La muerte viajera

Jaime López

Sabemos todos que la muerte es ineludible protagonista del ejercicio común que los mortales ejecutan, llamado vida, que tiene su espacio sin límites y sin edades cronológicas, que se presenta muchas veces anunciada por los profesionales que la combaten con conocimientos y decisiones, en otras, los accidentes e imprevistos configuran tristezas y dolores que provocan   que los sobrevivientes derramen lágrimas permanentes, interiores y exteriores, sin llegar a entenderla ni justificarla. Pero la muerte está allí con sus carteles definitorios que la clasifican bajo muchas clases: asesinatos, engaños, olvidos, política mal comprendida. Una de las peores es la que en las guerras declaradas y no declaradas se sirve a las víctimas, culpables o no, y que luego en la paz sigue con su cometido. Porque no hay que llegar a la ingenuidad de creer que en la paz no hay muerte, si en esta comedia en medio de un escenario desgarrado, lo sucedido no es otra cosa que la ratificación de que la muerte sigue su viaje, junto a la vida que todavía queda. Reflexiones válidas, sobre todo por lo que ha sucedido en ese conglomerado lleno de malos olores y corrupción, llamado Asamblea Nacional, cuando una mayoría sin Dios ni Patria, como que pretende obligar, por lo bajo, a que el Mandatario decrete la muerte cruzada. La respuesta del señor Lasso es la que tenía que pronunciar: la denuncia que un grupo de corrompidos de baja estofa ha manipulado para que la muerte siga su viaje y nos engañe a todos. Por fortuna existe un escudo, atrás del que está un pueblo harto de soportar, existe la Consulta Popular para que ese pueblo responda y elimine esa mayoría de asambleístas elegidos, como es nuestra vergonzosa costumbre, a la maldita sea. Somos altivos todavía, soportamos dolores y afrentas, a pesar de que el corazón del campesino de Cotopaxi tiene un latido moribundo, corazón que debemos sentirlo como nuestro y su dolor es nuestra obligación combatirlo. La muerte de cientos de sus ovejas no debe provocar nuestra indiferencia. Los chupacabras, parecidos a los asambleístas, deben ser eliminados por una acción urgente de un Gobierno que si no la hace será culpable.