La jubilación patronal es un asunto que para muchas personas no tiene explicación alguna; ya que el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social se encarga de la jubilación de quienes hemos laborado determinado número de años, durante los cuales, conjuntamente con nuestro empleador, hemos aportado nada menos que la quinta parte de nuestra remuneración, resulta extraño que además, el empleador deba pagar mensualmente una remuneración adicional a quien ha trabajado para él en forma ininterrumpida por 25 años.
Pero NO, la verdad es que es producto del populismo legislativo que nunca quiso enmendar algo que nació para resolver una situación transitoria: la de los trabajadores que prestaban sus servicios como tales en el momento en el que se creó la Caja de Pensiones.
Si esta benemérita institución solamente habría podido otorgar la jubilación a quienes como ella misma cumplían cierto número de años, ¿qué pasaba con las personas que al tiempo de la creación del seguro se hallaban trabajando pero ya habían prestados 10, 15, 20 años de servicio y por su edad debía acogerse al beneficio que recién se instituía? Pues la solución fue crear la jubilación patronal que debía estar vigente hasta que el último de esos trabajadores terminare su vida laboral sin quedar desamparado por el hecho de que cuando iniciaron su relación laboral no existía el seguro social.
Por un injustificable “descuido”, pasaron loa años y nunca desapareció. Ya en 1999, en el marco de las mesas de concertación que se instauraron para lograr una reforma laboral con la participación de empleadores, trabajadores y el estado, se plantearon algunas alternativas; el golpe militar del año 2000 impidió que se continúe con ese empeño.
La reforma laboral planteada ahora por el Ejecutivo es una buena oportunidad para retomar el tratamiento de este asunto, lo que sin duda demandará una enorme dosis de racionalidad.