El pan nuestro de cada día

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

Son las 5 de la mañana. Aún cantan los gallos. El sueño pesado se resiste a querer dejarnos hacer lo que muchas veces odiamos, trabajar. No por el hecho de realizar alguna actividad que nos genere algún rédito, es la desazón de las circunstancias. Todo se torna gravoso, inseguridad por doquier. Indolencia. Asaltos a la vuelta de la esquina. Asesinatos a mansalva. Ahora se ha sumado el clamor de la madre tierra que ruge desesperada llamando nuestra atención. Deslaves, inundaciones, temblores. Es hora de ponernos pilas. ¿Qué está pasando?

Ha sido una semana trágica. El lunes nos despertamos con la tragedia de Alausí. La situación nos ha conmovido sobremanera, medio pueblo ha desaparecido. Los periodistas huyen ante las amenazas de muerte por realizar el trabajo que les corresponde. De la misma forma, nos ha conmovido el asesinato de la directora administrativa del Hospital de Guayaquil; sin olvidar al policía que mataron en Santo Domingo afuera de fiscalía, ambos casos al estilo de sicariato. ¿Venganza, llamados de atención, o es que ya esto se han convertido en el pan nuestro de cada día? No recuerdo alguna época de nuestro país en el que la situación se volvió insostenible. ¿Será que hay culpables?, ¿será que hay alguien detrás de tanta desgracia que ocurre en el país?

Lo cierto es que, ya no soportamos más. Este estado de zozobra es realmente insoportable. Esperar que las autoridades hagan algo, es un cuento de nunca acabar. Están mejor ocupados en cumplir agendas, protocolos y en asuntos legales y políticos. El pueblo que espere. Ni gobiernan ni dejan gobernar. ¿Qué podemos hacer nosotros para mejorar la situación desde nuestras realidades? Arrimar el hombro, desprendernos y ayudar. Ruego a Dios que, ante tanta desgracia surja algo que pueda mejorar la situación de manera radical.

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