus mayores defectos, exige a los miembros de la comunidad una gran responsabilidad para su plena vigencia.

Cada día nos escandalizamos frente a las acciones de los que erróneamente llamamos “políticos”, que no son sino aventureros que apuestan a ganar una elección para cobrar con creces su “inversión”.

Si no se trata de conspiraciones vergonzosas, o decisiones legislativas contra toda lógica y legalidad, por lo menos conocemos de un deficiente cumplimiento de sus obligaciones más elementales. Pero la pregunta es: ¿estos “representantes populares” están allí acaso por voluntad propia; son unos seres extraños venidos de la estratósfera?, NO; definitivamente están allí por voluntad del electorado; un electorado irresponsable que vota por el que “roba pero hace obra”, “la reinita”, el deportista o cantante “famoso”, el que trae “alguna cosita”, el “buen mozo”, pero pocas veces por quien demuestra en la campaña que sabe qué es lo que hará y cómo lo hará.

Pero hay también de los otros: aquellos que en su vida han sido capaces de participar en la vida política, porque son tan “dignos” que no pueden dedicar su valioso tiempo a una actividad que les repugna, pero que cuando llega la ocasión están prestos para criticar lo que hacen los “políticos” y se refieren a ellos con los más duros epítetos, cuando ni siquiera se prestan para integrar el comité de padres de familia del grado de sus hijos.

Es hora ya de asumir una actitud militante de todos los miembros de la comunidad para intervenir en política; para preocuparnos por el destino de la Patria; para dejar la comodidad de los críticos. Si los ciudadanos conscientes no hacen política, dejamos espacio a los más incapaces y a los más deshonestos.

Siempre hay caminos para participar en la vida del país.