Victoria Ramón
La eliminación del examen de Senescyt, resulta ser una propuesta populista, bajo la supuesta solución: “acceso a educación universitaria para todos y todas”; que en la práctica, nos hace volver a los viejos exámenes de “suficiencia académica” según los parámetros que considere cada universidad.
Aún nos quedan muchas interrogantes con respecto a cómo será este proceso de selección. Esperamos que este vaya más allá de “amistades” e “incentivos económicos por debajo de la mesa”.
El problema real de la educación universitaria pública se deriva de su bajo presupuesto, que le impide ofrecer más cupos para acceder a ella, y no estar íntimamente vinculada al modelo de desarrollo del país; es decir, a lo que queremos como sociedad organizada.
Si partimos de la premisa de lo ofertado en el discurso oficial de gobierno: “Educación de calidad”, entonces, ¿por qué no se invierte en infraestructura digna, acorde a la tecnología actual? ¿por qué se sigue reduciendo su presupuesto? ¿por qué no se implementan mecanismos adecuados de ingreso, conforme a nuestra realidad socioeconómica? Las interrogantes siguen, y lo que es preocupante, no se tienen respuestas valederas.
El invisibilizar o simplificar el problema educativo, unido a las propuestas de medidas populistas, no hacen más que agravarlo e hipotecar el futuro del país. El modelo educativo nacional debe orientarse a operar bajo nuevas modalidades de estudio que brinde una verdadera educación de calidad, aumento de presupuesto y fortalecimiento de la educación desde su inicio, e ir más allá, de promesas vacías, o del “que se arreglen los otros”.