La psicología del mal… porta armas

Cecilia Chacón Castillo
Cecilia Chacón Castillo

Philip Zimbardo plantearía la pregunta el por qué del mal, como una analogía de que todas las personas tenemos la capacidad física o psicológica de hacer el mal. Al mismo tiempo, la suma de los males define a una sociedad atemorizada por su sensación de inseguridad, por el incremento delincuencial y de la tecnologización del mal, es decir, el mal está mejor provisto de instrumentos, armas, disposición psicológica que se asume como una desconexión moral, dicho más cristianamente, la sociedad que vive con códigos de convivencia y respeto a la vida, está desprotegida.

Nuevamente entra en debate si las personas pueden tener y portar armas para su protección porque el Estado ya no da más y se hace urgente tomar decisiones. Si no es el Estado, el ciudadano tiene que hacer algo. Y ese algo, es protegerse y proteger a su familia.  ¿con armas? Si bien el COIP establece la legalidad de la tenencia y porte de armas, la pregunta es: ¿es necesario protegernos de esta manera?

Los últimos hechos develan que el mal se ha profesionalizado, es decir, que la delincuencia no es solo el fruto de un país que le niega oportunidades para estudiar, trabajar, salir de la pobreza, se agrega que el mal por no decir las mafias o la delincuencia ubica personas que quieren estar dentro, su modus vivendi y modus operandi.

Las restricciones que el Estado genera como estrategias para “desarticular” mafias no son suficientes, El estado tiene que volver a re-institucionalizar a la Policía Nacional, recuperar legitimidad, elevar el perfil de aspirantes a la Policía, darle una inversión consecuente, acelerar las decisiones para sanear de malos elementos de las instituciones que por ley son las llamadas a brindar seguridad, exigir que la Justicia sea real, no de juguete.

¿Pero portar armas para defendernos, nos hace menos vulnerables? ¿Estaremos más seguros? ¿Son instrumentos preventivos? Pues no, aumentaremos esta desconexión moral, deshumanizante y al mismo tiempo nos queda la duda si le seguimos el juego a los delincuentes.