Eddy Arrobo Rodríguez
El 18 de julio de cada año se celebra el Día Nacional del Jubilado, por tal motivo, en este día rendimos honor y honra a todas las personas que con gran esfuerzo dieron lo mejor de sí en sus diferentes trabajos con el fin de lograr bienestar para sus familias y por ende para el desarrollo del país. No obstante, esta fecha sirve para reflexionar por todas las vicisitudes, problemas e inconvenientes que atraviesan los jubilados en su cotidianidad.
Este segmento poblacional vulnerable que lleva en su torrente sanguíneo el paradigma de amor al trabajo, hoy es el más olvidado, pues no se prioriza su subsistencia a través de asignaciones y presupuestos reales que sean destinados a cubrir la demanda social que estos ameritan.
El sentimiento es de indignación al ver cuanta injusticia, egoísmo, crueldad, incapacidad y la más mínima empatía para comprender a nuestros mayores, por eso es necesario y urgente un poco de sensibilidad al régimen y autoridades para que se humanicen, ya que no se puede ser tan ingratos con gente que trabajó toda su vida y que esta tan lejos de lo que la clase política gasta todos los días.
Espero estas líneas lleguen a autoridades para que entiendan que la vida del adulto mayor es una lucha constante entre la fragilidad humana y la deslumbrante ansiedad por vivir y dejen a un lado esa actitud miserable de adversidad permanente por el hecho de la edad y que no hagan y deshagan a su conveniencia las respectivas liquidaciones de jubilaciones y pagos que por Ley corresponde y así nuestros jubilados puedan contar con una pensión jubilar digna que les permita vivir con decencia y que disfruten de su jubilación en vez de que salgan a mendigar sus pensiones en calles y plazas.