La vida no vale

Iván Paredes

Frase que calaría como anillo al dedo con lo sucedió en los centros de rehabilitación o, comúnmente, conocidos como las cárceles del Ecuador. Pisar esos espacios públicos, realmente, da escalofrío y pavor, la vida se convierte en una simple hoja de papel que, con el viento o un pequeño soplo puede desaparecer o desvanecerse instantáneamente, sin que nadie sienta un mínimo pesar o se conduela porque esos lugares se han convertido en las peores mazmorras que la historia de la humanidad puede haber creado.

El Estado por intermedio de sus instituciones y servidores públicos responsables, han demostrado la ineficiencia e incapacidad para manejar, dirigir y controlar el sistema carcelario, prestar la seguridad y atención que amerita, más cuando, deben cuidar y garantizar la vida, como así lo dictamina la Constitución del Ecuador en su artículo 66; pero, aquello se ha convertido en un mamotreto que nadie obedece, a menos que sea por conveniencia.

Gobiernos que deben cuidar por la seguridad ciudadana, por proteger la integridad de sus habitantes, han dejado relucir que es lo menos importante; peor aún, desde los últimos 15 años a la fecha la delincuencia se propagó por el territorio ecuatoriano, hemos visto como el narcotráfico, el sicariato, las bandas delictivas se han acrecentado y ganado espacio tanto en el ámbito social, geográfico, económico y hasta político, no les importó las consecuencias que hoy estamos viviendo; vemos cómo se enfrentan y quitan la vida entre ecuatorianos en centros que deben ser para la rehabilitación y recuperación del sentir social, han sido verdaderos centros de agrupación delincuencial donde la ley no existe en complicidad con los mismo custodios que han permitido un derramamiento de sangre del Estado ecuatoriano; entonces, la vida no tiene el valor moral y religioso que pregonamos.